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Stanley G. Payne “no descartaría una crisis total del sistema” en España
El historiador e hispanista estadounidense Stanley G. Payne ha manifestado que “no descartaría” que la actual situación en España degenere en “una crisis total del sistema” surgido de la Transición y materializado en la Constitución de 1978.
En entrevista con Efe, Payne, quien junto con el periodista e historiador español Jesús Palacios es autor de “Franco. Una biografía personal y política” (Espasa), afirma que “actualmente, la crisis política es peor que la económica. Se ve algún progreso en la economía pero la situación política empeora cada vez más”.
“Ojalá que no desemboque en una crisis total del sistema, pero no lo descartaría”, destaca el hispanista estadounidense, catedrático emérito de la Universidad de Wisconsin y académico correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas.
Payne y Palacios, cuya biografía sobre Francisco Franco, de reciente publicación, ha sido calificada de “definitiva” por historiadores como Walter Laqueur (uno de los mayores especialistas mundiales en los fascismos, los totalitarismos y el periodo de entreguerras), se muestran bastante pesimistas sobre el porvenir del actual sistema.
Así, en la misma entrevista, Palacios apunta que “el régimen constitucional del 78 está destrozado”.
En este sentido, señala que los partidos que han conformado “este bipartidismo imperfecto”, en alusión al PP y el PSOE, se han apoyado en fuerzas nacionalistas, “que han contribuido a deshacer el concepto no solo de nación sino de estado”, pues, argumenta, “de nación queda muy poco, y de estado una estructura”.
“Hay un agotamiento dentro de la enorme crisis del sistema”, recalca Palacios.
Payne y Palacios se muestran contrarios a la revisión crítica de la Transición que se está haciendo en España en los últimos tiempos.
A juicio de Payne, la principal crítica que se formula en esos juicios revisionistas se centra “en el hecho de que no hubiera una ruptura total con el franquismo pero esa es una crítica superficial y engañosa”.
“El éxito de la Transición -subraya el hispanista estadounidense- dependió de su legalidad, de haber mantenido el orden, de no haber asustado a nadie, de crear espacios para todo el mundo”.
La Transición “no fue la salida buscada por Franco en ningún modo”, como una hipótesis de lo que sucedería a su muerte, “pero sí fue la consecuencia”, afirma Payne.
Según el historiador estadounidense, Franco “tenía claro” que a su muerte “habría una evolución del régimen pero dentro de las estructuras” del mismo, cosa que no se produjo, pues “ya en los últimos meses” de su vida “se da cuenta” de que ese cambio que se avecina “puede ser más drástico” de lo que él deseaba.
En este sentido, señala, “el rechazo de la Transición por la izquierda actual, en el sentido de querer cambiar una situación de una sociedad sin vencedores ni vencidos” parece propiciar “otra vez una sociedad con vencedores en contra de los vencidos, lo que es una contradicción en los términos”.
Respecto a la vehemencia con que sigue abordándose el análisis del personaje, Palacios afirma que “no hay serenidad para estudiar la figura de Franco como fue, con sus vicios, sus errores, sus éxitos y fracasos”.
A su juicio, “Franco no se estudia en la historia, sino que la historia se trae a la política, y lo que no se puede hacer nunca es traer la historia a la política porque entonces se está en el vaivén de la propaganda y de la tergiversación”.
“Aquí se emplea la figura de Franco para arrojarla al contrario, al opositor, y calificarlo de franquista”, lo cual “es un grave error político y cultural”, subraya Palacios, autor también de obras como “Los papeles secretos de Franco” o “La España totalitaria”.
Palacios también se muestra muy crítico con la decisión de la jueza argentina María Servini de Cubría de ordenar la detención de 20 destacados dirigentes franquistas, entre quienes figuran José Utrera Molina o Rodolfo Martín Villa, por crímenes cometidos entre el 18 de julio de 1936 (fecha del comienzo de la Guerra Civil) y el 15 de junio de 1977, día de las primeras elecciones democráticas tras la dictadura.
Según el historiador español, esa decisión denota “la influencia del exjuez (Baltasar) Garzón en algunos jueces y el régimen argentino”, pero “es un auténtico disparate y un error, que no tiene ningún sostén jurídico ni posibilidades de que se lleve a cabo, más allá de una revancha política”.
Fernando Prieto Arellano