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Hacer política en positivo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el resto de la bancada socialista aplauden a la ministra de Economía, Nadia Calviño durante el pleno celebrado este miércoles en el Congreso.

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La entrega física del Proyecto de Ley de Presupuestos es el momento en que se inicia el curso político, aunque tanto el Congreso de los Diputados como el Senado reanudan su actividad en los primeros días de septiembre. La transcendencia que tienen los Presupuestos es de tal magnitud, que es el único proyecto de ley al que se refiere expresamente la Constitución, que incluso fija la fecha en que tiene que ser remitido por el Gobierno a las Cortes Generales.

La Ley de Presupuestos es una ley, pero no es una ley más, sino una ley distinta a todas las demás, como la propia Constitución nos recuerda, al diferenciar en el artículo 66.2 de la Constitución la “potestad legislativa” de la “potestad presupuestaria” como dos funciones distintas de las Cortes Generales.

Aunque la entrega física se llevó a cabo este jueves, el debate sobre los Presupuestos se inició el miércoles en la sesión de control semanal del Gobierno, en la que asistimos a una suerte de ensayo sobre lo que será la sesión del debate de totalidad, en la que se tendrán que tomar decisiones sobre la o las enmiendas a la totalidad, si las hubiere. Tras lo visto, podemos dar por seguro que tales enmiendas serán presentadas, pero también que serán rechazadas, quedando abierto el camino para la tramitación parlamentaria, que consumirá el primer trimestre del curso parlamentario. 

No recuerdo ninguna otra ocasión en la que haya ocurrido esto. El debate de totalidad de los Presupuestos no ha venido precedido hasta la fecha por un debate político de tanta intensidad, como el que se produjo esta vez. El interés del debate presupuestario ha quedado desplazado del Presupuesto como un todo al debate de las diferentes enmiendas parciales que se presenten, fundamentalmente por parte de los partidos que acabarán aprobándolo.  

Con su intervención del pasado miércoles, los partidos de la derecha española ya han enseñado sus cartas. No a todo. No sólo no son unos Presupuestos sociales, como dijo el PP en la tribuna del Congreso y su presidente, Núñez Feijóo, en declaraciones a la prensa, sino que ni siquiera benefician a un solo ciudadano o ciudadana, como dijo Espinosa de los Monteros. Ya han dicho todo lo que tenían que decir y no cabe esperar nada de ellos en el debate parlamentario propiamente dicho. 

Distinta será, sin duda alguna, la participación de los partidos que aprobaron la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Hasta el momento ha habido un muy intenso debate entre los dos socios del Gobierno de coalición, que no está cerrado por completo. Ahora llega el turno de los socios de investidura, que son materialmente los mismos que aprobaron la moción de censura en 2018. Me imagino que el Gobierno sabe que no va a ser fácil. Me imagino también que los partidos que no están en el Gobierno saben que tampoco para ellos lo será.

El debate de estos Presupuestos, pero no solamente el debate de los mismos, sino el de todas las leyes aprobadas en esta legislatura y de las que quedan por aprobar, como la Ley Trans o la Ley del Aborto, han evidenciado que hay una mayoría muy sólida en torno a un proyecto progresista para la sociedad española en su conjunto. Se ha debatido mucho entre los socios de Gobierno y con los partidos que apoyaron la investidura. Ha habido incluso encontronazos. Pero ha quedado claro que hay una mayoría no solo contraria al proyecto de las derechas españolas, sino favorable a políticas públicas solidarias y progresistas. 

De aquí hay que partir para las próximas confrontaciones electorales de 2023. Hay que ir a las elecciones con programas en positivo, poniendo en valor lo que se ha hecho en la legislatura. Hay que confiar en que la sociedad española sabrá reconocer el trabajo bien hecho. El tono del discurso del pasado miércoles de Nadia Calviño debe ser el que domine las intervenciones no solo de los partidos del Gobierno, sino de todos los partidos de la investidura, porque todos ellos han hecho posible que se haya podido llegar hasta el final de la legislatura y que se hayan introducido o consolidado avances democráticos más que notables.

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