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Los hermanos Mann, paradigma de la lucha fratricida en la Gran Guerra
La disputa que enfrentó a los escritores Heinrich y Thomas Mann durante la I Guerra Mundial es el paradigma de la lucha fratricida que provocó la contienda, como recuerda una exposición en Alemania, que muestra también los extravíos políticos del segundo, que sólo años más tarde tuvo su despertar democrático.
“Guerra de hermanos. Heinrich y Thomas Mann durante la I Guerra Mundial” es el titulo de la muestra abierta hasta el 30 de agosto en la Budenbrookshaus de Lübeck (oeste de Alemania) y que refleja, con primeras ediciones, cartas y documentos sonoros, las posiciones encontradas de los dos escritores ante la contienda, de cuyo inicio se conmemora este año el centenario.
Lübeck, ciudad natal de los Mann, arroja así luz sobre alguno de los ángulos más oscuros de Thomas, símbolo de la literatura alemana desde la publicación de “La montaña mágica” en 1924 y la obtención del Nobel de Literatura en 1929.
Heinrich Mann, desde la declaración de guerra en agosto de 1914, predijo la catástrofe en la que ésta desembocaría. Su novela “El súbdito”, que terminó en 1914 pero no pudo publicar hasta 1918, además, daba una visión crítica y descarnada de las estructuras autoritarias del imperio de Guillermo II.
Su hermano Thomas, en cambio, se sumó a los entusiastas de la contienda en textos como “Ideas en la guerra” o sus muy criticadas “Consideraciones de un apolítico”.
Durante la conflagración, Thomas y Heinrich sólo se vieron una vez, en la boda de su hermano menor Viktor, antes de que este se fuera al frente.
Sin embargo, los escritos de ambos en esos años parecía una especie de mensajes cruzados.
Heinrich Mann, pese a tener dificultades para publicar en esos años por su actitud política, logró editar una revista pacifista en Suiza llamada “Weisses Blätter”.
En ella publicó un ensayo sobre el novelista y polemista francés Emile Zola, a quien presentaba como un abogado de la civilización frente a aquellos que, en su empeño por convertirse en poetas nacionales, le preparaban el terreno a la catástrofe.
Thomas Mann sintió que la argumentación de su hermano era en buena parte un ataque personal en su contra y empezó a escribir, en 1915, sus “Consideraciones de un apolítico”.
En ese texto, recurría a figuras de la cultura alemana, desde Lutero hasta Eichendorf pasando por Federico El Grande, Goethe, Wagner y Nietzsche, para elaborar un discurso a favor de la guerra y de la particularidad alemana y en contra de Francia y de los literatos afrancesados.
Los ataques contra los literatos civilizados y afrancesados de Thomas Mann apuntaban evidentemente a su hermano, aunque sin mencionarlo expresamente.
Las diferencias políticas entre los dos hicieron que sus relaciones personales se interrumpieran casi por completo y no volvieran a reanudarse sino hasta cuatro años después del final de la guerra, en 1922.
En ese mismo año Thomas Mann por primera vez hizo una profesión de fe en la república, a la que todavía en 1918 había rechazado.
“La disputa entre los dos hermanos sobre la I Guerra Mundial y sobre la república y la monarquía reflejan los cambios de mentalidad de toda una generación”, resumió el director de los Museos Estatales de Lübeck, Hans Wisskirchen, en declaraciones recogidas por el diario “Die Welt”.
Las diferencias políticas entre los dos hermanos, según se desprende de la exposición, venían desde antes.
El republicanismo de Heinrich Mannn, y su rechazo al imperio guillermino, había marcado buena parte de su obra. Thomas Mann, en cambio, creía en el imperio y en una diferencia esencial de Alemania frente el resto de Europa.
Años más tarde, los dos estarían unidos en su rechazo al nacionalsocialismo. Sin embargo, el primero en expresar abiertamente ese rechazo fue otra vez Heinrich Mann, en un artículo publicado en la portada de la revista “Die Sammlung” en 1933.
“Die Sammlung” era un órgano de expresión de los intelectuales alemanes en el exilio que dirigía Klaus Mann, el hijo mayor de Thomas Mann.
Inicialmente, Thomas, exiliado en Suiza desde 1933, se mostró reacio a manifestar en público su rechazo al nacionalsocialismo -temía que sus libros dejarán de ser distribuidos en Alemania-.
No llegó a hacerlo sino hasta 1936, en parte animado por sus hijos Klaus y Erika, desde el comienzo del lado de su tío Klaus en la lucha antifascista.
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