Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE
Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.
“El patio” de la banda Triana renace 40 años después en busca de una nueva generación
Solo 19 copias se vendieron de la primera remesa de “El patio”, el debut de Triana, cifra irrisoria si se compara con el enorme peso y trascendencia que lo han mantenido vigente 40 años para que una tercera generación de oyentes lo disfrute en una nueva edición remasterizada.
“Este fue el disco clave de todo el movimiento del rock andaluz. Para mí fue el número 1 de la historia del rock español”, afirma resuelto y sin ambages en su marcado acento sureño Gonzalo García-Pelayo, productor de este y otros discos de la mítica banda.
En una entrevista con Efe, mantenida a raíz de la reedición del disco, tanto en vinilo como en CD y con cuatro temas inéditos en directo, el que además fuera “director de cine, locutor de radio, presentador de televisión, jugador de casino y hasta apoderado de toreros”, según le describe su biografía, recuerda cómo comenzó a gestarse aquella obra magna.
La banda sevillana Smash fue un claro antecedente, así como el debate ideológico que se produjo entonces en Sevilla en torno al rock: “Era la música de nuestro tiempo, pero no la de nuestro espacio”, resume.
Smash publicó “El garrotín” (1971), donde el rock se mezclaba con el palo flamenco del mismo nombre. “Pero aquello no era fusión, sino yuxtaposición. Cantaba rock, paraban y entonces entraba la guitarra flamenca de Manuel Molina”, explica.
“Lo de Triana sí era fusión, porque se veía que era música española, pero también las trazas de gente como King Crimson y Steve Winwood, con la poética andaluza de Lorca, Alberti, Rafael de León...”, destaca.
Y Triana eran Jesús de la Rosa, Eduardo Rodríguez Rodway y Juan José Palacios “Tele”, el único trianero auténtico del grupo y el que impuso su denominación de origen como nombre de la banda.
En “El patio” encontramos ya todos los elementos definitorios de su sonido. Su grabación, que duró dos semanas, culminó con la mezcla del tema “Todo es de color”, la de “qué bonita es la primavera”, curiosamente, en la madrugada del 21 de marzo de 1975.
“Solo unos meses después murió Franco. Era la música que estaba pidiendo el cambio, una vuelta a la confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades culturales. Al final de la dictadura había poca, porque España no era un país despreciado, pero sí minusvalorado”, considera.
La reedición de “El patio” llega de la mano de Warner Music, pero un disco como aquel, con canciones de 9 minutos como “Abre la puerta”, probablemente hoy no habría tenido cabida en una multinacional, reconoce su productor.
“Tendrían que haber recurrido a una independiente probablemente”, opina, no tanto menospreciando el trabajo de las grandes compañías, sino la osadía y el factor riesgo de aquel disco.
En un primer momento, de hecho, pasó desapercibido. A su éxito no ayudaba la polarización de la radio entre los amantes de lo español y comercial, que pinchaban a Camilo Sexto, Raphael y Karina, y los amantes de lo rabiosamente extranjero, del rock, “que no entendían que pudiese haber un grupo español de calidad y preferían pinchar a otros más flojos, como Genesis”, recuerda.
“La primera liquidación de 'El patio' fue de 19 LPs. A los tres meses, sin embargo, salieron Lole y Manuel con éxito casi inmediato. Creo que fue porque el disco de Triana tenía un parte sinfónica más pesada. Mi hermano, que era su mánager, les animaba a tocar, porque sus directos eran una especie de oratorio, transmitían mucho”, apunta.
El boca a boca terminó haciendo su papel y empezó a funcionar coincidiendo con la publicación, dos años después, de su segundo disco, “Hijos del agobio”. Cada uno de ellos vendió entonces 150.000 copias.
“Mi hermano dice que todas las canciones representan el viaje bueno y el viaje malo”, responde García-Pelayo al preguntarle por esa teoría que habla de “En el lago” como “la evocación soñadora de un viaje lisérgico”.
“Todo el ambiente de Triana estaba basado en la marihuana, en el costo y en los estimulantes. Había ácido, pero más medido, y nunca en las grabaciones. Yo nunca los vi metidos en eso. En las composiciones sí”, relata García-Pelayo, que anuncia su intención de hacer una película sobre la banda para finales de este año.
0