Surge, un festival ‘nacionalista’ para Madrid
La ciudad más abierta de España está camino de romper con su mito. El festival de teatro Surge, que ha comenzado esta semana, con 450.000 euros de la Comunidad de Madrid, resquebraja toda idea de la capital como plataforma para la visibilidad de compañías llegadas de todas las partes del mundo, justo la idea en la que se basaba el 'demolido' festival Escena Contemporánea.
Su sino principal: dar voz únicamente a las compañías madrileñas. De hecho, habrá hasta 444 funciones en 30 salas y, como han repetido sus organizadores, Alberto García, Natalia Marín y Darío Facal, la idea es promocionar el teatro madrileño. Es más, habrá incluso una Ventana del Teatro, una especie de showcase para que entre 24 y 30 programadores puedan ver 19 espectáculos y poder comprarlos para distribuirlos en otros lugares del planeta.
Bien es cierto que la escena madrileña viene necesitando ayuda desde hace tiempo. En los últimos años han abierto hasta 12 nuevos espacios y a día de hoy estas salas, pequeñas, no reciben ningún tipo de subvención por parte de la administración. Como afirma Facal, “es un modelo necesario, porque las compañías han estado bastante desaparecidas y es fundamental que haya un apoyo”. Muchas de ellas se han quejado últimamente de la precariedad a la que se ven abocadas: apenas hay dinero para pagar a los actores, los precios de las entradas son altos para los espectadores y a duras penas se llega para pagar el propio alquiler de la sala.
“Es una propuesta para largo y por algún lado había que empezar. Es un diálogo de las salas con la administración. Es un proyecto muy estudiado y que puede tener mucho desarrollo”, insiste García. No es extraño, por tanto, que la totalidad de las salas se hayan sumado a este proyecto. “Nosotros miramos muy bien el censo y las incluimos a todas. Si se nos ha pasado alguna es un craso error nuestro. Pero todas nos dijeron que sí”, añade este programador.
El cerrojazo de Escena Contemporánea
No obstante, la aparición (y no es redundante) de Surge llega a los pocos meses de que se hiciera público el fin de Escena Contemporánea, el festival que durante 13 años abrió sus puertas al teatro más alternativo llegado desde todas partes de España y del mundo. En él se pudo ver, por ejemplo, las obras del argentino Rodrigo García. Su fin trajo además polémica pues, como manifestaron sus organizadores, entre ellos su último director, Salvador Bolta, fue un festival al que se le dejó morir con una reducción del presupuesto que en su última edición apenas era de 90.000 euros. Nada que ver con los 450.000 que ahora se han puesto sobre la mesa.
“La iniciativa es muy diferente. Podrían haber convivido, pero la lógica es distinta. Y cuando se propuso este festival hace un año, Escena Contemporánea ya no existía”, se defiende García. También Facal entiende que las dos propuestas no tienen nada que ver: “Lo de Escena y esto son dos casos distintos. Este es un teatro para Madrid y sirve como promoción del teatro en Madrid”.
Precisamente por ahí han comenzado a surgir (una vez más, sin redundancia), algunas quejas, como la de la compañía Atresbandes, de Barcelona. Según recuerda Albert Pérez, uno de sus miembros, fue en Escena donde estrenaron por primera vez en España. “Y fue una plataforma muy importante para nosotros. Ahora nos sabe mal que este festival sea sólo para compañías de Madrid. Somos de Barcelona, pero hemos estado también en la sala Kubik y siempre ha habido una relación muy cercana con Madrid”. Pérez apunta a su vez que en Cataluña, “no existe ningún festival sólo para compañías catalanas. Si en alguno hay más es por cuestión de presupuesto ya que sale muy caro desplazarse”.
Desde El Pont Flotant, compañía de Valencia que también pasó por Escena Contemporánea, Jesús Muñoz sostiene que, a priori, como idea que apoya a las salas “es genial”. Lo que ya no ve tan excelente es la limitación a las compañías madrileñas: “Con la destrucción no estamos tan encantados. Destruir Escena, que albergó tantos estrenos y ha nutrido a espectadores y creadores de Madrid no fue una gran idea. Allí sí se podían ver obras de otras zonas y eso significa nutrir”, reconoce. Por cierto, en la comunidad valenciana tampoco hay festivales exclusivos para compañías locales.
“Más leña a la precariedad”
Otro aspecto que mantiene ojo avizor a salas y compañías tiene que ver con la precariedad. ¿Un mes subvencionado y se acabó? “Ahora mismo las salas no reciben ayudas y por algún sitio debía arrancar el diálogo con la administración”, sostiene Alberto García, quien explica que han trabajado mucho el modelo para que las salas y compañías puedan repartirse al 50% la cuantía que reciben. “La base se ha establecido según el número de butacas. También hemos premiado la edad de la sala y si la compañía tenía muchos intérpretes”, añade. Según sus cuentas, si un espacio posee 90 butacas y le corresponden 1800 euros, 900 irían a la sala y otros 900 a la compañía.
Pero ya hay ‘peros’. “Ya hay compañías que están diciendo que hay que estar al loro con la letra pequeña y que esto no es más que dar más leña a la precariedad”, admite Albert Pérez, de Atresbandes. En la misma línea se expresa Jesús Muñoz, de El Pont Flotant: “Surge no dignifica. Es pan para un mes y hambre para el resto del año”. Según él, lo que habría que hacer con el teatro es una especie de “proyecto de I+D, es decir, que haya una inversión a largo plazo. Ahora la gente está poniendo copas para subsistir. La administración se aprovecha del trabajo que se está haciendo por cuatro duros”.
De momento, el festival acaba de comenzar y habrá que observar su desarrollo (también de público). Eso sí, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, se apuntó su tanto al inaugurar este encuentro teatral y reconocer “el talento y la creatividad” y los esfuerzos de los emprendedores del mundo del teatro. Pero no olvidemos: estamos en campaña. Y no sólo de las elecciones europeas.