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El Teatro Español de Tetuán se muere

El Teatro Español de Tetuán se muere

EFE

Rabat —

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El Teatro Español de Tetuán, una mítica sala de la ciudad que un día fue capital del Protectorado Español (1912-56) tiene los días contados: concretamente los que quedan hasta que termine este mes.

Construido en los años treinta, el Teatro Español, que ha guardado su nombre y así se transcribe al árabe, fue durante casi ochenta años una referencia cultural en esa ciudad que conserva todavía una visible huella arquitectónica española.

Al Teatro Español no lo ha matado nadie sino la modernidad: los DVDs piratas que se venden a 7 dirhams (medio euro) en la medina de Tetuán, como en todo Marruecos, más las descargas por internet, han obligado a cerrar una tras otra las salas de cine de la ciudad.

Si nadie lo remedia, al “Español” (como se le conoce en Tetuán) sufrirá al acabar el mes la misma suerte que el Monumental, el Nacional o el Victoria, testigos de la historia colonial de la ciudad y de un tiempo en que el cine era un entretenimiento social.

Y si nadie lo remedia, solo quedará vivo el Cine Avenida. Que, como todos los anteriores, sigue guardando su nombre en español.

“Hemos aguantado lo indecible, hemos tratado de conjugar cultura y negocio, hemos rebajado las entradas, puesto la sala en alquiler para otros actos, pero no hay nada que hacer: con la piratería, esto no es rentable”, se lamenta por teléfono Nuredín Boudih, de la familia propietaria del Español y del Avenida.

Boudih recordó que su familia ha emprendido, sin que nadie los ayude, dos grandes operaciones de reforma de la sala, que con un aforo de más de 1.000 plazas y con una arquitectura histórica la convierten en una instalación sin par en la ciudad.

La familia Boudih adquirió el cine en 1974, y desde siempre abrió la sala para otros usos culturales, como el prestigioso Festival de Laúd de la ciudad o como aulas auxiliares del vecino Instituto Cervantes.

Pero nada de esto ha sido suficiente: “El edificio necesita mucho mantenimiento, y el Estado no nos ayuda con subvenciones ni de ningún otro modo. Además, tampoco lucha contra la piratería”, se lamentó Boudih.

“Mi familia vive de esto. Preferimos conservar una sola sala, la del Cine Avenida”, concluyó.

Nadie reprocha a la familia Boudih sus intenciones, pero ya ha surgido en Facebook una página llamada “No al cierre del Teatro Español” donde los usuarios protestan, lamentan o lloran, pero no responden a la pregunta principal: ¿Y quién pone el dinero para salvarlo?.

Al Teatro Español le ha pasado lo que a casi todas las salas históricas de cine en Marruecos: han ido cerrando una tras otra hasta quedar actualmente solo 31 en actividad, frente a las 191 que había hace treinta años.

Salvo dos complejos de multicines en Marrakech y Casablanca, el resto de salas son antiguas, con mobiliario vetusto, y casi todas ellas proyectan filmes americanos, indios o egipcios, a veces también marroquíes, por importes cercanos a los dos euros que hacen difícil su mantenimiento.

En Tetuán, una ciudad de más de 300.000 habitantes, solo quedará en actividad una sala de cine. Tal vez es suficiente para la cantidad de espectadores que atraen las salas oscuras.

En cuanto al valor arquitectónico y patrimonial del lugar, nada garantiza su supervivencia, pues en la ciudad de Tetuán solo la medina o centro histórico medieval está catalogado como Patrimonio de la Humanidad pero no así el Ensanche que crearon los colonizadores españoles, en el que levantaron el teatro.

En ese Ensanche de la “blanca paloma”, como se le conoce a la ciudad de Tetuán, se levantan todavía iglesias, escuelas, palacios y bloques de viviendas de la época colonial española. Han tenido diferente fortuna, pero ninguno tan triste como la de los cines de época.

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