¿Quién escucha a Madonna?
El miedo a la yihad no ha detenido a la reina del pop que se ha negado a suspender su gira mundial y ha presentado su Rebel Heart Tour en el barcelonés Palau Sant Jordi. Los dos conciertos forman parte del brazo europeo de una gira que dio comienzo en Estados Unidos y Canadá. Según la Wikipedia, el recinto admite hasta 18.000 espectadores y, según El Periódico, la vigilancia ha estado a cargo de 120 mossos y 175 profesionales privados.
Mucha gente.
Los asistentes se quejan de la hora de retraso por los cacheos. Las crónicas describen un espectáculo dantesco, exuberante y carísimo.
Quién era aquella chica
En otoño de 1983 mis amigas vieron la ahora legendaria actuación promocional de Madonna en Camden Palace. Me ahorro repetir sus comentarios, basta decir que no les gustó nada: “Era playback”. Madonna no era todavía la rutilante reina pop que ha batido todos los récords ni la hidra mutante de cien cabezas con peluca de mortíferas culebras, apisonadora humana que destruye a picotazos lo que se pone a su alcance. En 1983 era solo una de las muchas starlettes disco de última hornada que animaban las veladas en alguno de los pisos del Danceteria neoyorquino. Pero bailaba y cantaba como si le fuese la vida en ello.
Madonna había nacido en una familia católica en Bay City en la Bahía de Saginaw en el lago Hurón. Como en los cuentos, muere su madre, su padre se casa con la asistenta y la niña se ocupa de sus cinco hermanos. Le gusta mucho bailar. En la escuela es cheerleader y muy buena estudiante. Consigue una beca para estudiar danza en la universidad, pero allí decide que quiere ser profesional y con 35 dólares en el bolsillo se sube al bus y se va a Nueva York. No come más que palomitas de maíz. Cenicienta con lycras y calentadores. Hace mil trabajillos para sobrevivir y acaba de gogó de Patrick Hernández y de modelo de desnudos. Un fotógrafo le paga 25$ por posar. Siete años después venderá sus fotos a una revista por 100.000. Pero en 1985, Madonna ya es famosa y una hábil mujer de negocios que sabe vender muy bien su leyenda y su imagen provocativa y escandalosa y, más que nada, el escándalo le sirve de promoción.
Like a Virgin se había publicado a finales de 1984 y tuvo mucho éxito. Madonna ha salido del submundo de las discotecas y se convierte en estrella pop. Vestida de novia post punk, arrasa en los Grammys. Su cinturón de Boy Toy causó escándalo. Pizpireta, sexy y descarada, Madonna se parecía más a Charo Baeza y a Raffaela Carra que a Ian Anderson y Leonard Cohen. No tenía el aura arty de Grace Jones, ni el misterio decadente de Amanda Lear. No tenía la voz de Gloria Gaynor, ni la credibilidad de Donna Summer.
Igualmente, despertó grandes recelos entre la autoridad de hecho musical que no quería ver derrotada a su máquina de hacer dinero, masculina, mesiánica y patriarcal. En cambio, las niñas –como había pasado con Elvis, los Beatles y MJ- se volvieron locas. Pronto el disfraz de Madonna compitió con el de la Bruja Avería en las fiestas de fin de curso. Sus imitadoras crecieron y las más entregadas se convirtieron a su vez en profesionales y ahí tenemos a Britney Spears, Christina Aguilera, Jennifer Lopez, Beyoncé, Gaga, Rihanna, etc.
En 1984, Madonna representaba el triunfo del afterpunk: se vestía con trapitos, se maquillaba ella misma y era todavía una jovencita rechoncha cuando le llegó la fama. A su paso saltaban todos los cánones de belleza. Además, contaba con la garantía de nombres de prestigio como Reggie Lucas y Nile Rodgers. El público femenino, acomplejado por la extrema delgadez de los 60 y 70, se regocijó y le aplaudió con fervor. Su frescura y desvergüenza para las alusiones sexuales y la carga erótica de sus interpretaciones eran un alarde de poder femenino. En un periódico madrileño tradujeron “When I was ten, I started liking boys” como “…Empecé a chupar a los chicos” y la fama de Madona como mala pécora se consolidó.
Desgraciadamente lo echa todo a perder en 1986, cuando reaparece para promocionar su tercer LP, True Blue, con un montón de kilos menos, bien maquillada, con pelo de peluquería y trajes muy elaborados. En Vanity Fair hablan de belleza de Boticelli. Para acabar de estropearlo, ahí está La Isla Bonita, que no se ha dejado de escuchar y que no ha dejado de resultar irritante con sus acentos mal encajados. Por culpa de Like a Prayer empiezan sus pleitos con la Iglesia Católica. Las autoridades eclesiásticas clamarán por que sea excomulgada y su oficina de comunicación nos hace creer que tiene mucho mérito.
