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Congelación de óvulos: ¿progreso técnico o esclavización empresarial de la mujer?

Foto: Pexels

Jordi Sabaté

Imaginemos dos escenarios hipotéticos y contrapuestos para un personaje al que llamaremos Marta, una profesional de 25 años que acaba de terminar un master en recursos humanos en una prestigiosa escuela de negocios. En el escenario 'a', Marta decide que ahora lo que le importa es aprovechar su juventud para vivir la vida y sacar el máximo partido de su carrera profesional.

Escenario A

Ser madre a los 40 con las garantías de los 20

Marta ni tiene pareja ni la quiere ahora que es joven; le gusta tener relaciones sexuales frecuentes con distintas amigas o amigos, pero sin compromisos ni riesgos. Además, piensa que quizá sería una buena madre, pero cuando esté estabilizada profesionalmente y gane lo suficiente para poder dedicarse a su hija o hijo de una manera plena y sin necesidad de presiones laborales.

De modo que Marta, que es una mente racional y previsora, pide un crédito de 4.000 euros para hacerse un tratamiento de congelación de óvulos. Sabe que ahora es joven y sus óvulos son de mejor calidad que los que tendrá a partir de los 35 años o 40, y quizá se decida a asumir la maternidad mediante fecundación in vitro. Por calidad se puede entender que dichos óvulos de veinteañera tendrán una mayor probabilidad de pervivencia del feto una vez fecundados.

A su vez, con un óvulo joven reducirá drásticamente el riesgo de portar las enfermedades que acechan a los óvulos de mujeres que pasan de los 35, como el síndrome de Down. Además, el tratamiento le asegura una buena dotación de óvulos sanos ahora que está en su mejor momento ovárico. Más adelante, su producción de óvulos será bastante menor.

Así que Marta ha decidido que se estimulará los ovarios con inyecciones de hormonas para que produzca una docena de óvulos, que serán congelados a -196º centígrados en nitrógeno líquido. Así podrá decidir el día en que quiere ser madre, con quién y en qué circunstancias profesionales, evitando las conciliaciones forzosas y el estrés, pero a la vez con sus propios óvulos de la mejor calidad.

Escenario B

¿Por qué ser madre ahora si puedes esperar a que tu empresa te amortice?

Ahora pasemos al escenario 'b': Marta, a sus 25 años y con el master recién terminado, tiene pensado irse a vivir con su pareja y tener un hijo ahora que es joven y va a tener suficientes energías para conciliar su vida familiar con la profesional. Recibe una oferta de una empresa importante, donde puede desarrollar una gran carrera, pasa todo el proceso de selección y resulta escogida. Es la oportunidad de su vida.

Sin embargo, resulta que la aceptación de la oferta implica una cláusula en la que Marta asume que no puede quedarse embarazada hasta los 35 años, a menos que cambie de empresa, claro está. Pero si sigue en esta, debe aceptar el compromiso, porque la compañía opina que la conciliación familiar no es posible y las mujeres que tienen hijos se distraen de sus objetivos. “Si queremos tener paridad con los hombres, debemos vivir como ellos: centradas en el trabajo”, llega a decirle la directiva que la ha seleccionado.

A cambio, la empresa, que es generosa con los jóvenes talentos como Marta, le ofrece un seguro médico en el que entra un tratamiento gratuito de congelación de óvulos, de modo que pueda cumplir con su deseo y a la vez respete la cláusula sobre maternidad sin problemas. La compañía comprende que es un derecho aprovechar sus óvulos cuando son de mejor calidad y cree que la solución idónea es la crioconservación de los mismos. Pero el caso es que Marta tiene que escoger entre ser madre, y quizá conservar a su actual pareja, o ser una profesional relevante.

Congelar los óvulos: ¿trato o truco?

Ambos son dos escenarios hipotéticos pero no necesariamente imposibles. Es más, son dos paisajes que tarde o temprano serán de algún modo verosímiles en ciertos extractos socio-profesionales: mujeres de alto nivel intelectual y alta calificación académica que se ven disputadas por las empresas de mayor relieve. Para el primer caso, la crioconservación es una bendición, pero para el segundo, una trampa.

Y no tan lejana: Facebook y Apple ya ofrecen a sus ejecutivas planes de congelación de óvulos dentro del seguro médico de la empresa, aunque por supuesto no hay ningún tipo de cláusula que las obligue, ya que sería ilegal. Según ambas empresas, se trata simplemente de un plus que encaja con los perfiles profesionales y personales de estas mujeres, y que ellas mismas habían demandado repetidamente.

