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Los Stones 'desbloquean' Cuba a golpe de rock

The Rolling Stones conquistan en Cuba la última frontera del rock

Aitor Guenaga

La Habana —

Sólo faltaban ellos. Cuba había abierto las puertas a principios de este año al Papa Francisco y, solo unos pocos días antes, al mismísimo presidente de EE UU, Barack Obama. Así que la llegada de los Rolling Stones para tocar en La Habana tenía un cierto aire a Woodstock, pero en el Caribe. Aunque como precisaba sobre el terreno el periodista Jon Lee Anderson, “no veo barro por ningún lado”.

Los Stones tenían el listón muy alto. Y eso que Es Solo Rock and Roll. Pero con un hueco para una pequeña dosis de política. Mick Jagger recordó al público los tiempos en los que la música de los Stones no se podía escuchar en la Isla. “Pero aquí estamos. Pienso los tiempos están cambiando: ¿Es verdad o no?”, apuntó en un perfecto castellano. Y la ovación fue un clamor.

Nada más llegar al aeropuerto José Martí de La Habana en un vuelo procedente de la odiada y querida Miami, el propio Jagger prometia “un gran espectáculo” y Keith Richards reconocía lo sugerente que era “tocar en un lugar donde nunca lo hemos hecho antes”. Y lo fue. “Hola Habana, buenas noches mi gente de Cuba”, clamó el líder de los Stones tras romper el silencio pasadas las 20:30 con el mítico Jumping Jack Flash.

A partir de ese momento, los Stones rompieron el bloqueo a golpe de rock, espectáculo de luces, un sonido casi de terciopelo y un blues pantanoso que Jagger acompañó en varias ocasiones con la armónica. Como en el tema Midnight Rambler, que pareció salido de los pantanos del Delta del Misisipi y arrastraron hasta la extenuación.

La Ciudad Deportiva, un recinto de césped que abrió sus puertas al público a las 14 horas, fue el sitio perfecto para acabar con un concierto gratuito la gira 'Olé Tour 2016' que les ha llevado por varios países latinoamericanos. Los Stones mueven legiones cuando se suben a un escenario. Lo hicieron en Altamont a finales de los 60, cuando los hippies y su verano del amor perdieron la inocencia. Y lo han hecho por todo el mundo a lo largo de las últimas décadas.

“Yo nunca pensé que los Rolling Stones fueran a tocar aquí. Han tocado all around the world. Pienso que el próximo concierto lo van a dar en Marte”. Así se lo explicaba Luis Antonio Menéndez González a Lorenz, un canadiense con el pelo rubio platino escondido en un gorra y con una camisa hawaiana color salmón que parecía sacado de una portada de los Beach Boys.

Lorenzo apuraba horas antes del concierto un mojito frente al malecón. Luis Antonio, a un tris de cumplir los 59, tiene una vasta cultura musical. Pero no fue al concierto. “Yo corro por ver a Eric Clapton, a Bruce Springsteen, a Joe Cocker o a la que se murió Amy Winehouse, pero este viernes me cogeré una botella de ron, me sentaré delante de la televisión y me los veré ahí”. Un imposible.

El diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista Cubano, el mismo día que informaba de la primera jornada de Barack Obama en la isla, ya advertía a los cubanos de que “el show no será retransmitido en vivo por la televisión porque no lo permiten los derechos de imagen de la banda, pero será grabado por el equipo de los Stones en un documental que luego podría ser emitido en la Isla”. Algo en lo que está embarcado ahora Julian Temple.

Angie, “para los cubanos románticos”

Dio igual que no se pasara por la televisión. La larga lengua de los Stones comenzó a saborear al público llegado de toda la isla y del resto del mundo pasadas las 20:30. En la zona vip se pudo ver incluso al actor Richard Gere o a Naomi Campbell. La Habana se había despertado pegajosa, pero ansiosa por escuchar Angie -“para los cubanos románticos”, dijo Jagger-, Miss You, Brown Sugar o ver al mismísimo diablo vestido de negro y escondido tras una boa-abrigo de plumas rojo intenso.

La preocupación de Keith Richards en Copacabana, cuando la banda inglesa tocó ante más de un millón de personas en 2007, era que la descarga de rock y rythm and blues llegará hasta la última de aquella marea humana. “Lo que tenía que estar bien era el sonido, colega, el resto no importaba. Me había convertido en una especie de institutriz, asegurándome de que todo estuviera bien. Y era comprensible”, explicaba el guitarra de los Stones en sus memorias 'Vida'.

“Porque íbamos a tocar para un millón de personas, y la mitad estaba en la bahía siguiente, así que no paraba de preguntarme si el sonido les llegaría bien o se quedaría en un confuso embrollo sonoro a medio camino. Solo veíamos a una cuarta parte del público, Habían instalado pantallas a lo largo de casi cuatro kilómetros”, afirmaba.

En La Habana no se han reunido un millón de personas -un cálculo aproximativo situó la afluencia de personas en unas 400.000 personas- para escuchar en directo por primera vez en su vida el Sympathy for the Devil o el riff inconfundible del Start me Up. Pero fuera de las manifestaciones del Primero de Mayo -donde los trabajadores acuden a millones por imperativo- no se había conocido tremenda bulla musical. Y con un sonido simplemente perfecto. Y eso que el Malecón habanero es un ejercicio similar a pequeña escala.

Jagger tuvo muchos guiños con la cultura cubana. Antes de presentar a la banda “y a mi compadre Keith Richards”, recordó que tras pasar por la Embajada británica “lo más rico fue bailar rumba cubana” y añadió, justo antes de enfundarse la guitarra para toca Miss you,: “Gracias Cuba por toda la música que has regalado al mundo”.

Jagger desmintió que este concierto vaya a ser el último de la banda y anunció que los Stones ya están preparando planes que no desveló. A tenor de lo visto en el escenario, la complicidad que volvieron a mostrar Mick y Keith, las contorsiones de Jagger y sus carreras interminables, la sonrisa que no abandonó a Richards en ningún momento, el espectáculo que dio Ronnie Wood y el aplomo con el que el baterista Watts ahorma a la banda, se diría que el próximo concierto de esta banda mítica bien puede ser en Marte.

El público estuvo tan entregado -“ha sido el no va más, increíble”, reconocía un joven periodista cubano al final- que el propio Jagger dijo: “ustedes son unos cantantes fantásticos”. Y ya las decenas de miles de almas cubanas que acudieron estallaron al escuchar en boca de Jagger un frase típica cubana “ustedes están 'escapaos'”, que es como decir superfantástico en Cuba, o “ustedes están en talla”.

La guinda, con el coro cubano Entre voces, fue con el You Cant always get what you want y el apoteósis con Satisfaction. No hubo final pirotécnico y nadie lo echo en falta.

Marchó el Papa Francisco, también dejó la isla caribeña el presidente Obama, y la trup de Jagger y Richards hará lo propio en las próximas horas. Y los cubanos, pese a saber que en apenas una semana han hecho historia, tendrán que encarar las dificultades diarias de nuevo, a “resolvel” como dicen ellos. En los devaluados pesos cubanos o en CUCs (la moneda oficial que maneja el turista). Pero después de haber visto a los míticos Stones.

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