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Momias, del proceso de desenvoltura a la tomografía computarizada, en el CaixaForum de Zaragoza
Los rituales funerarios de los antiguos egipcios carecen de misterio para los científicos y arqueólogos, que ya no necesitan desenvolver una momia para saber qué había comido antes de su muerte, su estado de salud o los amuletos que le acompañaban, gracias a las tomografías computarizadas.
Los secretos de estas momias, únicos testigos de una cultura extinguida, se muestran desde mañana y hasta el 15 de febrero en el CaixaForum de Zaragoza a través de 260 piezas procedentes de diversas cámaras sepulcrales cedidas por el Rijksmuseum van Oudheden de Leiden (Países Bajos).
“Momias egipcias. El secreto de la vida eterna” revela que los egipcios “no estaban obsesionados con la muerte sino con la vida, que trataban de conservar a través de la eternidad” como ha apuntado el comisario de la exposición y director del Museo de Arqueología de Turín, Christian Greco.
A través de los papiros, los sarcófagos y su decoración, esculturas, ornamentos o joyas, el visitantes se va a sentir, ha dicho Greco, “fascinado” por cómo los egipcios cuidaban a sus muertos.
Entre los documentos más valiosos que exhibe la exposición figura el manual con el que Jean-Francoise Champolion trataba de adolescente de descifrar los jeroglíficos de las tumbas, cuyo significado se ha descubierto que no está relacionado con los objetos que representa, sino con sílabas o sonidos fonéticos, entre otros.
También se exhibe un papiro “único y singular” que es, ha explicado el comisario, “como tener una fotografía de todo el rito”, o las esculturas de Horemheb, el general de mayor rango del reino de Tutankamon y su esposa.
Estas presentan daños en ciertas partes que podrían estar relacionados con el deseo de los enterradores de que no lograran alcanzar la eternidad por suponerles vinculados con la muerte del faraón.
Destacan asimismo los sarcófagos de Amenhotep, un sacerdote que vivió en Egipto hace 2.000 años. Este conjunto está compuesto por tres sarcófagos, el exterior, dotado de pilares, y en el que figuran el libro de los muertos y el del día como explicación de que el viaje del muerto no para, el superior y el medio, y dentro de este, la momia.
Acompañan a este grupo la imagen de un TAC de la momia en el que se revelan como estaban colocados los amuletos o joyas, que, según Christian Greco, siempre llevaban un orden lógico.
Esta imagen es ejemplo de la “tremenda” evolución que ha experimentado la investigación de las momias, lo que ha permitido conocer que había distintos procesos de momificación, como el de sumergir el cuerpo en una solución de natrón y agua que permitía preservar los órganos sin extraerlos.
También determinar el momento de la muerte de la momia, de qué había muerto o qué había comido.
Todo ello gracias a los TAC, gastroscopias o incluso colonoscopias que evitan tener que desenvolver los cuerpos y los daños que ese proceso les causan.
Greco ha señalado que ahora se pueden leer los textos de los amuletos que las momias tienen bajo las vendas y hasta saber el sexo del cadáver, que no siempre coincide con lo que refleja el sarcófago, se cree que debido al “poco cuidado” que los descubridores ponían al colocar las momias.
Se sabe que el tipo de enterramiento y la conservación también dependía del estatus social del fallecido y que las clases pobres solo se vendaban y en ocasiones se enterraban en tumbas masivas.
Según Greco, el clima en Egipto también ha cambiado y mientras hace 15 o 16 años se podían excavar y ver tumbas bien conservadas, ahora llueve mucho y se ha elevado la capa freática, lo que contribuye a la aparición de moho y otros organismos que antes no tenían.
La conservación de las momias en los museos, ha explicado, requiere un cuidado y vigilancia constantes, para lo que hay que mantener una temperatura de 18 grados centígrados y una humedad muy alta.