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Siete respuestas importantes ante la próxima epidemia de gripe

Foto: Esparta Palma

Eric Santaona

Además de sumamente molesta, la gripe es una enfermedad vírica cíclica, que afecta en determinadas épocas a un número de personas significativo, puesto que actúa mayoritariamente por contagio de las vías respiratorias. Sin embargo, dentro de su regularidad es bastante impredecible en cuanto al momento de su aparición, y si bien es cierto que el grueso de los casos se dan en la estación invernal, generalmente entre diciembre y febrero, esta fase epidémica se ha desplazado algunos años, como 2005, hasta marzo. Intervienen en ello muchos factores.

Este año parece que llega con retraso debido al otoño y el invierno cálido que hemos tenido hasta hace poco, pero en los diferentes centros de atención primaria del país, que actúan como centinelas para dar la alerta de la llegada de una epidemia, se aprecia un crecimiento paulatino de los casos de gripe. Ello indicaría que el punto de epidemia está cerca; hay que tener en cuenta que cuantas más personas la padecen, más se acelera el contagio a otros individuos que están en sus cercanías y con los que comparten el aire.

No está de más, por lo tanto, hacerse unas cuantas preguntas sobre cómo se afronta esta enfermedad de la manera más eficaz, barata y saludable. En ellas se da respuesta a dudas frecuentes y se desvelan mitos que, a pesar de ser reiteradamente desmentidos, se perpetúan de un año a otro.

1. ¿La gripe solo se da en invierno?

Una epidemia de gripe puede producirse en cualquier época del año, pero es mucho más probable que se dé en otoño e invierno, al menos en los climas mediterráneos, por varias razones. La primera es que el virus de la gripe vive mucho mejor en temperaturas bajas que en las altas, con lo que se ve favorecida su resilencia en el aire cuanto más frío sea este y durará menos cuando hace calor.

Los expertos calculan que, de media, puede mantener su capacidad de infectar durante una semana en el cuerpo humano. En cambio pasa a durar 30 días a temperaturas de 0 Cº y mucho más a bajas temperaturas. La segunda razón es que el frío seco favorece su transmisión por la sequedad de las fosas nasales -recordemos que es una enfermedad que se trasmite por la respiración-, algo que se produce en época de pocas lluvias como es el invierno.

La tercera razón es que el cuerpo humano se ve inmunodeprimido (con menos defensas) durante la época de menor iluminación solar, es decir en otoño e invierno. A favor de la inmunodepresión también intervienen los cambios bruscos de temperatura, sobre todo nocturnos. La gripe infecta con mayor facilidad una persona inmunodeprimida que otra con un bien nivel de defensas, si bien las personas con altas defensas también pueden ser infectadas.

Una cuarta razón es que cuando llega el frío tendemos a estar más en espacios cerrados, con lo que la transmisión del virus es más probable. Además, los niños encerrados en las aulas son un factor que multiplica la explosividad de la epidemia, y en otoño e invierno es cuando más horas pasan en clase.

2. ¿Qué medicamento funciona mejor contra la gripe?

La respuesta es ninguno. En realidad no hay ninguna sustancia química que pueda con la gripe, por lo que la única solución es acostarse en la cama y tratar de pasarlo lo menos mal posible. En cambio sí hay un fenómeno físico capaz de acabar con este dichoso virus: la fiebre. En efecto, la fiebre no la provoca la gripe, sino nuestro cuerpo para elevar la temperatura y así reducir la eficacia infectiva del virus.

Es cierto que existe un cierto, bajo, peligro de que la fiebre se descontrole si excede los 40 Cº o se mantiene largo tiempo, supongamos que varias horas, en estos niveles. La fiebre excesivamente alta puede provocarnos lesiones importantes e incluso la muerte, por lo que conviene tener a mano sistemas para bajarla. Los antiinflamatorios como el Ibuprofeno, o los vasodilatadores como la aspirina o el paracetamol, ayudan a mejorar la circulación sanguínea y por tanto la refrigeración corporal, de modo que bajan la temperatura.

3. ¿Sirven de algo los antigripales clásicos?

Es una cuestión polémica, puesto que tienen sus detractores y sus defensores. En principio de modo preventivo no tienen ningún efecto real desde el punto de vista de evitar la infección. Sin embargo, sí es cierto que si notamos los primeros síntomas, estos productos (Frenadol, Aspirina Complex, Bisolgrip, Calmagrip, Couldina, Desenfriol...) que mezclan compuestos vasodilatadores, antiestamínicos, antiinflamatorios y antitusivos, pueden ayudar a hacer la enfermedad más ligera.

