La tríada del arte, el feminismo y la polémica
Comisariada por Beatriz Preciado y Teresa Grandas, La pasión según Carol Rama recién estrenada en el MACBA recoge 200 obras de la artista italiana que, pese a llevar 70 años de actividad artística, no recibió reconocimiento prácticamente hasta finales del siglo XX.
Con una historia familiar que, como poco, se podría calificar de complicada –una madre con problemas psiquiátricos y un padre propietario de un taller de bicicletas que, al quedarse en bancarrota, decide suicidarse– Rama comienza a pintar en la década de 1930. Sus primeras obras son acuarelas en las que se muestran cuerpos desnudos y actitudes sexuales que escandalizaron a la sociedad de su época y fueron censuradas por “pornográficas”.
Con el tiempo, su obra evoluciona y transita por diferentes estilos, llegando incluso a los collages en los que utiliza objetos como dientes o cámaras de bicicleta. Según Beatriz Preciado: “Intentamos tomar la representación disidente de Carol Rama para pensar el siglo XX de otro modo. Pensarla como una artista que crea un nuevo imaginario político, una nueva anatomía política”.
La mayoría de las obras de Carol Rama, que ahora tiene 96 años, estaba en manos de coleccionistas privados. Como esclarece Teresa Grandas: “Tiene una situación muy precaria, con una economía de subsistencia que hace que se dedique a hacer un trueque con sus obras. Nos hemos encontrado con que muchos coleccionistas son personas de su vida cotidiana como la farmacéutica o el sastre. Por otra parte, los coleccionistas de Carol Rama son muy fieles y no sólo compran por admiración, evidentemente, sino también para ayudarla. Hay una relación de amistad muy profunda”.
Rescate en Venecia
En el año 2003 le conceden el León de Oro en la Bienal de Venecia. Un galardón que ella recoge no sin cierta ironía –una especie de “ya era hora”– después de tanto tiempo creando en la sombra, sin percibir ningún interés por parte del sector artístico. “Lo que es interesante en el caso de Rama es que las instituciones, los museos o los críticos de arte no han sido los que han reivindicado al personaje. Han sido algunos artistas como Cindy Sherman, Zoe Leonard o incluso gente más joven todavía, grupos como Le Tigre (que incluso pertenecen a otro tipo de artes performativas o musicales) sin ni siquiera haber visto gran parte de su obra”, explica Beatriz Preciado.
¿Es Carol Rama una artista feminista? La respuesta de Preciado es rotunda: “Yo siempre digo que para mi sí es radicalmente feminista, es feminista casi antes de que el feminismo existiera. Es como la abuela de todos los feminismos por venir. Pero, por otra parte, el feminismo de Carol Rama es un feminismo que yo llamo no atropocéntrico y expandido; no es un feminismo sobre la diferencia sexual de las mujeres sino que es un feminismo de la discapacidad, de la locura, de la prostitución, de la mierda, de la mujer fálica, del hombre sin erección. Es un feminismo de toda esa multiplicidad de otros. Y yo veo en ella esa potencialidad de alianzas políticas más allá de una política de identidad.”
¿Qué artistas feministas son importantes en la actualidad?
Parecería una pregunta relativamente fácil de responder por una persona interesada en el tema, pero no es así. Por ejemplo, la antropóloga Lourdes Méndez Pérez, docente de la facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU y autora de libros como Antropología feminista, opina que: “La cuestión que se aborda lleva tiempo debatiéndose. En esa medida enunciar nombres sin más resulta, desde mi punto de vista, problemático y en especial desde una tribuna periodística si la intención que se tiene es la de informar”.
El resto de las entrevistadas no titubean. Las tres responsables del fanzine feminista Bulbasaur aportan numerosas referencias. Mirena Ossorno nombra a Lauren Alice Avery, aspirante a actriz que juega a presentarse como una muñeca rota de Hollywood y a Mel Paget, una artista multidisciplinar de Vancouver que muestra: “Un paraíso estético postmodernista, con fuerte influencia de cultura pop japonesa, gráficas MS-DOS y música ruidista y oscura”.
