Los del ISIS no son vándalos, son iconoclastas
El grupo ISIS publicó este jueves, a través de las cuentas de redes sociales vinculadas al Estado Islámico, un vídeo de cinco minutos que muestra a un grupo de militantes en el interior del Museo de Mosul que, utilizando mazos y taladros, destruyeron varias estatuas y artefactos de esta localidad iraquí. El vídeo muestra también a un hombre vestido de negro perforando y destruyendo una deidad protectora asiria, la imagen de un toro alado, que se remonta al siglo VII a.C.
Los protagonistas del destrozo insisten que estas reliquias son símbolos que deben ser eliminados. Estas destrucciones son parte de una campaña de los extremistas del autodenominado Estado Islámico en la que han destruido varios santuarios, incluyendo sitios sagrados para los musulmanes, a fin de eliminar todo lo que ellos consideran una herejía.
“La destrucción del patrimonio cultural es censurable y criminal” defiende en New York Stephane Dujarric, portavoz de la ONU. Los medios internacionales están de acuerdo con él, y no han tardado en mostrar su repulsa con titulares que son apropiados en todo salvo en un detalle: los militantes del ISIS no han vandalizado el museo.
Vándalo es un término cuyo origen es un pueblo bárbaro de origen germánico oriental procedente de Escandinavia. Sería alguien que destruye artefactos porque no es capaz de apreciar su valor, ya sea simbólico, económico o social. Estos militantes del ISIS están muy lejos de ser vándalos, más bien al contrario.
“Nuestro profeta nos ordenó quitar todas las estatuas como hicieron sus seguidores cuando conquistaron nuestras naciones”, dice a la cámara el hombre vestido de negro. Destruyen objetos “herejes” precisamente porque aprecian su valor y temen o rechazan sus efectos. La palabra apropiada en este caso es iconoclasta, una palabra que se refiere al “hereje del siglo VIII que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, las destruía y perseguía a quienes las veneraban”.
Quema de libros
Situada en el norte de Irak, Mosul está actualmente tomada por los militantes del ISIS que quieren destruir cualquier símbolo ideológico que no sea islámico. Esta no es la primera vez que atentan contra el patrimonio de Mosul; en enero de este año saquearon la Biblioteca Central, rompiendo las cerraduras y tomando unos 2.000 libros. Días más tarde, los militantes irrumpieron también en la biblioteca de la Universidad de Mosul e hicieron una hoguera de cientos de libros de ciencia y cultura, destruyéndolos frente a los estudiantes.