Pero no todo el mundo piensa de igual modo. Mónica Navarro Michel, profesora y doctora en derecho por la Universitat de Barcelona, especializada en derecho del trabajo y en bioética y derecho, considera que esta oferta es en realidad una herramienta de presión: “La opción entre carrera profesional y maternidad no debería ser un dilema”. Navarro opina que “se tendrían que tomar las medidas necesarias para permitir a las mujeres que así lo deseen, decidir cuándo van a ser madres sin que esto paralice su carrera profesional”.

Esta investigadora y docente cree que medidas como la de Apple o Facebook, en lugar de acortar la brecha de género, incluso la aumentarían en el sentido de que podría llegar a darse una presión del entorno para que se aceptaran dichos planes. “Aunque parezca que estas empresas están del lado de las mujeres, liberándolas de las cadenas que impone el reloj biológico, en realidad es una forma de explotación”, apostilla.

Además añade que “en las empresas en que la dinámica profesional es muy competitiva, podría ser un estigma no congelar los óvulos, y así, siendo una decisión libre, resultará difícil escapar de la presión que conlleva esta financiación”. Finalmente Navarro ofrece una conjetura todavía más inquietante: “¿Y qué pasará si la mujer quiere cambiar de empresa? ¿Perderá la financiación para los óvulos que ya tiene congelados? ¿No es esto un mecanismo de retención del talento que no se le aplica a los hombres?”

Más allá de la polémica laboral

El doctor Ignacio Mazzanti, especialista en tratamientos de reproducción asistida en la corporación clínica Procrear, que opera sobre todo en la zona de Tarragona, acepta la posición de la profesora Navarro, aunque con matices: “el tema ético, el de las implicaciones laborales y otros existen, pero con independencia de ellos yo lo veo sin duda como un avance técnico muy importante”.

Mazzanti explica que la crioconservación comenzó como un tratamiento oncológico, en el que se les extraían y congelaban óvulos a mujeres que iban a estar expuestas a una extirpación de ovarios o a radioterapia por causa de un cáncer. El objetivo era, y es, preservar el potencial de ser madres frente a las radiaciones o la extracción del órgano.

“De ahí, el tema ha saltado al ámbito social y ahora este planteamiento de congelar los óvulos está cada día más presente en determinados sectores profesionales”, explica Mazzanti. El problema es que la mayoría de las mujeres que acuden a este método tienen más de 35 años, una edad en la que los óvulos ya adolecen de poca calidad. “Lo idóneo para estos perfiles es plantearse el tratamiento en la veintena, ya que las garantías de éxito son mucho mayores”.

De todos modos, Mazzanti es consciente de que “las mujeres de esta edad ni se plantean estos asuntos”, aunque él cree que no sería ninguna mala idea realizar campañas de información al respecto, ya que “la técnica es mucho más eficaz con óvulos jóvenes y parece que el estilo de vida de muchas personas nos empuja hacia un futuro donde la maternidad y la paternidad solo se pueden plantear a partir de los cuarenta”.

El médico argumenta que el coste del tratamiento, entre 2.500 y 3.000 euros, no es en absoluto prohibitivo y, en cambio, permite asegurar en el futuro un alto porcentaje de éxito, no solo en la fecundación in vitro sino también en la posterior salud de la hija o el hijo. “No es la panacea ni la solución a todos los problemas, pero si se hace a buena edad, el porcentaje de éxito se dispara”, termina.

Prelude: Martín Varsavky entra en escena

Martín Varsavky siempre se ha caracterizado por buscar ideas disruptivas para explotarlas comercialmente. Comenzó con Jazztel cuando el cable era minoritario en España y luego pasó al entonces portal de contenidos Ya.com, que consiguió vender a Deutsche Telekom justo antes de que estallara la burbuja 'puntocom' por más de 500 millones de euros.

Desapareció de la escena startup durante un tiempo para regresar en 2005 con su proyecto Fon, que Google, Skype y otros financiaron con 18 millones de euros. Ahora regresa con otra idea provocadora, Prelude, una propuesta para crear un banco de óvulos y esperma para profesionales en la veintena que, por el momento, prefieren aplazar la paternidad y la maternidad, pero no quieren que la edad condicione la calidad de su material reproductor.

En la página web del proyecto se destaca que el 33% de las parejas que quieren tener hijos a partir de los 35 años sufren de infertilidad en uno de los individuos o en ambos; que el 80% de los embriones de mujeres embarazadas a partir de los cuarenta poseen anormalidades cromosómicas; que el 50% de las mujeres que se quedan embarazadas a partir de los cuarenta sufren abortos espontáneos -no especifica si por defectos del óvulo- y los niños nacidos de padres mayores de 45 años elevan el riesgo de padecer algún nivel de autismo en un 75%.

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