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Keret: El humor me permite criticar la violencia sin caer en el patetismo
“Un libro largo de cuentos cortos” es la antología en la que el premiado escritor israelí Etgar Keret ha reunido todas sus historias breves, unos relatos en los que el humor, a veces surrealista, le sirve para criticar la violencia y examinarla “sin caer en el patetismo o los clichés”.
Publicada por Siruela, esta antología contiene las historias publicadas hasta la fecha en los cuatro libros de cuentos de Keret (Tel Aviv, 1967), cuya obra ha sido traducida a treinta idiomas.
En una entrevista con Efe, el escritor considera que su literatura no habría sido muy diferente de no haber vivido en Israel y señala que el humor “es la mejor forma de enfrentarme a la violencia, la pena y el miedo”.
“No hay una emoción que un israelí no pueda compartir con un europeo o un americano. La diferencia es que en Israel esas emociones son más extremas. Es como una radio tocando la misma melodía pero en un volumen más alto”, explica Keret.
Para el autor, el hecho de que “Israel sea un lugar lleno de conflictos y situaciones extremas puede hacer que sea más fácil encontrar historias, pero desde el momento que se encuentra, se hace universal”, indica.
En el prólogo de su antología recuerda que, al nacer cada uno de sus cuentos estaba convencido de se convertirían en grandes novelas pero sostiene que no le decepciona en absoluto que no haya sido así: “nunca he visto la longitud en sí misma como una virtud”.
“Una historia no es como una salchicha que se mide en por su longitud o su peso. Una historia se mide por cómo es fiel a tus emociones”, defiende este escritor, que asegura que prefiere una “sincera y original historia de doce palabras que una menos veraz de 900 páginas”.
Cualquier hecho, por muy cotidiano que sea, le sirve de base para un cuento, historias que son las que le encuentran a él.
“Una historia casi siempre comienza con una emoción no resuelta, Algo que has sentido muy fuertemente y que al mismo tiempo encuentras difícil de justificar racionalmente. Son esas emociones no aclaradas las que se transforman en tramas y personajes”.
Por eso, indica, si se despierta en medio de la noche y siente que hay alguien en su habitación, escribe “una historia acerca de alguien que se despierta y encuentra a alguien en su habitación”, es una sensación en la vida real pero en la historia se vuelve realidad.
Sus personajes experimentan cambios radicales porque, dice, cuando vives en Oriente Próximo son usuales las transiciones radicales entre el mundo civilizado y el más primario.
“Un restaurante tranquilo se puede convertir en un segundo, cuando hay un ataque terrorista o un misil, en una zona de guerra. Ese momento en el que paras por un segundo intentando averiguar si lo que acabas de oír era el sonido de un tubo de escape o una pistola, y actúas de acuerdo con ello”, indica el autor, que asegura que el israelí medio está habituado a esos cambios e intenta retratar esas sensaciones en sus historias.
También los magos están presentes en muchas de sus cuentos porque, explica, “un escritor es una especie de mago”.
“Como un mago, el escritor es admirado por su audiencia pero al mismo tiempo es totalmente dependiente de ella y su trabajo no es nada sin ella. La diferencia entre la magia real y la brujería y un truco de magia sencillo es que cuando haces un truco entiendes totalmente tus actos pero cuando haces magia real no entiendes completamente lo que estás haciendo”, considera.
Y lo mismo ocurre al escribir, en opinión de Keret, que cree que los mejores momentos para un escritor son aquellos en los que “pierdes el control y no sabes adónde te va a llevar la historia”.
“En esos momentos el escritor está tan sorprendido como el lector por lo que pasa en la historia. Es por esos maravillosos momentos por los que sigo escribiendo”, recalca.
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