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La poesía sirve para combatir la “intemperie moral”, asegura Joan Margarit

La poesía sirve para combatir la "intemperie moral", asegura Joan Margarit

EFE

Barcelona —

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El poeta Joan Margarit, Premio Nacional de Poesía en 2008, que acaba de publicar el poemario “Des d'on tornar a estimar” (Desde donde volver a amar), ha dicho que la poesía y las artes, en general, sirven para combatir “la intemperie moral”, y por eso “la cultura no es algo ornamental”.

En este último poemario, publicado por Proa, Margarit ha reunido el trabajo de los últimos tres años, en el que ahonda en la capacidad curativa de la poesía, que ha desarrollado a lo largo de los años en su obra.

En una entrevista concedida a Efe, Margarit señala que el poema no deja de ser “un instrumento con el mismo efecto que la ciencia, que crea estructuras para no que no pasemos frío ni hambre y que nos curemos de las enfermedades”.

A su juicio, “hay una intemperie que no es física, que es moral, que hace referencia a pérdidas y amores, y ante la cual no hay botones como los de una caldera de calefacción, que pulsamos cuando tenemos frío”.

Frente a esa intemperie moral “hay pocas cosas que te puedan ayudar; acaso la poesía, la pintura, las bellas artes, la filosofía y, para algunos, la religión. No es gran cosa, pero no tenemos nada más”.

Además, tienen una “característica brutal”, subraya Margarit, “sobre todo cuando no tienes herramientas para combatir el frío moral porque ha muerto tu hija”.

La mejor preparación para afrontar la intemperie moral es tener la cultura bien aprendida, por esa razón, argumenta Margarit, “es un crimen negar a una criatura la educación musical o artística” y esa idea está en la base de la opinión de nuestros ministros de educación que “piensan que la cultura es un ornamento y por eso es lo primero que recortan”.

El Margarit más combativo asevera entonces que “la cultura no es un adorno, es algo tan serio como la penicilina, la energía o la electricidad”.

El volumen poético ahora publicado está escrito en unas circunstancias creativas y personales específicas, “desde dos conceptos: amar es un lugar y ese lugar no está siempre en el mismo lugar, va cambiando. Buscar el lugar desde donde querer te coloca en la frontera en la que intentas ser una buena persona y observar la admiración y la bondad, los elementos necesarios para el amor”.

Lamenta Margarit que la sociedad intente imponernos unas normas, “desde los Diez Mandamientos hasta las normas de lo políticamente correcto, cuando la persona debe trascender todo eso para cultivar la bondad”.

Como ya es habitual en sus poemas, Margarit rinde homenaje a sus poetas preferidos, en este caso menciona a Ferrater y Larkin, una elección casi determinista derivada de su “apuesta por una realidad, por acercarme al núcleo de lo que es el poema y decidir que debía utilizar la lengua en la que hablo, algo que no hacen todos los poetas” y pone el ejemplo de Josep Carner, que, como decía Josep Pla, “casi hablaba provenzal”.

Destaca Margarit que su elección personal fue acercarse a la realidad de la que escribía a través de una lengua que no fuera diferente en las formas, la retórica e incluso en las palabras utilizadas por la lengua del pueblo.

A juicio del poeta catalán, la poesía es la forma de expresión que menos puede recorrer a la astucia, porque “a un poema le exiges muchas cosas, pero no cabe la retórica ni el adorno, ni tampoco la mentira”.

Frente a una poesía elitista, Margarit es abanderado de una poesía al servicio del lector, pues “el hecho poético, a diferencia de la prosa, se sustenta sobre tres patas: el poeta, el poema y el lector; y si falla alguno de los tres, no hay hecho poético”.

Leer prosa, opina el autor es como ir a un concierto “en el que te puedes dormir o seguirlo con atención, pero leer un poema es coger una partitura escrita por un compositor que es el poeta y que tú interpretas, no escuchas, repone”.

Por esa razón, añade, “hay menos lectores de poesía, al igual que hay menos gente capaz de tocar el piano que escuchar un concierto”.

Su formación como arquitecto vuelve a colarse en poemas como “Babel”, algo que para Margarit es del todo natural: “El poema sólo lo puedo buscar en mi vida, mientras que en la vida de otros podré buscar una novela”. Jose Oliva.

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