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El pasado inquieto del arte en el exilio

Invitación a la Exposición internacional de arte en solidaridad con Palestina. Foto: Mona Saudi/MACBA

Carmen López

Barcelona —

El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) acoge, desde el 20 de febrero y hasta el 1 de junio, la muestra Pasado Inquieto, que exhibe la documentación y los archivos recopilados sobre la Exposición Internacional de arte en solidaridad con Palestina de 1978. La investigación es obra de Kristine Khuri y Rasha Salti, también comisarias de la nueva exposición. Además han contado con el asesoramiento de Paul Beatriz Preciado para organizar toda esa información de manera que pueda ser vista y entendida por el visitante. La historia de su desarrollo es una aventura intensa, por lo que su conceptualización no es baladí.

El origen de este viaje historiográfico se remonta cinco décadas atrás. En marzo de 1978 se inauguró en la sala de actos de la universidad árabe de Beirut la muestra titulada Exposición Internacional de arte en solidaridad con Palestina, impulsada por la Sección de Artes Plásticas de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP). En ella se recogieron alrededor de dos centenares de obras donadas por 200 artistas de 30 países diferentes. Su repercusión fue tal que, aunque en principio iba a durar quince días, finalmente estuvo expuesta durante un mes.

Entre los artistas que participaron con sus creaciones aparecen nombres como los de Jacques Busse, Roberto Matta, Abdul-Kader Houamel, Titus Carmel o los españoles Joan Miró y Àntoni Tapies. Dicha exposición tenía como objetivo ser el inicio de un museo de Palestina en el exilio que viajaría itinerante por varios países hasta llegar, por fin, a una Palestina libre. Además de las obras exhibidas, los artistas también generaron carteles, una invitación y un catálogo. Toda la muestra estaba comisariada oficialmente por Mona Saudi, una artista jordana que en aquel momento era la directora de la Sección de Artes Plásticas antes mencionada.

Durante los siguientes años, diferentes partes de la colección se presentaron en Tokio, Teherán y Oslo pero nunca llegó a su destino final. No sólo por la situación sociopolítica de Palestina, sino porque en 1982 las tropas de Israel invadieron el Líbano y varios edificios en los que se encontraban las oficinas de la OLP [entre ellos la Oficina de Información Unificada y la Sección de Artes Plásticas] fueron destruidos. Se desconoce qué ocurrió con las obras. Según testimonios de Mona Saudi y Abul-Hay Mosallam, algunas pudieron ser rescatadas y acabaron en los hogares de conocidos e incluso de la propia Mona Saudi.

Sin embargo, según informaciones no oficiales, algunas de las obras se han visto en ventas privadas, como la litografía de Joan Miró, que podría haber sido reconocida en Jordania. En realidad, el contenido de la exposición pertenece al pueblo palestino, por lo que la Delegación Palestina de la UNESCO y Nasser Soumi, artista palestino, han asumido la responsabilidad de documentar y recuperar dichos trabajos artísticos.

Barcelona, una parada nueva

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La muestra inaugurada en el MACBA intenta reconstruir la exposición original. “La historia del arte no sólo se escribe desde los centros de poder tradicionales sino también desde una diversidad de puntos de vista, de relatos que conforman, precisamente, desde historias minúsculas una historia mayúscula”, sostuvo el director del museo, Bartolomeu Martí, en el discurso inaugural de la muestra que precedió al recorrido de la misma comentado por sus comisarias.

Khuri y Salti comenzaron el largo camino de su investigación a partir del catálogo de la exposición original de Beirut encontrado en una galería. Las investigadoras continuaron su recorrido con entrevistas a múltiples personas en ciudades como Beirut o Damasco hasta que en 2012 encontraron un tesoro escondido en forma de cajas en el estudio del artista francés Claude Lazar, residente en París. Él había sido una de las figuras claves en la organización de la exposición, conceptualizándola como un museo en el exilio. Ambas comentan divertidas que, al encontrarse con él por primera vez, exclamó: “¡Llevo 30 años esperándoos!”. Su archivo contenía fotografías, páginas y recortes de periódicos y revistas, además de facsímiles.

