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El flamenco pone voz a las víctimas españolas de los campos de concentración nazis

Joaquín López (Quini), Nico Pelegrín, Pablo Barrionuevo y David Galván durante un ensayo

Carlos Hernández

¿Es posible reflejar el sufrimiento de quienes aguardaban su turno para entrar en la cámara de gas? ¿Cómo transmitir el dolor de aquellos esqueletos vivientes que trabajaban como esclavos en la cantera de Mauthausen, sometidos a las continuas torturas de los SS? ¿De qué forma podemos ser conscientes, aunque sea mínimamente, de la angustia que sentían los prisioneros españoles de los campos de concentración nazis? Nico Pelegrín ha encontrado en la música su propia respuesta a todas estas preguntas. El joven cantaor murciano estrenará este viernes en el Cervantes Theatre de Londres el espectáculo Flamenco de libertad, en el que rinde tributo a quienes sufrieron en sus carnes toda la crueldad de los campos de la muerte de Hitler.

“Hace ya varios años que sentía la necesidad de ayudar a que estos hombres y mujeres salieran del olvido —confiesa Pelegrín—. Me sorprendió que esta historia no fuera conocida suficientemente en nuestro país. ¡Nada menos que 9.300 compatriotas nuestros acabaron en aquel infierno! Por eso cuando me invitaron a actuar en Londres, pensé que había llegado el momento”. El cantaor comenzó a documentarse y a recopilar poesías y textos escritos por supervivientes españoles de los campos nazis. Con ellos como base, se puso a construir un espectáculo que aúna flamenco y memoria: “También he recuperado versos que Miguel Hernández escribió en la cárcel porque he querido que el espectáculo sea un homenaje general a todos aquellos que murieron a causa del fascismo y del nazismo, también en España”.

En este ambicioso proyecto, Pelegrín ha querido rodearse de un grupo de músicos jóvenes que ya despuntan, al igual que él, como futuras estrellas del flamenco: el violinista David Galván y los guitarristas Pablo Barrionuevo y Joaquín López “Quini”. Los cuatro interpretarán diez temas, compuestos por el cantaor, en los que se narra por orden cronológico el camino que recorrieron los deportados y el resto de prisioneros del fascismo: “El flamenco ha servido, entre otras cosas, para transmitir el sentimiento de opresión sufrida por el pueblo gitano durante siglos. Es otra de las razones por la que creemos que es tan acertado unir estos dos temas: arte flamenco y represión”.

Bulerías, malagueñas y fandangos repletos de memoria

El espectáculo comienza con un martinete que relata el dramático momento en que hombres y mujeres libres caen en las garras de las tropas fascistas y continúa con unos fandangos, sustentados en la poesía de Miguel Hernández, que trasladan la angustia del prolongado cautiverio. A partir de ahí se suceden las seguiriyas, bulerías, tangos y malagueñas recreando historias reales de españoles que vistieron el pijama a rayas en el campo de concentración nazi de Mauthausen. Para componer una de ellas, Pelegrín ha recuperado la carta que un prisionero escribió a su madre poco antes de morir: “Larga es mí agonía/la parca viene a mí/y era larga agonía/la parca viene a mí/por más voces que daba/no me sacaron de allí/era larguita, era larguita agonía/la muerte viene a mí”. En otros temas se recrean escritos del superviviente murciano Antonio Hernández Marín y del malagueño José Marfil Peralta que pasó por el terrible campo de concentración de Gusen: “Mi lema era el vivir/ser el primero en llegar/mi lema era el vivir/para los golpes evitar/sin refugio y sin dormir/y no morir al trabajar”.

Poemas de amor escritos a sus compañeras por otros deportados, como el toledano Esteban Pérez, han servido al cantaor para ampliar el abanico de sentimientos que mostrará al público británico el próximo viernes: “He intentado que el espectáculo —afirma a Eldiario— no solo refleje el dolor, sino también la nostalgia, el ansia de libertad, el amor por su tierra y por sus familias que sentían estos prisioneros mientras se encontraban encerrados tras las alambradas”. Unas alegrías romperán el tono trágico para describir el momento en que las tropas estadounidenses y soviéticas liberaron los campos de concentración. Sin embargo, el espectáculo tiene un epílogo, en forma de bulerías, que transmite la advertencia que dejó por escrito uno de los supervivientes españoles de Mauthausen: “Pues alerta hermano mío/de infortunio y sufrimiento/si queremos que esos años/de agonía ya no vuelvan”.

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