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Farocki y Fitch/Trecartin, o la persona convertida en datos

Harun Farocki, entre nosotros

J.M. Costa

En este momento se presentan en España tres exposiciones muy significativas sobre la situación de la Imagen en Movimiento en nuestros días: la de Hito Steyerl en el Reina Sofía, la de su difunto mentor Harun Farocki en el IVAM de Valencia y la de Ryan Trecartin/Lizzie Fitch en la Casa Encendida de Madrid. Se trata en los tres casos de visiones sobre esa Imagen en Movimiento que van por sendas diferentes a las cinemáticas de un Isaac Julien o las pictoricistas de un Bill Viola, por poner dos ejemplos.

Harun Farocki comenzó a hacerse las mismas preguntas que otros artistas contemporáneos en torno a la fotografía como realidad en sí misma, pero no como reflejo fiel de una presunta realidad externa. No es raro que tanto el fotógrafo Thomas Ruff como Farocki tuvieran una estrecha relación con el teórico de origen checo Vilem Flusser (1920-1991), para quien en último término la imagen tecnológica (foto, cine, vídeo...), con toda su apariencia de objetividad, no está menos manipulada que cualquier pintura desde Altamira.

De ahí se desprenden muchas líneas de acción, como el amplio trabajo de Farocki en películas que van desde unos cuantos minutos a duraciones casi de largos. Un trabajo centrado en cómo esa manipulación se ejerce sobre los ciudadanos, a nivel local y a nivel global. Tanto en su vertiente de vigilancia como en la represiva. Algo que también viene a ser el tema base de artistas que circulan en otras órbitas, como Daniel García Andújar.

Seguramente no es el momento de volver a discutir la presencia de pantallas con cine/vídeo/infografía en un museo, aunque ese sea uno de los temas teóricos de Farocki, no muy satisfactoriamente retomados por Steyerl, dicho sea de paso. Basta decir que la instalación del IVAM es austera a más no poder. Proyecciones de tamaño medio sobre las paredes frente a simples bancos o sillas y un gran silencio. El audio va por cascos. Funciona en lo espacial, lo visual, lo auditivo y lo conceptual. Si hablamos de manipulación, una posibilidad es reducir la propia a su mínima expresión. Otra, lo veremos, es la exageración.

En realidad y aunque se lea otra cosa, Farocki apenas realizó una gran instalación propiamente dicha, el Deep Play de la Documenta 12. En ella un montón de monitores mostraban el seguimiento y análisis a los que fueron sometidos los partidos del Mundial de Fútbol 2006 que tuvo lugar en Alemania. Es algo que sigue impresionando y resulta fácil de extrapolar al control de masas o personas. Deep Play no está en Valencia y, aunque sea estupenda, seguramente distorsionaría lo despojado de la exposición.

Lo normal vs. lo estridente

Farocki presenta en el IVAM vídeos que van desde la casi auto-reflexiva Interface de 1995 hasta las casi póstumas Parallel I-IV (2012-2014), toda una investigación formal en torno a las realidades virtuales (videojuegos sobre todo) y “el misterio de la representación”, lo cual nos recuerda que Farocki no era un documentalista, sino un artista.

También está Eye / Machine I (2000) y II (2001), una reflexión sobre la relación entre la producción y las armas y la subjetivación de estas, tal y como vimos en la guerra de Irak de 1991, pero nada extrañas para quienes habían comprado en 1988 el juego de simulación Falcon AT (los aviones usados en Irak). En relación con esto se sitúa Serious Games I-IV (2010).

Del mismo modo se proyectan The Creators of Shopping Worlds (2001) y I thought I was seeing convicts (2000). Todos de lo más interesante. Lástima que no puedan verse en Internet más que en cortos trailers, aunque sí pagando en Video Data Bank.

Por su parte y bajo el título genérico de Priority Infield, Ryan Trecartin y Lizzie Fitch generan algo radicalmente distinto y, a sus treinta y pocos años, casi forzosamente nuevo. Las personas que aparecen en los vídeos-ambientes de Trecartin/Fitch son muy diferentes a las más bien normales, anónimas y dedicadas a sus historias de Farocki. Mientras estas son objetos de un control o agresión, las micro-comunidades que filman Trecartin y Fitch (en principio, el primero es responsable de los vídeos y la segunda de su instalación, pero las fronteras son fluidas) operan siguiendo un guion que va mutando a lo largo de una acción en la que esas personas adquieren un papel necesariamente activo. Y por lo general estridente.

La opresión vs. la virtualidad

Es curioso, porque en ambos casos, que parecen muy alejados, vemos una preocupación cercana y que nos afecta: la persona transformada en datos. Pero mientras a Farocki le interesan las herramientas de opresión del sistema, a Trecartin/Fitch se fijan en Internet, las incógnitas que aún plantea la virtualidad, aparejada con avances tecno-científicos casi inimaginables. Y sus peligros, claro.

No es raro que una referencia estética principal sean los 90, los años en los que despegaron los ordenadores caseros, nació la WWW y se extendieron el diseño y la animación digitales. En sus trabajos, y exceptuando Junior War (2013) -un homenaje también muy noventero a The Blair Witch Project (1999)-, los colores son vibrantes, todo es femenino o andrógino, los rostros definidos por los maquillajes, los movimientos por el hecho de que las cámaras siempre están allí -no para acabar ignorándolas, sino integrándolas en la conversación- y el jaleo general. El azar es importante.

Los ambientes cerrados y caseros de Trecartin/Fitch, ahora ampliados a espacios mayores, son pequeños mundos. En cierta forma parecen quedadas de chats especialmente raras. Conociendo un poco Internet, nada imposible. Mundo Tumblr o Youtube, como indicaba en una presentación sobre esta exposición la artista Marian Garrido. Es un mundo hiper-real que en el ámbito de la música ha sido interpretado en un sentido situacionista (Hiper Pop, Vaporwave o PC Music). Trecartin/Fitch no llegan a tanto, pero por sus obras les conoceréis: la mayor parte de sus videos están libremente disponibles en Internet.

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