Lazar estaba directamente relacionado con Ezzedine Kalak, representante de la OLP en París de 1972 a 1978. Ambas investigadoras hicieron hincapié en el papel esencial que este hombre representó tanto en la organización de la exposición como en la movilización del sector artístico a favor de la causa palestina. Este murió asesinado dos meses después de la inauguración de la muestra en Beirut. De hecho, una de las obras recogidas en Pasado inquieto es un montaje de Jacques Monory en el que se ve a Kalak retratado a través de un espejo por Lazar y la sombra de una pistola apuntándole.

La sala que acoge esta nueva exposición integrada por esta reconstrucción, tanto material como memorística, se divide en varias partes. En el centro se puede ver el vídeo del catálogo a partir del cual partió la investigación y a su lado, la pared en la que se recoge su historia. Si se sigue ese camino se llega al espacio en el que se pueden ver los retratos y los perfiles de los personajes implicados en proyecto original. La sección que queda es la dedicada al material recogido en las diferentes localizaciones que fueron visitando las obras, así como carteles, fotografías y demás elementos de otros museos en el exilio e iniciativas previas como la II Bienal de Arte Árabe en Rabat que tuvo lugar en 1976.

Arte en el exilio

Arte en el exilioLa Exposición internacional de arte en solidaridad con Palestina no es la única que se incluye en el marco de los considerados “museos en el exilio”. Esta denominación se aplica a muestras de arte organizadas por comités o artistas que han tenido que abandonar su propio país por motivos políticos o por personas que desean mostrar su solidaridad con alguna comunidad que vive en conflicto. En Pasado Inquieto se recoge material de tres exposiciones similares a la estudiada.

El Museo Internacional de la Resistencia en el Exilio Salvador Allende, con el que la Exposición internacional de arte en solidaridad con Palestina tiene muchos puntos en común, se creó en París después del golpe de estado de Pinochet que derrocó al gobierno democrático de Salvador Allende de 1973. El ejército acabó con el Museo de la Solidaridad, inaugurado en 1972 por iniciativa del presidente chileno, con aproximadamente 600 obras donadas por artistas de todo el mundo. Desde el exilio, diversos creadores afincados en París organizaron la nueva colección también integrada por obras de numerosos artistas de todo el mundo. La muestra pasó por París, Barcelona, Estocolmo, Varsovia, Helsinki y Ciudad de México hasta que en 1990 comenzó la repatriación de las obras por la Fundación Salvador Allende hasta que en 1991 se inauguró el Museo de la Solidaridad Salvador Allende.

En 1981 nació en París otro museo, en esta ocasión en apoyo al pueblo de Nicaragua. La idea surgió tras un encuentro entre Ernesto Cardenal, poeta y ministro del nuevo gobierno sandinista y Carmen Waugh, una galerista y gestora cultural que también había participado en la creación del museo en el exilio chileno. Después de la capital francesa, la muestra pasó por Madrid para más tarde asentarse en Managua, con cerca de 300 obras. En 1985 su nombre cambió por Museo de Julio Cortázar. Una década después los trabajos fueron expropiadas por desacuerdos entre la asociación de artistas que lo gestionaba y el gobierno. En la actualidad no se sabe demasiado acerca de su destino.

La tercera muestra en el exilio es la de Artistas del Mundo Contra el Apartheid, creada en 1979 por el francés Ernest Pignon-Ernest y el español Antonio Saura, exiliado en París. Ayudados por Arman, otro artista francés, recopilaron 150 obras de artistas internacionales denunciado la situación de Sudáfrica. Finalmente, a mediados de los años 90, las obras se colgaron en las paredes del Parlamento sudafricano en sustitución a las que celebraban el Apartheid.

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