Dime quién eres y te digo qué bici necesitas
Soy un hipster comprometido: 100% fixie
100% fixieSi tienes menos densidad corporal que una sombrilla de daikiri, se te caen los pantalones, luces tatuajes marineros y barba de bosquimano, bigotito y/o un beanie de algodón orgánico, tu bicicleta sólo puede ser una fixie. Las bicis de piñón fijo son el gadget de moda, sobre todo cuando son bellas, minimalistas y, si sabes lo que te conviene, monocolores. Anteriormente conocidas como la bici del repartidor, las fixies favorecen al virtuoso, porque ofrecen un control total de la máquina. Eso significa que el pedal, las ruedas y la cadena son un solo engranaje, puedes parar en seco, dar giros bruscos y brincar para subir a la acera. También ofrece la oportunidad de montar y desmontar por encima de su barra horizontal con un gesto de prima donna que levanta melenas de Copenague a Lisboa pasando por Berlín.
Contras: si no puedes levantar la pierna por encima de la cadera, te cansas subiendo las escaleras del metro o tienes problemas de espalda, no seas más cool de lo que te conviene. Si no has cogido una bici desde los siete años y prefieres bajar las cuestas sentado en tu sillín, con los pies cómodamente calzados en los pedales, puedes hacer trampa y cambiar la fixie por una monomarcha con piñón libre y huesos de fibra de carbono. Nadie notará la diferencia. Salvo los otros hipsters, claro. Envidiosos.
Soy una femme fatale: bici de paseo
Más afortunadas que sus novios, hermanos y compañeros de piso, las hipsters pueden lucir palmito (y salir en el blog del Sartorialist) con una bici tradicional de paseo, de barra baja o curvada para acomodar sus largos vestidos veraniegos y el manillar alto para proteger el escote de miradas inquisitivas o accidentes de armario.
Pueden tener marchas, pero lo más importante es que sea vintage -a ser posible de los 70- y que sea de un color de ensueño, como crema o topacio.Cuidado que lleven guardabarros, no sólo para que la suciedad no te manche los calcetines sino para que no te pegues un trompazo cuando las perneras de tus pata de elefante se enganchen a la cadena. Las más codiciadas en el norte de Europa son las famosas que produce la famosa Royal Dutch Gazelle, pero hay Orbeas muy pintonas. No olvides la cesta.
Soy un conmutador / Vivo en un quinto sin ascensor: plegable
Son pequeñas y se doblan como un origami de metal, una cosa muy conveniente si vivimos en un microapartamento, hay que subirlas por las escaleras o hacemos parte del trayecto en metro/autobus/tren. No son para gente de estructura ósea potente, ni ofrecen demasiada comodidad o eficiencia para trayectos largos y aventureros. Pero cada vez hay más gente que las usa, y sus fans aseguran que las ventajas sobrepasan las limitaciones.
Soy ciclista serio / de fin de semana: montaña
No son las más estilizadas, con sus ruedas de alto calibre y sus cuerpos anchos y redondeados, pero las bicis de montaña son las más cómodas para casi todo. Son perfectas para salir al campo o hacer largos paseos por carretera (después de cinco kilómetros, el trasero agradece la suspensión). Pueden ser muy ligeras y ayudan a proteger la espalda, por no hablar de su amplio abanico de marchas, un factor a tener en cuenta en una ciudad de altibajos como Madrid.
Soy muy nervioso: BMX
Parecen hechas para un niño de seis años pero son para gente que, en otra vida, se dedicaba al skateboarding y al breakdance. No tienen marchas y no están diseñadas para recorrer distancias sino para hacer trompos en rampas, descampados y plazas.
Soy un vago: eléctrica
Evidentemente, consumen más que una bici normal y cuestan un dineral, pero son perfectas para personas de cierta edad que quieren ver el mundo sobre dos ruedas pero sin quedarse tirados en una corredera baja con 45 grados de inclinación. Son casi más caras que las motos pequeñas pero dejan pedalear cuando se quiere y descansar cuando fallan las piernas. Las más chulas son las que usan la energía del pedaleo para propulsarte cuando te hace falta.