En la cumbre de su fama, Madonna visita España por primera vez en 1990. Se pone la camiseta del Atlético de Madrid y da una fiesta en un hotel de lujo con invitados famosos. También fue a correr con todo su séquito por la Castellana. Al día siguiente visitará Barcelona. Es el mundo del espectáculo tradicional, como si las dos décadas de contracultura y punk no hubieran tenido lugar: piernas al aire, torsos desnudos, cambios de vestido y equívocos sexuales. El documental de la gira en que se integran los dos conciertos se titula En la Cama con Madonna.
Por entonces, con una foto fumando en la portada, editó Justify my Love, tema erótico que dio mucho de qué hablar, básicamente porque hubo una denuncia por parte de la autora de la canción, Ingrid Chavez, cuyo nombre había desaparecido de los créditos. En 1992, Madonna funda el emporio Maverick y, con este entramado empresarial a sus espaldas, lanza su andanada particular contra la gazmoñería: un álbum y un libro de fotos subidas de tono con los imaginativos títulos de Erotica y Sex respectivamente. Bate todos los récords. Mucha gente bosteza.
90's: Electrónica, Lourdes y Evita
Parece algo perdida en los 90. Sigue todas las modas: new jack swing, drum and bass, trip hop… Experimenta con el hinduismo pero solo edita dos álbumes -Bedtime Stories (1994) y Ray of Light (1998)- que siguen batiendo récords aunque, si preguntas, nadie los ha oído. La paradoja está tomando forma. Madonna es la avanzadilla de la música del siglo XXI: todo el mundo habla, pero nadie escucha. A mitad de la década, toma clases de canto para la versión cinematográfica del musical Evita. Recibe varios premios por su interpretación y tiene a su primera hija, Maria Lourdes, que ha cumplido 19 años y ya se ha hecho famosa.
Mientras ella crecía, parece que a su madre no se le ocurre nada. Por ejemplo, se viste de vaquera, graba versiones de canciones que nadie hubiera querido volver a escuchar y que, de repente, se vuelven ubicuas por su culpa. También hace suya una de las modas más ridículas e incómodas: el pantalón llamado cagón, que hasta entonces solo se lo habíamos visto a raperos y DJs, pero que ahora se convierte literalmente en moda juvenil y tardará más de diez años en extinguirse. Cuando la RIAA, instigada por el batería de Metallica, se lanza judicialmente contra Napster, Madonna es una de las figuras que defienden a la joven plataforma de intercambios. En 1998 nace Rocco, su segundo hijo biológico. Pronto aparecerá en escena con su mami.
Vestida de Che Guevara saca un álbum conceptual contra la cultura americana y todas las tiendas de la main street adoptan la moda militar y el camuflaje. Le sigue un álbum de revival disco que será su mayor éxito en mucho tiempo sobre todo gracias al sampler de Gimme Gimme Gimme de ABBA en el tema titulado Hung Up. Por cierto, utilizar su riff necesitó de largas conversaciones con los autores de la canción. Los negocios son los negocios. Títulos: American Life y Confessions on a Dance Floor. También adopta a dos niños africanos de modo irregular. La productora cinematográfica Maverick lanza La Saga del Crepúsculo en 2008. Madonna está muy bien en su pequeña despedida a MJ en julio del 2009.
En Hard Candy, Madonna vuelve a sacar los cueros sadomaso. Su siguiente álbum alude a las drogas de síntesis: MDNA. A pesar de su extraordinaria forma física y de su bonito cuerpo de bailarina, es muy criticada por seguir exhibiéndose en escena con tan poca ropa: “¡A su edad!”, claman las voces de internet y de las revistas de cotilleos. Para presentar Rebel Heart, encarga en España unos trajes de torero, unas cornamentas y unas capas. En la entrega de los Brit Awards, se enreda en la capa y se cae. Sigue cantando como si nada.
Entre jaulas, cruces y abanicos, Madonna recorre el mundo con su Rebel Heart Tour y recauda veinte millones. Muchos van a sus conciertos, todos leen las crónicas. Madonna ha hecho muchas cosas y ha ganado mucho dinero escandalizando y cambiando de trajes y peinado continuamente. Pero la Madonna de referencia para todo el mundo es la de los 80 y las canciones que se siguen escuchando son Material Girl y La Isla Bonita.