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Kate Tempest, se acerca la tormenta

Kate Tempest, la nueva revelación del hip hop británico

Lucía Lijtmaer

Lo hace todo bien. Eso es lo primero que aturde. Borda todo lo que hace. Tiene 28 años y está llamada a ser la voz, no sólo de una generación, sino de varias disciplinas de su generación. Es rapera, poeta, música y próximamente publicará una novela. Una menuda rubia llamada Kate Tempest pulveriza las comparaciones odiosas con referentes de todas las épocas con su disco debut Everybody down y es uno de los nombres confirmados en Sónar 2015. Y, por el camino, arrasa con todo con lo que se cruza.

¿Quién es Kate Tempest? La respuesta es, cuanto menos, sintética. A Tempest no le gusta hablar de sí misma ni hacer declaraciones que no sean exclusivamente sobre su trabajo. Se sabe de ella que creció en el barrio de Brockley, al sur de Londres, en una familia obrera en la que su padre estudiaba de noche para sacarse el título de abogado. En clase comenzó a interesarle la literatura gracias a su profesora de la escuela secundaria, y de allí pasó a recitar en bares y espacios dedicados a la poesía antes de publicar su material y realizar el salto a un disco que está siendo la revelación de la temporada. Salvo que esta explicación es insuficiente y, además, no es cierta.

Para entender la fuerza y asertividad de la propuesta de Kate Tempest hay que ir, precisamente, a esos orígenes. Tempest creció en Brockley, en el distrito de Lewisham, una zona empobrecida del sureste de la capital británica, donde la población de origen africano, caribeño y asiático alcanza el 50% de los habitantes. Crecer en Lewisham en la década de los noventa supuso conocer ampliamente la tradición de jazz, spoken word y hip hop -en ese momento había en el barrio una docena de actuaciones gratuitas semanales con micro abierto-, y fue en esos locales donde Tempest empezó a recitar a los 16 años. La artista fue primero rapera que poeta, e intentó introducirse en el círculo del hip hop británico, muy competitivo, sin demasiado éxito.

Kate Tempest creció, además, en los confines una universidad muy peculiar: Goldsmiths College, un espacio que fue un campus plenamente integrado con la comunidad vecinal en la década de los sesenta y que obtuvo una sólida reputación en ciencias sociales, arte y música. Goldsmiths fue la joya de los Young British Artists -Damien Hirst, Steve McQueen o Sarah Lucas, entre otros- pero también un lugar de acogida para músicos. John Cale, Damon Albarn y Sarah Gillespie estudiaron ahí.

Tempest comenzó a tomar clases nocturnas en la universidad, y mientras buscaba un hueco en el spoken word alguien le sugirió que fuera a un slam de poesía a micro abierto. La comunidad poética resultó un espacio mucho más cómodo para la artista, que se hizo un nombre en poco tiempo y comenzó a recitar en bibliotecas, pubs y a ganar premios gracias a una obra directa y singular, recitada como una MC con acento del sur de la ciudad.

Una obra mitológica

En poco tiempo Kate Tempest acumuló un trabajo poético sorprendente y nuevo, donde conjugaba tradición y calle, y que le llevó a hacer giras con Billy Bragg y a trabajar con la Royal Shakespeare Company, entre otros. Esa mezcla narrativa resultó un éxito. No en vano, cita como mayores influencias a Virgina Woolf, Samuel Beckett y Wu Tang Clan.

En sus dos trabajos más notables, Brand New Ancients y Hold your Own, Tempest utiliza la mitología griega para acercarla a un mundo contemporáneo. Hold you own, su trabajo más autobiográfico, retoma el mito del profeta ciego Tiresias y contiene una sección donde relata su propia infancia, el acoso escolar y la homofobia en la primera adolescencia. Brand New Ancients -que le valió el prestigioso premio Ted Hughes por lo que se denominó una spoken story- utiliza también el hecho mitológico de la guerra para enfrentar a dos familias de su zona, el sur de Londres.

Y si de los orígenes se trata, a los orígenes se vuelve. Kate Tempest quería ser rapera y lo logró, finalmente, con su álbum debut, Everybody down, una especie de Ulises de nuestro tiempo en forma de pieza musical de doce canciones densas y ricas, narrada a través de tres personajes que luchan contra la soledad y un Londres hostil de principios del milenio. El trabajo está creado de la mano del productor Dan Carey -que ha trabajado con MIA, Kylie Minogue y Hot Chip- y muestra el amor de la artista por los MC que puedan sostener un hilo narrativo. Ha citado a Slick Rick, Kendrick Lamar, André 3000 y Klashnekoff como los que más admira.

Everybody down recuerda, en sus personajes perdidos y que se entregan a la juerga o la desesperación, a NW, la novela de Zadie Smith. Las voces urbanas se mezclan y remezclan para crear un paisaje vívido, claro y de amplio espectro político e íntimo. La precariedad, el amor y el olvido con ritmos trepidantes le han valido a Tempest una nominación a los premios Mercury.

La comparación con una novela no es casual. El siguiente plan de Kate Tempest es publicar Everybody Down como una novela, basada en el disco, y ya tiene un contrato con la editorial Bloomsbury. Teniendo en cuenta los antecedentes, que se prepare el mundo. Tiene pinta de que esto acaba de empezar.

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