Los Jemeres Rojos, Angelina Jolie y por qué sus películas importan
En otro incomprensible cambio de título, la película de Angelina Jolie llega a nuestro país con el nombre de Se lo llevaron. En inglés es Primero, mataron a mi padre. Un puñado de palabras que disparan directamente a los culpables del sufrimiento de una niña camboyana y de un país entero.
La narradora quiere decir que el asesinato solo fue la primera de una larga lista de atrocidades. Después llegó la separación de su madre y sus hermanos, los trabajos forzados, el entrenamiento con armas, el paseo entre minas antipersona y la lluvia de fuego vietnamita. Se lo llevaron son las memorias reales de la infancia de Loung Ung, quien ha participado como guionista junto a la directora estadounidense.
La nueva apuesta original de Netflix nos traslada al día en el que la guerrilla de los Jemeres Rojos tomó la capital de Camboya en 1975. Mostrar la guerra a través de los ojos de una niña de cinco años sirve para dar una versión digerible a Occidente, pero nunca edulcorada. Como ya hizo Clint Eastwood en Gran Torino con los hmong, Jolie ha querido llamar la atención sobre las vergüenzas que esconde su país en el continente asiático. Y la apertura de Se lo llevaron es una mordaz muestra de esto último.
“La posición política de Estados Unidos ha sido la de respetar, escrupulosamente, la neutralidad del pueblo camboyano”, declara Richard Nixon a la cámara mientras que los aviones norteamericanos bombardean el sur de la frontera con Vietnam. La mayoría fueron víctimas civiles. “Lo que hacemos es ayudar a los camboyanos a ayudarse a sí mismos”, continúa el presidente. Suena oportuna Sympathy for the Devil, de los Rolling Stones.
La acción nos devuelve al 12 de abril de 1975, después de la retirada de las tropas de EEUU, que facilitó el ascenso de los Jemeres Rojos, la toma de la capital Phnom Penh y la instauración de la Kampuchea Democrática. La pequeña Luong, la protagonista, vive en una casa acomodada junto a sus seis hermanos y sus padres. Bailan el pop que suena en la radio, tienen un televisor desde donde escuchan las falacias de la guerra y visten bonitas camisas y maquillaje. Pero todo eso va a acabar muy pronto.
Los guerrilleros de Pol Pot entraron en las viviendas de la capital, obligaron a las familias abandonar todas sus pertenencias y les pusieron a andar hacia las zonas rurales en una marcha devastadora. Se lo llevaron no atiende a nombres, fechas o estrategias políticas. Luong está muy verde para entender el significado real de la guerra en el Sudeste Asiático, casi tanto como los espectadores occidentales. Este truco es un arma de doble filo, y en ocasiones se echa en falta algo de diálogo y de contexto político.
Si la película sortea el tedio es gracias a las dotes de la actriz Sreymoch Sareum, que da vida a Luong. Su mirada inocente va tornándose dura y atenta según avanzan las calamidades. Entendemos que su padre es capitán militar del ejército del gobierno derrocado, lo que provocaría el asesinato de toda su prole en menos de un minuto. En cambio, los Ung deciden tomar la identidad de una familia de clase humilde para salvar el pellejo.
Para narrar el genocidio más grande de la historia de Camboya, la película de Angelina Jolie se excede en los planos amables. Colores, paisajes exóticos y juegos de luz que recuerdan a las fotos de un catálogo de viajes. Los Jemeres Rojos condenaron a los habitantes a la hambruna, a los castigos y a la muerte por agotamiento. Pero en Se lo llevaron solo hay un par de escenas que despachen esos niveles de crueldad con eficacia.
Luong va a tener que aprender al servicio de la República de Khmer a empuñar una metralleta con sus diminutos dedos, a usarlos también para sembrar de minas los alrededores de los campos de concentración y a permanecer inmóvil surmergida en el río para enfrentarse a los vietnamitas. Ese conocimiento con apenas nueve años le salvará la vida en una de las escenas más poderosas de la película: un plano picado de las minas que van estallando y amputando a decenas de adolescentes y niños.
Angelina Jolie le dedica una especial atención a esta parte porque hoy en día es un legado maldito en Camboya. Desde 1979, 25.000 camboyanos han muerto y más de 40.000 han sufrido traumáticas amputaciones. Una siembra mortal en la que EEUU tuvo bastante que ver y que la actriz no ha querido pasar por alto.
La directora valiente
“Para aquellos que perdieron la vida durante el régimen de los Jemeres Rojos, y para aquellos que sobrevivieron”. El final de la película honra a las verdaderas víctimas, aunque se haya rodado desde una perspectiva muy occidental. Hay quien lo compara con el cine del camboyano Rithy Panh, productor de la cinta de Netflix y experto en la temática gracias a sus filmes La imagen perdida o Rice People.
Pero si algo hay que concederle a Se lo llevaron son sus muestras de respeto por el país asiático y el episodio más negro de su historia. Desde los carteles escritos en khmer -idioma camboyano- hasta el equipo de producción y guion, Jolie no ha querido hacer sentir a los habitantes que se apropiaba de sus dramas. Y, a pesar de la polémica que rodeó a la película durante los primeros cástings, lo ha conseguido.
Angelina Jolie ha conquistado su derecho a ser una de las directoras más valientes y con mejor olfato de la industria estadounidense. Desde su debut con A place in time, sobre la diversidad de dos docenas de países, incluyendo la visita a sus campos de refugiados y orfanatos, la activista no ha abandonado la prioridad de su cine. Más tarde llegó la película En tierra de sangre y miel, sobre la Guerra de Bosnia, y en 2014 Invencible, sobre el atleta olímpico que fue capturado como prisionero por Japón en plena Segunda Guerra Mundial.
Posiblemente los locales camboyanos sepan contar mucho mejor su historia que una celebrity rica del país que les invadió. Pero no todas están dispuestas a renunciar al beneficio de la gran pantalla aliándose con una plataforma en streaming y a levantar los ojos del ombligo occidental. Por eso es importante que el cine de Angelina Jolie exista para poner una nota de compromiso detrás de las cámaras de Hollywood.