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Cuba, disección a golpe de cómic

Cuba, disección a golpe de cómic

EFE

París —

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Hechizado por la vetusta belleza de los automóviles estadounidenses fabricados antes de 1960 que aún circulan por las calles de La Habana, el dibujante francés Lapin viajó a Cuba para elaborar un catálogo ilustrado de esas reliquias rodantes, los “almendrones”.

Pero sucumbió a la plasticidad de la isla, a sus contradicciones, y a sus gentes y, tres semanas después, regresó a Europa con mucho más que un inventario en tinta y acuarela de esos prodigios de la mecánica y víctimas de la política que entraron en la isla antes de que en 1960 Estados Unidos decretara el embargo a las exportaciones a Cuba.

Bajo el brazo, Lapin se trajo un cuaderno de viaje abarrotado con 150 bocetos que resumen, a vuelapluma y con técnica mixta, gran parte de la realidad cotidiana de ese peculiar rincón del Caribe.

“Habría sido un fallo por mi parte no tratar también a los cubanos, la economía, la gente, la censura...”, explica el autor a EFE por teléfono desde su residencia en Barcelona.

El volumen, un álbum forjado con trazo nervioso y tonos suaves que edita “La boîte à bulles”, llega a las librerías francesas con el título “Cuba, año 56 de la Revolución. Carné de viajes (bajo embargo)”.

Entre los apuntes pictóricos de Lapin se cuentan las fachadas de edificios Art Decó y de edificios singulares como el Hotel Habana Riviera, construido con financiación de las mafias de Atlantic City.

También se hallan sus impresiones sobre la Feria del Libro de La Habana, donde licencias de Hello Kittie, Angy Birds o el FC Barcelona conviven con manuales marxistas y volúmenes de traducciones soviéticas descatalogadas.

El artista dedica una generosa parte de sus 192 páginas a los cerca de 75.000 Mercurys, Fords, Chevrolets o Cadillacs, algunos de cerca de un siglo y de cuatro décadas los más jóvenes, que cada día pasean su encanto mecánico por los caminos cubanos.

Pero también a Julio, un niño de 12 años que interrumpe un partido de fútbol para recitar las gestas de los padres de la patria; a Juan, un revolucionario de 83 años entristecido al comprobar que la juventud se aleja de sus ideales; a Peter, un alemán, doctor en economía por la Universidad de Roma invitado por Raúl Castro para pronunciar una conferencia...

“Me sorprendió su apertura de espíritu, su simpatía, su trato cercano y su libertad de pensamiento, a pesar de todo” y también “la rápida evolución de la isla o su occidentalización”, relata Lapin, artífice de un recorrido desordenado y tierno, labrado a golpe de rotulador.

La colección de instantes que atrapa Lapin en su libro no es el único relato ilustrado sobre la singular realidad económica y social de Cuba que se ha colado en el universo del cómic en Francia, donde el sector generó el año pasado 417 millones de euros (unos 520 millones de dólares).

La misma casa de edición, “La boîte à bulles”, ya había publicado el año pasado dos álbumes inspirados en la situación geopolítica de la isla.

“Primavera Negra”, coeditado con la organización Amnistía Internacional, reportajea en 82 páginas a color firmadas por Thomas Humeau y Maxece Emery la biografía del disidente cubano Alejandro González Raga, encarcelado en la isla en 2003 y desterrado a España en 2008, tras un acuerdo diplomático entre Madrid y La Habana.

Las penurias del expreso político, condenado en un juicio sumarísimo tras años de lucha a favor de la libertad de expresión en Cuba, no se alejan demasiado, en el fondo, del álbum “Benigno, memorias de un guerrillero del Ché”.

En sus viñetas abigarradas con factura en blanco y negro, Christophe Réveille y Simon Géliot recrean la historia vital de Benigno, un joven cubano que se alistó en Sierra Maestra con los “barbudos” liderados por Fidel Castro después de que militares del dictador Fulgencio Batista asesinaran a su esposa embarazada y quemaran su casa.

El libro rastrea la biografía de un guerrillero accidental que combatió con el Ché Guevara en Cuba y en Bolivia y que ocupó puestos de responsabilidad en las filas castristas antes de caer en el desencanto revolucionario y terminar exiliándose en París en 1996.

Las desventuras de Benigno y de González Raga, o el cuaderno de viajes de Lapin, alimentan una amplia colección donde la isla sirve de telón de fondo en el noveno arte, como la serie “¡Hasta la victoria!”, de Stefamo Casini, o los álbumes “Castro”, de Reinhard Kleist; “Libertad. Che Guerava”, de Jean-François y Maryse Charles; o “Ché”, del coreano Kim Yong Hwe.

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