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Diez canciones para despedir a Leonard Cohen

Leonard Cohen

Francesc Miró

Este 2016 está siendo un año aciago para la música. Primero fue David Bowie, luego Prince y ahora Leonard Cohen. El cantautor canadiense nos dejó este viernes a los 82 años, según informó su familia a través de su perfil oficial en Facebook.

Hace apenas tres semanas, el poeta publicó su último disco, You Want it Darker. Los versos que llenaban lo que ha quedado como una despedida no tan precipitada decían: “Estoy preparado, mi señor.... Dejo la mesa, estoy fuera del juego”. De hecho, antes de eso ya habló de reunirse con su fallecida musa, Marianne: “Creo que te seguiré muy pronto”.

Sus catorce álbumes lo confirman como un poeta, cantante y músico esencial para comprender el último medio siglo de la historia de la música. Aunque se interesó y cultivó el verso desde muy joven, grabó Songs of Leonard Cohen, su primer disco, a los 33 años. Ya había recorrido bares y escenarios cuando fichó por Columbia Records de la mano del mismo cazatalentos que había descubierto a Bob Dylan, John H. Hammond. En Nueva York comenzó una carrera musical que duraría, con sus más y sus menos, hasta este viernes.

Su influencia en la música contemporánea es inmensa y muchas de sus canciones se han convertido en himnos generacionales tan versionados como respetados. Elegir sólo diez es cometer una injusticia en la que se obvian demasiadas cosas. Pasa con todos los clásicos: elegir es limitar. Por eso esto no pretende ser más que una pequeña lista homenaje, para decir hasta la vista a Cohen en un día como este.

1- Suzanne

Es curioso como la primera canción de su primer álbum se convertiría en uno de los símbolos de su extensa carrera. Pero así fue: contaba la historia de su complicada relación con la bailarina Suzanne Verdal a quien conoció y amó el verano de 1965. Verdal contó años más tarde que nunca recordó a Cohen con tanta tristeza como él la recordaba a ella. El resultado sigue emocionando.

2-So Long, Marianne

Cuenta la historia que cuando Cohen vio a Marianne Jensen, un día soleado en una pequeña isla griega, se enamoró perdidamente. Fue su amante y su musa muchos años y también la inspiración de las canciones más emotivas de sus primeros discos. Ella estaba casada con el escritor Axel Jensen y hablar de su recuerdo aún le dolía años después. Falleció este mismo año y Cohen la despidió con una emotiva carta.

3- Bird on the Wire

Marianne inspiró también esta canción, que escribió en la misma isla en la que la conoció, Hydra. Una tarde se dio cuenta de que un pequeño pájaro que descansaba en un cable telefónico delante de su habitación se parecía bastante a él. Así que escribió Bird on the Wire. Aunque es una de las mejores canciones de su álbum Songs from a Room, lo cierto es que costó bastante grabarla: durante días y noches el cantautor no encontró el tono adecuado y estuvo a nada de dejar fuera la canción del álbum. Un día antes de finalizar la grabación del disco, el tema surgió de manera improvisada.

4- Famous Blue Raincoat

En algún momento a principios de los de 1970, cuenta Cohen que un ladrón le robó una chaqueta del apartamento de Marianne en Nueva York. Si sabía lo que estaba haciendo es aún un misterio, pero el caso es que el abrigo se convirtió en algo más cuando Cohen escribió sobre él esta pieza en formato epistolar. Hoy es una de las canciones más recordadas del álbum Songs of Love and Hate.

5- Chelsea Hotel #2

Cohen solía alojarse en la suite 424 del hotel que da nombre a esta canción cuando no estaba en su casa en Montreal. Un alojamiento por el que habían pasado desde Mark Twain, Charles Bukowski o William S. Burroughs. Arthur C. Clarke escribió allí 2001: odisea en el espacio. Y también Janis Joplin, con la que se encontró una noche en el ascensor. Se dice que del encuentro de ambos artistas surgieron chispas. El resultado fue memorable y se puede escuchar en esta canción.

6- I'm Your Man

Muchos críticos se habían apresurado a etiquetar a Cohen como cantante folk de los 60 cuando sorprendió a todo el mundo con I'm Your Man. El noveno álbum del poeta estaba lleno del espíritu rebelde de sus coetáneos y jugaba con sonidos mucho más modernos de lo que, incluso los más avezados, esperaban. La canción que bautizaba al disco era un canto a la lujuria que entró directamente en lo más antológico de su carrera.

7- Everybody Knows

Decía Andy Green en Rolling Stone que esta canción se podría considerar de las más pesimistas de su amplio catálogo de canciones pesimistas. Cohen escribió sobre 'lo que todo el mundo sabe' entristecido y el resultado poético tiñó los versos de un aire casi apocalíptico. Para la ocasión, trabajó como pocas veces su voz, más profunda de lo habitual, de forma que sonara lo más acompasada al bajo posible.

8- Tower Song

En 2008, muchos se sorprendieron de que Cohen entrase en el Rock and Roll Hall of Fame. Pero lo cierto es que el mérito no se lo ganan sólo las grandes estrellas del rock, sino también aquellos artistas que saben mirar y reflexionar sobre la propia profesión. Pocos lo han hecho como el músico y poeta canadiense. Tower Song no es una canción inspirada en el amor a una joven, ni un dulce romance en un hotel cualquiera. Es una mirada lúcida a la creatividad y el coste personal y anímico que ésta exige.

9- The Future

La caída del Muro de Berlín inspiró este canto al futuro sombrío al que alude el título de la canción. Una pieza que muchos no han dudado en comparar con ciertas etapas apocalípticas de Bob Dylan y que marca el tono pesimista y desencantado con el que el cantautor veía la década de los 90. El álbum al que daba nombre este single marcó algunas de las miradas más emblemáticas de la cultura pop de la última década del milenio y fue también su despedida de la grabación analógica.

10- Hallelujah

Aunque hoy es todo un hito, esta canción pasó algo desadvertida en su momento. No en vano, el mismo año que Cohen sacaba su álbum Various Positions, las listas de éxitos las copaban Prince, Bruce Springsteen y Madonna. No obstante, fue una canción que costó un esfuerzo de tiempo y creatividad al que el artista no estaba acostumbrado. Cohen llegó a obsesionarse con cada palabra del tema e hizo hasta ochenta versiones de la canción. La versión de Jeff Buckley la catapultó a una fama que tardó casi una década en llegar. A día de hoy, quien diga que no ha escuchado jamás a Leonard Cohen solo tiene que buscar esta canción para descubrir que se equivoca. No se nos ocurre mejor forma de despedirle.

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