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Google Music Play vuelve a llegar tarde a la fiesta (y ya van tres)

Taylor Swift tampoco se lo puede creer

Marta Peirano

Si hay alguien en el mundo capaz de predecir los movimientos de los usuarios de la red, tiene que ser Google. Y, sin embargo, hay dos mercados en los que parece estar completamente ciego: el de las redes sociales, donde se arrastra con Google+ y el de la música. Ayer anunciaba una versión gratis de Google Play Music, diseñada para atraer a más clientes a su servicio de suscripción y dar a los artistas una vía más de ingresos. Este es el tercer intento de conquistar un juego al que parece no saber jugar.

Cuando Google lanzó Google Music en 2011 cometieron el error de competir con iTunes. El servicio de música de Apple había salido en 2001 y se tragó el mercado por dos razones: era la alternativa legítima y conveniente a Napster y cabalgaba a lomos del revolucionario iPod (y en perfecta sincronización con el resto del sistema), con un modelo de pago por canción y acceso limitado a los dispositivos con OSX. Apple aprovechó un momento de crisis para comerse un mercado revuelto, pero el futuro era ya un modelo basado en la suscripción, compatible con todas las plataformas y con una opción gratuita, trufada de anuncios. Es decir Spotify, lanzado en noviembre de 2008.

En mayo del año pasado corrigieron su primer error para cometer otro exactamente igual. El nuevo Google Play –rebautizado breve y ridículamente Google Play Music All Access– era como un Spotify cojo, con un catálogo de 20 millones de canciones y una app exclusiva para Android y una tarifa básica de 9,99. Por segunda vez, Google salía a medirse con el jefe del patio pero con una oferta peor que la suya. Y una única ventaja: dejaba subir canciones del disco duro para meterlas en las listas de reproducción. Lo que está muy bien si te interesan los grupos que no están en Spotify, que cada vez son más. Pero ¿quién tiene canciones en el disco duro?

El streaming sigue siendo el futuro, Spotify ya no

Ahora, un año más tarde, Google se decide a ofrecer una opción gratis con anuncios y compatible con iOS, que combina aspectos de Spotify con aspectos de Pandora: una radio aleatoria basada en Songza, la compañía que Google adquirió en julio del año pasado, que emplea selecciones musicales basadas en el estado de ánimo del usuario, su ubicación, la hora del día y las preferencias pasadas y antepasadas. Es decir: como Pandora, Slacker Radio, TuneIn, iHeartRadio. Rdio, Tidal, Rhapsody y Beats Music (las dos últimas “solo” en EEUU).

Casi todos los medios han destacado que el anuncio llega un mes después de que Apple anunciara su nueva plataforma musical gratuita, Apple Music, y dos días después de que Taylor Swift le dijera a Apple que si no le pagaban derechos de autor ya podían pegar la vuelta y marcharse por donde habían venido. Como si Google pudiera sacarse de la manga un nuevo producto en el que hay que poner de acuerdo a artistas, discográficas, promotoras y herederos en dos días, sólo para aprovechar el tropezón de Apple (que, por cierto, se arrodilló ante Taylor Swift y generó el mejor titular del año).

Con esto, Taylor Swift demuestra que lo gratis no sale gratis -al menos a Apple- pero es donde está la audiencia. Spotify declara que tiene 20 millones de suscriptores de pago y 55 millones que disfrutan de su servicio gratuito. El francés Deezer, su competencia más cercana, tiene 6 millones de usuarios de pago y 10 millones de usuarios en la opción gratuita. Gratis no es una parte pequeña del mercado, es El Mercado.

Pero eso no significa que Google no haya vuelto a apostar por un modelo que ya ha empezado su declive. Spotify alcanzó su pico de popularidad en 2013 y desde entonces no sólo pierde músicos, sino también usuarios a gran velocidad. El año pasado perdió 197 millones de dólares, casi tres veces más que el año anterior, cuando perdió 68. Es el modelo de una plataforma única que lo tiene todo lo que está en crisis. Y, a juzgar por los intereses de Tidal y ese azote que no cesa llamado Taylor Swift, está claro que las plataformas empezarán a cerrar filas sobre los músicos, igual que hicieron las grandes productoras de cine con las grandes estrellas durante la era dorada de Hollywood.

La vieja guerra: tecnología vs propiedad intelectual

Desde un punto de vista estrictamente comercial, parece la única manera de conciliar lo gratis con mantener estrellas en el catálogo. Recordemos el bocado de realidad que se llevó Jay Z, nuevo jefe de Tidal, al ver que su señora Beyoncé podría tener que salir de su plataforma por exigencias de su contrato con Sony. Al final lo arreglaron porque entre todopoderosos las cosas se arreglan con un par de ceros y nadie se mete con la pareja más poderosa de la industria. Pero, aunque la música -y el cine y la televisión y los videojuegos- por streaming son claramente el presente y futuro del entretenimiento, el continente de la música por demanda ya ha empezado a separarse.

Es posible vislumbrar un futuro en el que la música vuelva a ser algo basado en comunidades y tribus urbanas, que a la larga funcionan como un club de fútbol: con lealtad descerebrada hacia la opción que han elegido y desprecio violento contra todo lo demás. En estas circunstancias, con Tidal configurándose como un consorcio de artistas superventas y un Apple que lleva negociando con las grandes discográficas desde 2001. ¿Qué tiene Google que ofrecer para ganarse a los usuarios? ¿Qué jugadores se podría quedar?

Su única ventaja es venir instalada de fábrica en el sistema operativo para móviles más popular del planeta (Android). Y seguir permitiendo que subas hasta 20.000 canciones de tu disco duro, algo que tenía más sentido cuando la gente compraba canciones. Ni siquiera es una indie, un perfil que benefició a Spotify y que podría satisfacer al tipo de usuario que sospecha de los monopolios, o que se niega a entregar más datos a una multinacional.

La única opción que le queda es usar todos sus recursos para generar un servicio que se integre con todas las aplicaciones de la casa y que se anticipe realmente a las necesidades de los miles de millones de usuarios que ya tiene. Algo tan irresistible que hasta Taylor Swift tenga que pasar por el aro. Tienen todo lo necesario para inventarse el futuro del negocio: dinero, tecnología e influencia. Por qué sigue chupando media de su competencia, es un misterio que de momento quedará sin resolver. Mismamente, como Google+.

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