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La bailarina escocesa Claire Cunningham explora a El Bosco en el Prado
La sala de las ocho musas del Museo del Prado ha sido testigo hoy de un adelanto de las actuaciones que la bailarina escocesa Claire Cunningham ofrecerá a partir de mañana dentro del Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid, una coreografía donde homenajea a El Bosco.
Las ocho estatuas de mármol que fueron halladas hacia 1500 en la Villa Adriana de Tívoli, y que hoy habitan en el Museo del Prado, han sido escogidas como escenario para que la bailarina y coreógrafa muestre 9 minutos de los 40 que forman “Give Me a Reason to Live”, donde explora a las personas con discapacidad que aparecen en las pinturas de El Bosco.
Con movimientos que desafían al equilibrio, y siempre acompañada de sus dos muletas, la artista trae a Madrid este espectáculo del 16 al 18 de febrero, fechas señaladas para el director del certamen, Carlos Aladro, para quien las creaciones de la escocesa es una “reivindicación” de las posibilidades que tiene el arte para “sanar y dar esperanza”.
Un montaje también, como ha expresado el director de la Oficina de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, Jaime de los Santos, en el que Cunningham quiere demostrar no solo cómo con la danza “todo se supera”, sino también cómo es capaz de hacerlo “casi todo”, porque en esta pieza hace lo que “no es capaz de hacer”.
Se trata de la primera vez que Cunningham, que nació con osteoporosis (Glasgow, 1977), baila en el Museo del Prado, así como la primera vez en la que se la podrá ver en Madrid, como ha afirmado Aladro, el artífice de que sea una de las actuaciones programadas de este festival.
Partiendo de su “autoidentificación con la discapacidad”, según la definen desde el festival, el trabajo de Cunningham se basa en el estudio y en “el uso y mal uso” de sus muletas, así como en la exploración del potencial de su físico, por lo que rechaza las técnicas coreográficas tradicionales desarrolladas para cuerpos no discapacitados.
Sus creaciones, a menudo autobiográficas, explorando íntimas cuestiones personales, y en el caso de “Give Me a Reason to Live” (Dame un motivo para vivir) la bailarina profundiza en cuestiones como “la presencia y la confrontación con el otro y lo diferente”, con “fuerza y autenticidad”.
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