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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Colonia Dignidad: un escándalo que debe aclararse

Wolfgang Kaleck

Desde hace pocos días se exhibe en los cines alemanes la película Colonia Dignidad (título original: Colonia Dignidad-Es gibt kein Zurück). La película trata sobre la secta alemana del mismo nombre que abusó sistemáticamente durante décadas de niños chilenos y alemanes, además de torturar y hacer “desaparecer” en su territorio y dependencias a muchos opositores de la dictadura militar chilena.

La película ya ha logrado un objetivo: por fin se dirige la atención hacia uno de los mayores escándalos de la antigua República Federal Alemana (RFA). Un escándalo que hasta hoy no ha sido aclarado totalmente y cuyo daño, por ello, aún no ha sido reparado.

Desde la caída del Muro de Berlín en 1989, la historia de la RFA se ha relatado como un período de desarrollo exitoso y continuo hacia una democracia que funciona. Pero las manchas que ensucian esta historia, como por ejemplo la participación activa de la elite nazi en la construcción de la RFA o la ignorancia de su justicia ante los crímenes nazis, no son parte del relato conocido, al menos, para el público en general. Lo mismo sucede con el sinnúmero de crímenes perpetrados por el bloque del Oeste y sus aliados, tanto en las guerras de liberación desarrolladas en las colonias, como en los múltiples conflictos militares y sociales acaecidos en Latinoamérica, África y Asia. La lucha contra el comunismo durante la guerra fría justificaba el uso de prácticamente cualquier medio.

En la misma línea, hubo tolerancia y silencio respecto a la cooperación entre los exiliados alemanes y la sangrienta dictadura militar chilena. Así, la diplomacia, los servicios de inteligencia, ciertos partidos políticos de derecha como la CSU y fundaciones afines como la Hanns-Seidel, formaron todos parte de la misma trama.

Por eso, cuando recientemente un amigo periodista me preguntó cómo era posible que esta secta gozara de impunidad durante décadas -y no solo en Chile, sino también en Alemania-, simplemente le respondí que yo me venía preguntando lo mismo desde hacía mucho tiempo.

Ya en 1961, cuando el fundador y líder de la secta, Paul Schäfer, escapó desde Alemania a Chile, había procesos abiertos contra él por abuso de menores en Alemania. Los enormes y fortificados terrenos de la Colonia Dignidad -en el sur de Chile- fueron el lugar perfecto para que Schäfer y sus secuaces pudieran torturar, maltratar y abusar, durante años, de generaciones completas de niños y jóvenes de la colonia y sus alrededores. Todo ello sin tan siquiera ser molestados por la justicia chilena o la alemana.

En realidad, no hay explicación convincente para la impunidad reinante en este caso y en otros similares. De hecho, tanto el líder de la colonia como Hartmut Hopp -mano derecha de Schäfer y médico de la secta- pudieron viajar durante décadas libremente como representantes de la colonia en Chile hacia y desde Alemania. No existía una orden internacional de detención en su contra, ni había intención de obtenerla.

La situación comenzó a cambiar en el año 2000, cuando a raíz de la detención en 1998 de Pinochet en Londres, y gracias a la mayor apertura y conocimiento de la gente, la justicia chilena se ocupó de los crímenes cometidos durante la dictadura. Schäfer fue detenido y juzgado, falleciendo poco después. Otros perpetradores de la colonia también fueron juzgados y castigados por sus delitos en las cárceles chilenas.

Sin embargo, Hopp huyó en 2011 a Alemania y vive desde entonces en Krefeld, una pequeña ciudad en Renania (Norte Westfalia). Fue necesario que el European Center for Constitutional and Human Rights presentara una denuncia en su contra, como cómplice de graves abusos sexuales cometidos contra niños y del asesinato de tres opositores a la dictadura, para que se instruyera un sumario y se iniciaran investigaciones judiciales. De todos modos, esto es mucho más que lo logrado durante los años 70, 80 y 90 por la fiscalía de Bonn. Pero hasta ahora el proceso no ha conducido ni a una demanda criminal ni a una orden de detención en su contra.

Actualmente, gracias a que la justicia chilena ha tomado la iniciativa y la prisa necesarias, se materializa la posibilidad de obtener una sentencia condenatoria contra Hopp. Hoy, y dado que no fue posible obtener su extradición, la justicia chilena intenta que se cumpla la sentencia condenatoria dictada en su contra en Chile por abuso de menores. Naturalmente, si la justicia de Krefeld accede, no se va a aclarar el escándalo de décadas, ni habremos reparado el daño causado. Pero, al menos, sería un paso que hemos esperado desde hace mucho tiempo y que sin duda va en la dirección correcta.

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