Derecho y subversión: los juristas del horror

Ingo Müller es un jurista comprometido con iluminar el pasado de los juristas y del pensamiento jurídico en Alemania como casi nadie lo ha hecho en ese país. Decidió abordar, y aborda de manera crítica y apasionada, el mito de la Stunde Null [Hora Cero] en la historia alemana. Es decir, la idea de que después de la victoria sobre el nacionalsocialismo, en mayo de 1945, el Estado alemán habría comenzado una nueva era porque la élite de Alemania Occidental se habría vuelto rápidamente demócrata, y habría contribuido así a redactar la historia del triunfo democrático de la República Federal de Alemania.

Los Aliados (especialmente Robert Jackson, el fiscal estadounidense de los juicios de Núremberg) habían preparado un programa de la fiscalía muy ambicioso para llevar ante la justicia no solo a los agentes económicos, sino también al resto de apoyos del régimen, como médicos y juristas, por su contribución al sistema nacionalsocialista. También han llegado hasta hoy sentencias históricas contra un pequeño grupo de acusados con motivaciones llamativas. Pero en el Estado de la Alemania Occidental, necesario como baluarte contra el comunismo en la Guerra Fría, el procesamiento contra los grupos de profesionales mencionados se llevó a cabo de manera muy lenta. Al final, en el caso de los juristas, incluso los jueces más sanguinarios de los tribunales militares y los jueces del Tribunal Popular quedaron impunes.

Esta historia inspiró a Ingo Müller en su libro recientemente reeditado en Alemania (y traducido al castellano en 2009 por una editorial colombiana): Los juristas del horror. La justicia de Hitler: el pasado que Alemania no puede dejar atrás. Esta obra describe la justicia alemana y sus infamias desde 1933 hasta 1945. Aunque no fue eso lo que nos llenó de rabia a nosotros, jóvenes estudiantes de Derecho, cuando leímos esta obra, primeramente publicada en 1987. Fueron las inquebrantables carreras profesionales de las que hablaba.

La de Hans Puvogel, autor del alegato a favor de “la eliminación de los discapacitados mediante la muerte”, que fue Ministro de Justicia de Baja Sajonia en 1976 (!). O la del Presidente del Estado federal Baden-Wurtemberg, Hans Filbinger, que ejerció como Juez de la Marina y que el 29 de mayo de 1945, tres semanas después del final de la guerra, condenó a un soldado por insubordinación porque este se había quitado el emblema nazi de su uniforme desde el 1 de mayo, es decir, una semana antes del fin del conflicto. Filbinger consideró que este acto era “una gran traición”. Antes, había dictado sentencias de muerte, y en 1978, el escritor Rolf Hochhuth, le criticó de manera vehemente por ello. Treinta años más tarde, Filbinger todavía defendía sus condenas y a toda su generación; por ello Hochhuth lo tachó de “jurista del horror”, lo que inspiró el título del libro de Müller.

Müller cuenta el espantoso trato desigual que recibieron los culpables, que percibieron pensiones sustanciosas por sus importantes cargos en el pasado, y las víctimas, a quienes no se les compensó tras las condenas por la llamada Rassenschande (“vergüenza racial”). También habla de las amnistías concedidas a los autores de delitos y del procesamiento contra 125.000 comunistas, en parte llevado a cabo por los mismos juristas que se habían enfrentado a quienes habían estado activos en la resistencia antes de 1945 (para más información, puede consultarse también el libro de Alexander von Brünneck, Politische Justiz gegen Kommunisten in der Bundesrepublik Deutschland 1949 – 1968 [Justicia política contra los comunistas en la República Federal de Alemania 1949 – 1968]).

En resumen, Los juristas del horror debería ser una lectura obligada para todos los juristas. Aunque ni la justicia ni la jurisprudencia de hoy en día se pueden comparar con las de la época de posguerra (hasta los años 80), aún adolecemos de la pérdida de la cultura del Derecho por la extinción física e intelectual de la jurisprudencia de izquierdas, liberal y judía.