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Ocho motivos para visitar Zaragoza que no te habían contado antes

Foto: Jordi Sabaté

Elisabeth G. Iborra

1. Belleza monumental. Sí, en serio

En Zaragoza quedan vestigios de todas las civilizaciones que la han conquistado. Empezando por las murallas romanas, con cuyas piedras los ricos se construyeron sus palacios en el arterial Paseo Independencia. Siguiendo por el Torreón de la Zuda, uno de los pocos que se conservan de la denominada Ciudad de las Torres, y parte del Patrimonio mudéjar de la ciudad.

El mismo está reconocido por la UNESCO y la muestra más monumental es el muro de la Parroquieta de La Seo, auténtica muestra del mestizaje cultural, como el Palacio de la Aljafería, arquitectura hispano-musulmana del s. XI.

La capital fue primero Salduie, fortaleza ibero-sedetana, y, después, la Caesaraugusta romana, que abarca desde la plaza de la Basílica del Pilar hasta el Coso, antiguo corso latino, con el Museo de las Termas Públicas, el del Foro, el del Puerto Fluvial y el del Teatro Romano, así como el Arco del Deán, detrás de La Seo.

2. Del renacentismo a la naturaleza

De la Zaragoza renacentista, que da muestra de la riqueza de Aragón allá por el siglo XVI, hay que visitar sus Casas-palacio como el de Sástago, el de Los Morlanes, actual Filmoteca; el de los condes de Sástago, sala de exposiciones; de los Marqueses de Montemuzo, de los Torrero, de los Pardo, la Casa de Armijo, la Real Maestranza de Caballería o La Lonja...

Tampoco debe dejarse de lado el Patio de la Infanta o el renacentista el Palacio de los Condes de Argillo, reconvertido en Museo Pablo Gargallo, junto a la Iglesia de San Felipe. Un buen plan es pasear por la regenerada ribera del Ebro, con sus chiringuitos, y por el parque del Tío Jorge. Atravesando el puente de Piedra, se llega a la plaza del Pilar. A partir de ahí se sube desde la calle Alfonso, todo el paseo de la Independencia y la Gran Vía, hasta el Parque Grande, ideal para el domingo después del brunch en el Dolce Vita.

3. Cultura alternativa

El artista plástico Lalo Cruces recomienda las representaciones del Teatro Principal, así como a las exposiciones del Centro Arte y tecnología Etopía y del Museo Goya Ibercaja. Son muy valorados los eventos del edificio Caixaforum, cuya arquitectura es tan interesante como la de la zona Expo.

Se mueven también muchas sesiones de dj’s, festivales y conciertos por la Sala López, la sala Kingkong y La Lata de Bombillas. Sin olvidar el Festival Asalto y el Slap Festival. Tocan muchos grupos en el Juan Sebastián Bar, donde tienen lugar los monólogos del Club Desastre. Y, para los canallas, el cabaré del Plata siempre es un broche erótico-festivo para la noche.

4. Shopping de tendencias y mercadillos

Zaragoza se presta al consumismo, especialmente en “la zona” de León XIII, donde la tendencia Pop Up se ha extendido a diferentes bares y espacios en los que se puede comprar mientras degustas, hablas y te diviertes, como el Marengo Bar & Deli, propulsor de la moda del vermú de los sábados a mediodía.

También el casco antiguo tiene sus pequeñas boutiques, como Träd Market, un espacio único donde te puedes probar ropa o pedir que te la hagan a medida los sastres de Hay Tormenta, mientras el resto de la familia curiosea entre libros, bisutería de cremalleras, lámparas con botellas de agua, etc.

Además, Las Armas acoge su ya tradicional mercado el segundo domingo de cada mes. Y algún domingo puntual, se traslada a las afueras el Almenara Market para compras, gastronomía y actividades paralelas.

5. Vinos, vinaterías y bodegas que has de conocer

Aragón es una de las regiones cuyas denominaciones de origen están destacando sobremanera. Os recomiendo intentar probar por copas el PI, de Bodegas Langa, y Sed, El vino del desierto (de los Monegros), en la Bodega Almau y el Mesón Martin, donde también podrás llevártelos empaquetados. Un buen lugar para comprar vinos aragoneses es la tienda Tome Vinos del enólogo Michael Cooper, que tiene además marcas de su propia selección.

6. Huevos rotos, croquetas y migas; la reinvención

Los huevos rotos son una especialidad aragonesa irrenunciable: inmejorables los de foie del Doña Casta, entre otras variedades. Sus croquetas también son de premio (literalmente), si bien compiten con las del Cervino, hasta de cigalas y manitas o txangurro... Ambos tienen sus restaurantes y una sede en el centro gastronómico Puerta Cinegia.

En el mismo Tubo, Algo Más les hace digna competencia, así como a La Miguería, que es el especialista en las clásicas migas. También el Bula sorprende con las croquetas de borraja y sepia, de ternasco y de gamba y gulas.

7. Tapas que dan para premio

Los concursos de tapas en Zaragoza son un reto constante para el gremio. El próximo es en noviembre. Muchos premios luce la barra del Meli Meló, un reclamo para los sentidos con chistorra gratinada, bola de yuca y 'chupachups' de ternasco. Casa Pedro ha ganado también unos cuantos y quedó finalista del Concurso Nacional de Tapas. Lo mejor: su canelón de pintada. El Broquel y El Bandido, así como Casa Unai, bien merecen ser mencionados.

8. Ternasco y carnes a la piedra

En Aragón el ternasco es la carne reina. La bodega de Chema es el especialista por antonomasia, pero no se quedan cortos la Parrilla Albarracín y Casa Royo. La Ternasca es una taberna nueva del Tubo donde todo gira entorno al ingrediente rey. Finalmente, La Lobera de Martín, el experto en chuletón a la piedra, ha modernizado su sistema para que te vayas haciendo sus filetitos al punto. Y La Piedra es más modernillo pero mantiene la piedra caliente tradicional.

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