Terror y ciencia: la combinación perfecta para la cultura pop
Alrededor de una hoguera se pueden hacer muchas cosas, pero si quienes la rodean son Lord Byron, Mary y Percy Shelley o John Polidori, sólo hay una cosa lógica que pueda pasar: que cuenten historias de miedo. Una noche más oscura de lo habitual, Mary Shelley hablaba sobre la historia de un científico que había creado un ser extraño al que la naturaleza humana no podía aceptar. Nacía así, a la luz de la lumbre, una de las figuras más importantes de la literatura fantástica y de terror de la historia.
Sucedió el verano de 1816, por lo que ya hace 200 años de aquello. Varios escritores del género se reunieron en Villa Diodati, en Suiza, para pasar unas pacíficas vacaciones y la casualidad quiso que justo aquellos días, el volcán Tambora entrase en erupción, provocando grandes anomalías climáticas en todo el mundo. Eso obligó a los escritores a encerrarse en la villa y contarse historias. De aquella casualidad, nacieron mitos cuya influencia dura hasta hoy.
El Espacio Fundación Telefónica conmemora este encuentro como germen de la gran novela de Shelley con la exposición Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau, que abre sus puertas del 16 de junio al 15 de octubre. Un recorrido que reflexiona sobre la época en la que los personajes, ideados por escritores tan reconocidos como Stevenson, Wells, Hoffmann o Villiers de L'Isle-Adam, se convirtieron en iconos de la literatura de ciencia ficción. Obras tan influyentes como Frankenstein o el Moderno Prometeo, La Isla del doctor Moreau, El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, El hombre Invisible, La Eva futura o El hombre de la arena, que trataban temas tan atemporales que siguen teniendo vigencia hoy.
Tres arquetipos de terror eterno
La muestra, comisariada por Miguel A. delgado y María Santoyo, quiere analizar los antecedentes reales que van más allá de la propia historia literaria y el contexto que la rodeaba a finales del XIX. “Queríamos centrarnos en esa nueva visión que decía que era la ciencia la causante de nuestras pesadillas, ya no un fenómeno paranormal, ni algo ocultista. Se trataba de algo que podía fabricar el ser humano”, cuenta Delgado. Esa nueva visión parte del laboratorio como lugar de creación donde el científico, enajenado, juega a ser Dios con resultados terroríficos encarnados en una criatura antropomorfa que puede ser un monstruo, su doble o un autómata.
Para María Santoyo, estos tres arquetipos “no son sólo los que se estructuran la exposición, sino que son los que persisten hoy en toda la literatura fantástica”. “Queríamos explorar el origen y el contexto científico. Ver que el caldo de cultivo daba ese tipo de personajes y qué influencia han tenido en la cultura popular”, cuenta Santoyo. En el caso de la exposición “hemos acudido a la cultura popular más pulp, la que tiene que ver con el coleccionismo de cómics o de figuras extrañas”, nos cuenta la comisaria de la exposición.
Tres arquetipos: el Doble, el Autómata y el Monstruo, que para Miguel Delgado están íntimamente relacionados con la ciencia y cómo se relacionaba el ser humano con ella. “La cultura es la obra humana por excelencia que busca hacer esta tierra un poco más habitable, y eso es también lo que quiere la ciencia y la tecnología”, explica. Aunque con el tiempo, como muestran los pósters paródicos y los cómics más chiflados expuestos, esa relación se ha transformado. “La idea de acabar riéndonos de nuestros propios miedos es parte de lo que subyace en toda la exposición, y es un concepto muy humano”, explica Delgado.
El Doble es el primer bloque de la exposición y aborda la materialización del lado oscuro o la invisibilidad como método de refracción. Uno de los ejemplos es El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, la historia del doble aterrador creado por la ruptura del doctor Jekyll y su ego más recóndito. El segundo es El Hombre invisible de H.G. Wells, que plantea la teoría de la invisibilidad.