El motivo es que mejoran la circulación de la sangre y la secreción de mucosas, con lo que aumentamos la protección ante una posible propagación del virus por nuestro cuerpo. Ahora bien, se trata de productos agresivos que se recomiendan como respuesta de emergencia, no para tomar de forma preventiva a diario, porque en tal caso intoxicaremos nuestro hígado y mataremos nuestra flora intestinal. Conclusión: no está de más tenerlos a mano pero no nos salvarán si ya estamos metidos de lleno en el proceso.

4. ¿Hay remedios naturales efectivos?

Los remedios naturales no son tales, pero sí tienen algunos efectos positivos al ayudar a pasar el proceso de la mejor manera posible. Las infusiones de agua caliente con zumo de limón y miel nos mantendrán hidratados frente a una enfermedad que nos hará sudar mucho y por tanto nos deshidratará. El líquido caliente emite vapores que humedecerán las mucosas y la tráquea y harán que el sistema respiratorio responda con más elasticidad ante la tos, por lo que esta será menos dolorosa.

El limón y la miel contienen elementos broncodilatadores y antitusivos (reducen la tos) que nos ayudarán a respirar mejor. Respecto a los vahos de eucalipto, que poseen el broncodilatador eucaliptol, no se recomiendan en niños menores de tres años. Finalmente, el tomar muchos zumos con vitamina C o suplementos de la misma no se ha demostrado eficaz, puesto que lo normal es que en nuestra dieta diaria haya niveles suficientes.

5. ¿Hay alimentos que se deben evitar durante una gripe?

En general la alimentación pesada y sólida, con salsas o mucha grasa, es contraproducente por indigesta. Lo mejor es dar poco trabajo al estómago y tomar caldos calientes de ave, que sumarán a su aporte nutritivo el efecto humectante, hidratante y broncodilatador, así como el pollo a la plancha, la tortilla o el pescado, que son ligeros y de fácil digestión. La leche caliente también está indicada.

Además son recomendables los yogures porque ayudan a mantener la flora microbiana intestinal, que seguramente se verá mermada por la medicación, y en el caso de que la gripe nos haya afectado el aparato digestivo y tengamos diarrea. Adicionalmente, el puré de patata, las espinacas, las alcachofas hervidas o su zumo pueden ayudarnos.

6. ¿Hay vacunas contra la gripe?

Hay algunos tipos de vacunación contra una o varias de las principales cepas del virus de la gripe que pueden ser efectivos de manera preventiva, aunque mucho menos cuando el proceso gripal está ya en marcha. De todos modos no se trata de vacunas universales, sino que deben ser rediseñadas anualmente, porque el virus de la gripe muta muy rápidamente y presenta nuevas cepas que hacen inútil la vacuna de años anteriores.

Además, dado que pueden presentar algunos efectos adversos, solo se recomienda en grupos de riesgo, como ancianos, excluyendo a enfermos de determinadas enfermedades, sobre todo pulmonares y cardíacas. Por otro lado, al tener que rediseñarse las vacunas con antelación a la epidemia, su eficacia no es elevada, ya que se preparan en base a un cálculo adelantado sobre qué cepas serán las mayoritarias, pero sin certeza absoluta. Actualmente varios grupos de investigadores buscan una vacuna universal que sea efectiva más allá de las mutaciones del virus. 

Otro cantar es el Tamiflú, un medicamento fabricado por Roche y que arrastra una larga polémicauna larga polémica. El Tamiflú es el protagonista de una evaluación científica publicada por British Medical Journal en 2014 de la que se concluía que su eficacia es mucho más baja de lo que presume Roche. Además se discute si el medicamento tiene más efectos adversos que positivos, incluso si puede provocar alteraciones neuropsíquicas en niños y adolescentes. El Gobierno español gastó 50 millones de euros en Tamiflú durante la crisis de la gripe asiática de 2009.

7. ¿La gripe puede ser mortal?

En general y por sí mismo -excluyendo grupos de riesgo, como niños pequeños y ancianos expuestos a cepas de gran virulencia-, el virus de la gripe no es mortal si observamos los mínimos cuidados. Esto es: evitamos fiebres altas prolongadas y estamos atentos a las complicaciones bacterianas pulmonares (neumonías), que pueden presentarse por la propia inmunodepresión que provoca el cuadro gripal. Solo en este último caso deben tomarse antibióticos.

Tanto en el caso de la gripe aviar o asiática de 2006-2007 como en la llamada española de 1918 y en otras, la alta mortalidad se produjo más por las condiciones de miseria, la falta de atención adecuada y las complicaciones por infecciones bacterianas no tratadas, si bien se trató ciertamente de cepas de virulencia inusitada. 

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