Blanca Miró recomienda a Dorothy Iannone y a Petra Collins: “Me encanta que gran parte de su obra tenga el objetivo de acabar con la demonización de la menstruación y con romper otros muchos tabúes culturales. Otra cosa a aplaudir es su revista Ardorous, en que trata de visibilizar el talento de otras chicas y mujeres”. Andrea Alvarado, además de a la propia Carol Rama, señala a Amalia Ulman, a Tracey Emin y a María Llopis: “Artista y activista transfeminista que utiliza la fotografía, el video y la performance para hablar sobre sexualidad, identidades de género, post-pornografía, violencia sexual, orgasmos, maternidades subversivas. Parece tener pocos límites por lo que siempre consigue aportar un punto de vista diferente. El video El strip-tease de mi abuela es un perfecto ejemplo” .
Emma Fernández, historiadora del arte y cofundadora del festival La Dinamitera, menciona como pioneras a: “Esther Ferrer, Eulàlia Grau y Eulàlia Valldosera. También me gusta por su actualidad, efectividad, repercusión y sentido del humor las acciones de Yolanda Domínguez. Otra de las artistas que encuentro más potentes, interesantes y comprometidas es Núria Güell”.
Lena Prado, activista feminista, también ha aportado sus recomendaciones: Sophia Wallace, autora del proyecto Cliteracy; Casey Jenkins: “Una australiana que se hizo bastante conocida a raíz de la pieza en la que teje con lana que sacaba directamente de su vagina” o la serie Wait Watchers de Haley Morris-Cafiero“.
Alvarado explica, a colación de la obra de Tracey Emin, uno de los posibles puntos del mencionado debate relacionado con el arte feminista: “Puede que no se defina como tal, pero parte de su trabajo tiene una clara lectura feminista. Creo que en muchas ocasiones pasa esto por lo que es interesante leer más allá de la etiqueta”.
Una vez más, la polémica
Apenas una semana después de la inauguración de la exposición sobre la obra de Carol Rama en el Macba, la polémica llegaba al Museo Reina Sofía de Madrid. En términos resumidos los hechos fueron los siguientes: la Asociación de Abogados Cristianos solicitó la retirada de varias obras del colectivo de artistas argentinas Mujeres Públicas incluidas dentro de la muestra Un saber realmente útil. El director del museo, Manuel Borja Villel, se negó a cumplir su petición apelando a la libertad de expresión, a lo que los abogados cristianos respondieron con una querella contra del directivo.
Las obras de la controversia tienen un mensaje claramente proabortista y de denuncia sobre la relación entre la Iglesia católica y la mujer. Lena Prado resume su opinión acerca del altercado con una frase contundente: “Con la Iglesia no se puede meter nadie en este país”, aunque destaca que lo positivo es que visibilice el feminismo, aunque sea con una polémica.
Más o menos en la misma línea, Emma Fernández, además de un intento obvio de censura, ve que “si hubieran utilizado como símbolo la fábrica ardiendo en alusión a los conflictos y desajustes sociales del pasado, nadie hubiera interpretado su crítica explícita al capitalismo como una incitación a quemar nuestros puestos de trabajo. Pero hemos topado con la Iglesia católica conservadora y misógina y el patriarcado”.
Y añade que: “Me parece poco afortunada la comparación de la crítica y denuncia feminista contra la influencia del catolicismo sobre la construcción y permanencia de la sociedad patriarcal con la incitación a la violencia homófoba, racista o machista. Creo que esto indica que aún hace falta abrir muchos espacios de estudio, debate y reflexión sobre la situación de las mujeres, la historia del feminismo y las relaciones de poder establecidas que explican no sólo la desigualdad en el pasado sino también en nuestro presente”.