Le sigue el bloque dedicado al mito del Autómata, que realiza un recorrido por la invención de criaturas carentes de alma y máquinas capaces de reproducir a la perfección el aspecto y el comportamiento humano. Las obras literarias que lo escenifican son El Hombre de la arena, el relato más popular de E.T.A. Hoffmann, en el que narra el enamoramiento de un joven hacia una autómata carente de alma que le lleva a locura. Sin olvidar La Eva futura de Auguste Villiers de L'Isle-Adam, en la que el autor crea una mujer androide.
La exposición culmina su recorrido con la mirada al mito del Monstruo, cuyo principal ejemplo es Frankenstein o El moderno Prometeo, obra de terror gótico de la que nace una figura esencial: la del científico loco y el mad doctor. Otra prueba de ello es La Isla del doctor Moreau de H.G. Wells, cuyo hilo argumental está basado en los experimentos de un científico enajenado entre animales y seres humanos.
“Nos hubiese gustado que estuviesen Drácula o El Golem, pero la regla era que las criaturas hubiesen surgido en un laboratorio y que los métodos utilizados para darles vida fuesen científicos, aunque la ciencia que plantease fuera más o menos discutible”, cuenta Delgado.
“Esperamos que a los visitantes les pique la curiosidad y que tengan ganas de redescubrir estos clásicos de la literatura de terror, que son absolutamente inmortales”, dice Santoyo. Una curiosidad para todos los públicos, “el hecho de que la exposición pueda ser difrutada por un adulto y un niño nos importaba mucho. Para nosotros la combinación de diferentes niveles de lectura transversales funciona”, puntualiza la comisaria.
Más allá de las paredes del laboratorio
La exposición Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau irá acompañada de una serie de actividades y talleres educativos gratuitos para todo tipo de públicos.
El 16 de junio, fecha en que se cumplen los 200 años del nacimiento de Frankenstein en Villa Diodati, la plataforma cultural Los Hijos de Mary Shelley, liderada por Fernando Marías, rendirá homenajes de todo tipo. Para Marías, hay mucho más que contar de lo que parece. “Más que miedo, lo que generan estas obras es inquietud. Se trata del desconocimiento de lo que llevamos dentro los seres humanos, nos habla de nuestra parte más oscura. Por eso son imperecederas y conectan con todo el mundo generación tras generación”, explica el escritor. Él mismo cuenta hasta qué punto el mito de Frankenstein se ha difuminado tanto que no lo identificamos cuando está delante de nuestras narices.
“El monstruo de Frankenstein se sigue asociando a Boris Karloff. Pero su impacto en la iconografía popular es tan grande que ya ni nos damos cuenta. Por ejemplo, ¿alguien se ha dado cuenta de que Rambo es una versión de Frankenstein?”, bromea Marías. Aunque su teoría no flaquea en absoluto: “Si lo pensamos bien, es la historia de un hombre brutal pero sensible que llega a un lugar en el que tan sólo quiere que le acepten. Pero de repente es acosado por esa gente que no le repudia y le odia, y tiene que matarlos a todos prendiendo fuego al lugar. Hasta tiene al científico loco, que en este caso es un coronel que le dice que no era nada hasta que él lo creó para llevarle a Vietnam”. Otra muestra de hasta dónde han calado los mitos del terror en la cultura pop. “Si nos ponemos a ver en cuántas obras están las influencias de Frankenstein o el Dr. Jekyll no terminaríamos jamás”, asegura Marías.
Además del encuentro con Los Hijos de Mary Shelley, los organizadores realizarán las Visitas enajenadas: un recorrido dinamizado por la exposición para todo tipo de públicos. También, durante el fin de semana del 24 de junio, jóvenes de entre 15 y 18 años podrán pasar tres horas aprendiendo a impostar su voz con Voces Monstruosas, un taller que se basa en la simulación real de una convocatoria de doblaje. De forma puramente práctica, con técnicas y métodos utilizados en el doblaje profesional de cine, los participantes se irán enfrentando a distintas situaciones y retos propios de la profesión. Imitando, claro, las voces más terribles de la cultura popular.