Estas cigarreras marcaron la historia de Madrid (y casi nadie las conoce)
El día 1 de abril de 1809 abrió en Lavapiés una nueva Fábrica de Tabacos. Trabajaban 800 cigarreras. En 1853 ya eran 3.000; para 1890, superaban las 6.000. Ocurrió en Madrid, una ciudad de entonces trescientos mil habitantes. El lugar en cuestión hoy se conoce como Tabacalera.
Las historiadoras de arte Beatriz Martins y Yolanda Riquelme querían contar la historia de estas mujeres. Y querían hacerlo desde su campo, la mediación cultural, “una metodología que se basa en el diálogo, en la escucha, en romper esa situación jerárquica de visita al uso en el que el guía es el experto y el público es pasivo”. A ellas les interesa, entre otras cosas, la ciudad, el feminismo, los mapas, lo abierto y lo interdisciplinar. Con su colectivo La Liminal van a aunarlo todo para realizar una serie de recorridos urbanos buscando las huellas de estas cigarreras desconocidas para la mayoría. Comienzan este sábado y tendrán tres pilares: la perspectiva de género, la crítica y la transversalidad.
Esa transversalidad se ha reflejado en todos sus proyectos, en los que han tratado temas históricos vinculados a la actualidad. En este caso, colea el 8 de marzo. “Hemos ido descubriendo cómo durante mucho tiempo la identidad del barrio estaba directamente relacionada con la lucha de las cigarreras”, explica Yolanda. Porque esas trabajadoras, las madrileñas y las que se repartían por el mapa en lugares como Sevilla (donde se ubicó la primera, la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla) o Cádiz, fueron pioneras no sólo en el movimiento obrero femenino sino, en muchos aspectos, en el movimiento obrero en general.
Eso sí, tenían reivindicaciones específicas para su género. “Este es un tema histórico que nos permite dialogar con nuestro presente. Tiene, por ejemplo, mucho que ver con la conciliación. Y nos gustaba el colectivo por la cohesión de grupo que se creó, por los lazos. Está muy relacionado con la convivencia y con explotar el espacio urbano para crear redes”, comenta Yolanda.
Vínculos obreros
Así que, con todos los participantes (“que no visitantes”, recalca) que se quieran acercar, conocerán en primer lugar la Tabacalera para luego acercarse a los espacios significativos en los que dejaron su huella estas mujeres: “instituciones del cuidado vinculadas con la lucha obrera, como el Colegio San Alfonso, o asilos. También algunas corralas. Algunos edificios ya no están, pero sabemos dónde se encontraban”.
En Tabacalera, la mayor fábrica de su sector en el Madrid de la época, había trabajadores hombres “en los cargos más altos o en los puestos que requerían labores más pesadas”, pero la gran mayoría eran mujeres que compartían una situación vital muy parecida. Eso dio lugar a un grupo muy potente y a unas relaciones laborales y personales muy fuertes. Había dos motivos que explica Yolanda por los que se dio esa aplastante mayoría femenina: “la mejor habilidad manual para liar los cigarrillos y para producir en general que se les presuponía a las mujeres; y que eran una mano de obra más barata”.
En la frontera cultural
El experimento ya ha dado buenos resultados en otras ocasiones. Acaban de finalizar en el Reina Sofía (precisamente el lugar de trabajo donde se conocieron Yolanda y Beatriz) una serie de visitas guiadas por la exposición Nueva Babilonia. “Lo que más nos interesa es trabajar en la calle, intervenir en el espacio urbano. Pero también nos planteamos hacerlo en espacios expositivos si están los dos temas que nos interesan de base: la ciudad y la perspectiva de género. Así que era muy pertinente”.
Porque de ese trazado, en el que mostraban las claves para acercarse al movimiento del Situacionismo, han concluido que hay un interés creciente por el tema de la vinculación entre las personas y la ciudad. “Es significativo el hecho de que hiciese respondiese tanto público. Si miras la programación cultural de Madrid, últimamente se está trabajando mucho sobre el espacio urbano. Es una cuestión vigente y necesaria”, explica la cofundadora del colectivo. Además, entre personas muy distintas. Por ahí se acercaron desde arquitectos o gente relacionada con el urbanismo hasta psiquiatras o sociólogos. Porque este proyecto está dirigido a todos los ciudadanos.
“Liminal” es un concepto antropológico que designa “la fase intermedia entre una realidad dada y otra posterior”. “Lo liminal se encuentra en la frontera, es el terreno de la transformación, un espacio flotante abierto a todo tipo de posibilidades”. El proyecto comenzó en el marco del festival SeAlquila, que se celebra anualmente en un barrio de la capital y en 2015 quería hacer reflexionar a sus participantes sobre el concepto de lo público.
Yolanda y Beatriz lo vieron claro. Presentaron su propuesta y desarrollaron su trayecto por el barrio Pacífico. Así surgió todo. “Con la mediación cultural planteamos un diálogo, hacer preguntas a la gente, dinamizar el espacio de debate”, explican. ¿Lo idearon porque echaban de menos este concepto en el marco expositivo tradicional? “Las dos venimos del ámbito del museo, y sabemos que aunque hay ciertos trabajos que van abordando el espacio urbano con mirada más crítica, era muy necesario seguir promulgando una mirada femenina en el discurso histórico del espacio. Mostrar qué historias y figuras están invisibilizadas. Desde la perspectiva feminista hay mucho que hacer y reivindicar”. Por ahora, La Liminal devuelve a las cigarreras a las calles de Madrid que un día no tan lejano habitaron.