Tratamientos biológicos contra artritis y psoriasis: ¿qué riesgos tienen?

Foto: kfuhlert

Jordi Sabaté

Mariló nos ha escrito recientemente recordándonos la petición que nos hizo el pasado junio y que olvidamos estudiar: “Me gustaría saber su opinión sobre los tratamientos biológicos contra la psoriasis/reuma/artritis (en qué consisten, cómo funcionan y si son efectivos). He leído varias informaciones contradictorias sobre el tema, en general positivas, pero también sobre efectos secundarios que lo son menos”.

A pesar de que el tema que nos comenta nuestra socia es complejo y de amplio abasto, está interconectado por la cercana naturaleza de las enfermedades citadas y tiene especial interés por la novedad de los tratamientos referidos, su desarrollo en el futuro y sus posibles efectos secundarios. Así que tras pedir disculpas a Mariló, pasamos a esclarecer, a un nivel muy general, lo que nos pide.

Artritis y psoriasis, enfermedades complejas

Antes que nada, hemos decidido incluir el reuma dentro de la artritis, puesto que este último término ha servido para acoger casi todas las variantes de trastornos y enfermedades inflamatorias con causa autoinmune, y a veces no, relacionadas con las articulaciones. A grosso modo, tal y como describimos en su día en nuestro artículo ¿Cuál es la diferencia entre artritis y artrosis?, la artritis reumatoide viene a ser la consecuencia de varias posibles causas y tiene como síntoma una inflamación de la bolsa sinovial.

Dicha bolsa es una membrana que se sitúa entre las articulaciones y posee en su interior el líquido sinovial, un lubricante que hace de cojinete para absorber el roce entre los huesos y evitar así que se erosionen, se desgasten y causen dolor. Esta bolsa, en el caso que nos ocupa, se inflama por la acción de ciertas moléculas cuya creación es estimulada por los linfocitos, es decir nuestro sistema inmunitario. Es por ello que la conocemos como enfermedad autoinmune, porque en cierta manera nuestro sistema de defensas nos ataca debido a determinados desequilibrios y mensajes erróneos que recibe sobre ataques exteriores.

El resultado es que la inflamación de las bolsas sinoviales provoca grandes dolores episódicos a las personas que padecen artritis. Para colmo de males, la lucha contra esta enfermedad es compleja al poder tener muchas causas, desde el estrés, a la equivocada expresión algunos genes, síndorme metabólico, tabaquismo, etc.. Además, al ser una enfermedad crónica, los tratamientos suponen una medicación continuada que en algunos casos puede ser contraproducente. Se calcula que la artritis afecta a cerca de 50 millones de personas en el mundo.

Algo parecido sucede con la psoriasispsoriasis, otra enfermedad compleja, también autoinmune y en cuyo desarrollo intervienen múltiples factores, aunque recientes estudios destacan el papel de la expresión de ciertos genes en su aparición y distintos grados de gravedad. La esencia es la misma que la de la artritis: hay algún factor, genético o toxicológico, que despierta al sistema inmunitario propio y le obliga a actuar como si hubiese una emergencia, atacando a las células del propio cuerpo de distintos modos.

En la psoriasis son los linfocitos T4 CD4+ (defensas) los que obligan a las células de la piel a reproducirse de manera desaforada al estimular la producción de unas proteínas llamadas citoquinas. Esta alteración hace que las células de la piel se dividan y mueran aceleradamente, dejando placas de células muertas en determinadas zonas del cuerpo, que además producen picores. Dichas placas pueden ser muy incómodas y estéticamente desagradables, con lo que la enfermedad incide psicológicamente en la persona. Algunos cálculos aseguran que entre el 2% y el 3% de la población mundial padece esta enfermedad.

Tratamientos biológicos e inmunodepresión

Al igual que en el caso de la artritis, la psoriasis puede tener diversos grados y además suele ser crónica, con lo que ha implicado hasta ahora el uso de diversos tratamientos que, al parecer, no funcionan de modo óptimo ante los casos más graves. Para estos, se han desarrollado en los últimos tiempos nuevos tratamientos conocidos como biológicos, que se basan en el uso de determinadas moléculas que por un lado inhiben la creación de compuestos inflamatorios (como el TNF-a en el caso de la psoriasis) y por el otro “distraen” a los linfocitos para que no ataquen a las células propias. Sus ventajas son que al conseguir la atención del sistema inmunitario, este deja de atacarnos.

Sin embargo, este hecho es también su principal inconveniente -y el motivo de que se aplique solo en los casos más graves de estos trastornos-, ya que al “distraer” al sistema de defensas del cuerpo, aunque dejan de atacarnos, tampoco atacarán a diferentes gérmenes oportunistas que puedan penetrar en nuestro sistema. Es decir, estaremos inmunodeprimidos. Un ejemplo de persona inmunodeprimida es una persona enferma de VIH, que puede padecer múltiples infecciones por su desprotección inmunitaria.

Según una evaluación de 2013 de la iniciativa Cochrane sobre diversos estudios al respecto, se puede inferir, con los datos que se poseen, que las personas con artritis, psoriasis, y otras enfermedades autoinmunes multifactoriales, sometidas a tratamientos biológicos, tienen a corto plazo una significativa mayor probabilidad de padecer infecciones graves. Es por ello que estos tratamientos se limitan solo a casos donde el restos de tratamientos han fallado y los episodios son graves. Por el momento y dada su novedad, no hay grandes estudios a largo plazo.

Según este folleto informativo del consorcio de salud Parc del Mar de Barcelona, “los fármacos biológicos están contraindicados en infecciones activas (incluyendo tuberculosis, el virus del VIH y la hepatitis VHC o VHB), en pacientes que han pasado un cáncer o un linfoma y en el embarazo. En el caso de los tratamientos antiTNF-a, también estarían contraindicados los antecedentes personales o familiares de esclerosis múltiple, la insuficiencia cardiaca moderada-grave y los procesos autoinmunes”.

El citado consorcio insiste en que “antes del tratamiento se tienen que hacer una serie de exploraciones: una analítica completa que incluya serologías de infecciones víricas (VIH, VHB y VHC), análisis de orina, la prueba de la tuberculina y una radiografía de tórax; en mujeres, se tiene que realizar un test de embarazo y durante el tratamiento, se realizarán análisis de sangre y de orina periódicas”. Finalmente subraya que “en mujeres, hay que utilizar un método anticonceptivo eficaz para no quedarse embarazada”.

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