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Jacobo Siruela: “El refinamiento es lo más grato de la civilización”
Jacobo Siruela, editor original y creativo, que lleva ahora a las librerías “El lector decadente” (Atalanta), antología de veinte autores franceses y británicos de finales del XIX, cree que el refinamiento “es una de las características más gratas de la civilización”.
Rompieron con el naturalismo, siguieron a Baudelaire, Valéry los definió como “artistas ultrarrefinados” y la crítica los designó peyorativamente “Los decadentes”, aunque realmente fueron los modernos y renovadores de su época: entre ellos, Gautier, Ducasse, Huysmans, Villiers de L'Isle-Adam, Bloy, Schowb, Mallarmé, Mirbeau, Lorrain, Wilde y Crowley.
Pregunta.- ¿Cómo surge esta antología?
Respuesta.- Un día compré una estupenda antología del movimiento decadente francés publicada por la neoyorquina Zone que pedía a gritos una clonación. Leyéndola, refresqué la memoria de otros libros ya leídos, y me pareció buena idea bucear en ese mundo literario, que sorprendentemente no ha perdido vigencia, para constatar que vivimos una época profundamente decadente, haciendo otra selección distinta con otros criterios, claro.
P.- ¿Por qué hay editores que no son amigos de antologías?
R.- Por mera sensatez. Una antología exige muchísimo más trabajo, pero con un resultado incierto e inexorablemente menos rentable. Así que invité a Jaime Rosal a participar en el proyecto y fuimos armando la antología disfrutando mucho, y luego decidí incorporar a los escritores ingleses, que nunca figuran en los aledaños de este movimiento.
P.- ¿Se considera un 'lector decadente'?
R.- Bueno, tu pregunta no te salva de la inclusión. Todos somos, de alguna forma, lectores decadentes, porque pertenecemos y respiramos en una época cínica y decadente.
P.- En medio de la explosión tecnológica, ¿la lectura es 'decadencia' o 'supervivencia'?
R.- ¡Pero si la tecnología es lo más decadente de todo! Aún siguen incluyéndola ingenuamente en las bonanzas del progreso, volviendo la espalda a sus desastrosos efectos sobre el planeta. Y, sin ir más lejos, Des Esseintes, el formidable personaje de Huysmans, paradigma de los decadentes, piensa que el tiempo de la naturaleza ha pasado y que debe de ser sustituida por el artificio. Y se imaginaba contemplando en su habitación un acuario de peces mecánicos, moviéndose entre hierbas artificiales.
P.- ¿Es inevitable la relación entre libertino y decadente?
R.- No. El decadentismo es una cierta forma de mirar el mundo y el libertino es una manera de vivir en el mundo sin cortapisas morales.
R.- ¿El refinamiento es siempre decadente?
P.- Decadente o no, el refinamiento es una de las características más gratas de la civilización.
R.- ¿Cómo acabó denominándose decadentes a quienes eran modernos y renovadores?
P.- Los progres de entonces, acérrimos partidarios del progreso y del naturalismo, denominaron “decadentes” a sus adversarios literarios, y estos, con mucho desparpajo, adoptaron con orgullo esta denominación para nombrar a su movimiento. Un siglo más tarde, los progres marxistas de finales del XX también tildaban de reaccionarios a estos escritores por razones meramente sociológicas. Y, sin embargo, leídos hoy con más perspectiva, tras años, que al parecer no acaban, de posmodernidad, vienen a ser, si atendemos a sus pulsiones estéticas literarias, los primeros autores netamente modernos, es decir, los precursores de las vanguardias.
P.- ¿Hoy día sigue siendo difícil defenderse del “asalto de la vulgaridad”?
R.- Sí, todos ellos lucharon con ahínco contra ella y contra la mediocridad. ¡Qué caras hubieran puesto si contemplaran el panorama actual, por ejemplo, político!
P.- ¿Qué diferencia a la editorial Atalanta de la editorial Siruela cuando usted la dirigía?
R.- Bueno, la pequeña escala siempre facilita el que se pueda tener más control sobre la línea editorial y más coherencia. Por eso, Atalanta no es una editorial de autores sino de ideas, que, con el tiempo, he ido madurando y reuniendo, junto a Inka (Martí), en una línea de pensamiento, digamos “heterodoxa”, si nos ponemos convencionales, sin dejar por ello de ser rigurosa y, desde nuestro punto de vista, profundamente necesaria.
P.- ¿Bloy demuestra que se puede ser reaccionario y decadente?
R.- También lo era Borges y, sin embargo, ha sido uno de los escritores del siglo XX que más renovó la literatura y que más perspectivas abrió. Digamos que el reaccionario tonto es un devoto y que el reaccionario inteligente, como Borges o Bloy, lo son por puro escepticismo.
P.- ¿Se atrevería a decir cuál es su autor favorito de la antología y por qué?
R.- Sería injusto limitarlo a uno. Los textos de Baudelaire, Huysmans y Schwob reflejan muy bien la sensibilidad decadente. Pero quizás el texto de Max Beerbohm, titulado “En defensa de la cosmética”, inédito en castellano, en el que se trata en un tono elevado y erudito algo tan trivial como el maquillaje, sea una obra maestra de la ironía.
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