La erótica del... ¿político pop?
Por lo visto, las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos van a ser un festival. Y si no, que se lo digan a Kanye West, que ha hecho de los premios musicales televisados su propia versión de liarla parda. Tras criticar en el escenario la concesión al mejor vídeo del año a Taylor Swift en 2009, el domingo anunció que se presentará como presidenciable en 2020.
Más allá de las bromas con respecto a su posible consumo de estupefacientes durante la gala y los memes que ya circulan sobre su futuro, quizás convendrá hacer un recuento de cuales son sus posibles contrincantes. Y aquí empieza lo bueno.
Sin duda, el más mediático hasta la fecha es Donald Trump -a quien recientemente el actor Owen Wilson describió como “el Charlie Sheen de los candidatos presidenciales”. Trump, que entró en el imaginario popular estadounidense primero en los ochenta como el ejemplo de gran empresario yuppie triunfador en el mercado inmobiliario, es conocido también por sus sonados divorcios y su participación en los programas televisivos The Apprentice y WrestleMania. Tras coquetear con la idea durante décadas -fueron famosos sus ataques a la primera campaña de Obama, a quien llegó a cuestionar su nacionalidad como ciudadano estadounidense- anunció su candidatura a liderar el Partido Republicano en las elecciones de 2016. En la actualidad, las encuestas le sitúan como el principal candidato dentro del partido.
Pero puede que el Charlie Sheen de los candidatos presidenciales acabe siendo...el propio Charlie Sheen. Por lo visto el actor, que se describe como un “republicano constitucional” sopesó la posibilidad de presentarse junto a su padre también en 2016, en un doblete “Sheen & Sheen”. Parece ser que todo quedó en algo anecdótico, una broma para intentar hacer sombra al verdadero candidato de Hollywood: George Clooney.
El rumor de una candidatura encabezada por el reconocido demócrata George Clooney viene de atrás. Ya en 2003 comenzó una férrea oposición a la guerra de Irak con duras declaraciones contra el entonces Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, y continuó con su apoyo público a Obama en las elecciones de 2008 y 2012. Clooney ha tenido gran presencia como emisario de paz de la ONU y ha emprendido tareas humanitarias en Darfur desde 2006. Su atractivo ha hecho que la prensa le compare con los hermanos Kennedy y su era dorada de Camelot. Esto no ha hecho más que aumentar tras su boda con la abogada especialista en derechos humanos Amal Alamuddin: las casas de apuestas -un pulso curioso pero certero del sentir anglosajón- dan como más que posible un anuncio de candidatura para 2020.
De humorista a alcalde europeo
Si en Estados Unidos se trata del mundo de la farándula, en Europa la situación viene liderada por cómicos. Incluso antes de la debacle del Partido Laborista en las últimas elecciones, diversas figuras se posicionaron a favor de candidato laborista Ed Miliband para influir con su tirón mediático. Quizás el más conocido sea el actor y cómico Russell Brand -conocido en España por la película Forgetting Sarah Marshall, y por ser el exmarido de Katy Perry- que encabezó primero un movimiento que denominó como “la revolución” para exigir mayor representación democrática en las instituciones con “la implementación de ideas que ya tenemos”.
Ante la vaguedad de sus argumentaciones – que fueron atacadas tanto por la opinión pública como por el Partido Consevador-, Brand centró sus esfuerzos en una campaña contra la corrupción a través de un documental dirigido por Michael Winterbottom y -tras abandonar su férrea convicción de negarse a votar como manera de lograr la revolución- pidió el voto para Miliband.
El que se postula seriamente como alcaldable de Londres no es otro que el rey del stand up Eddie Izzard. El cómico, una eminencia del humor en lengua inglesa, proclamado por Monty Python como “el Python perdido”, ateo declarado y autodefinido como un “heterosexual transgénero” anunció en 2013 su intención de presentarse como candidato laborista a partir de 2019. Tras apoyar públicamente al partido en cuatro elecciones generales y hacerlo con renovada intensidad por Ken Livingstone en las elecciones de 2012, recientemente ha reafirmado su intención: “seré el candidato ateo y europeísta”, ha dicho.
La alcaldía parece ser un paso asumible entre tanto oropel. Más allá de las tentativas, existe el precedente del televisivo Jon Gnarr, estrella en Islandia y músico punk, que fundó el denominado Mejor Partido, se presentó a las elecciones y ganó con el 34,7% de los votos la alcaldía de Reikiavik. Tras cumplir un mandato, Gnarr renunció a volver a presentarse.
De aquellos lodos
La unión entre espectáculo, interés mediático y poder político tiene una larga tradición. Si durante los últimos años se ha analizado incesantemente cómo la comunicación política ha copiado las estrategias de la cultura popular, intentando captar su atractivo, no pocos han captado que el capital simbólico es aún mayor cuando se trata de artistas populares.
La lista es larga, especialmente en Estados Unidos: el músico Sonny Bono fue alcalde de Palms Springs y congresista republicano, el actor Arnold Schwarzenegger fue Gobernador de California -el estado más rico del país, y uno de los más codiciados políticamente-, y el compositor Willie Colón ha sido candidato al puesto de Defensor Público de la Ciudad de Nueva York por el partido Demócrata.
El tropicalista Gilberto Gil fue Ministro de Cultura con Lula da Silva, el rapero Wyclef Jean quiso ser candidato a la presidencia de Haití. Más cerca, el poeta y cantautor José Antonio Labordeta fue la cara y la voz de la Chunta Aragonesista en el Congreso entre 2000 y 2008.
Hay quien olvida que Eva Duarte, más conocida como Evita, comenzó en el radioteatro y en el cine, y fue allí dónde conoció al general y futuro presidente Juan Domingo Perón. Evita fue primero estrella del radioteatro -dónde, no casualmente, se hizo popular gracias al programa Grandes mujeres de todos los tiempos, en el que se dramatizaban las vidas de mujeres famosas de la historia-, antes de convertirse en Presidenta del Partido Peronista Femenino y Jefa Espiritual de la Nación, un delirante título que sólo poseyó ella.
También fue actor mediocre antes que Presidente de Estados Unidos Ronald Reagan. Tras destacar en películas de serie B, su entrada en política sería de la mano del Comité de Actividades Antiamericanas, frente al que testificó para intentar frenar influencia comunista en la industria del espectáculo. El resto es historia. Tanto, que llegó a olvidar su pasado cuando afirmó, sobre el actor, director y alcaldable Clint Eastwood: “¿Qué le hace pensar que un actor de mediana edad que ha hecho una película con un mono puede tener futuro en política?”.