Dcode 2014: el festival que aún no merece el 'gran'
Madrid aún no tiene un gran festival de verano. Los diversos intentos de lograr que la capital del país tuviese su gran evento musical anual nunca llegaron a fructificar. El último en buscar hacerse con dicha denominación ha sido el Dcode, que en este 2014 ha cumplido cuatro años en activo. Durante el mejor concierto de ayer, Pucho, el cantante de Vetusta Morla, dijo que “ya nos merecíamos un festival en Madrid”. Su frase es cierta, pero denota un conformismo que evidencia el sentimiento de los artistas y muchos de los que pagan por acudir al Dcode: aún no juega en primera división. Y cada año parece estar en el mismo lugar, ni más lejos ni más cerca del objetivo.
El Dcode celebró este sábado 13 de septiembre su cuarta edición con un cartel lleno de artistas y bandas solventes pero que carecen de ese aura especial para atraer a miles de personas de otros países. El renombre internacional de gente como Beck, La Roux, Jake Bugg o CHVRCHES es innegable. El problema es que no alcanzan el nivel mediático de Franz Ferdinand en 2013 o de The Killers en 2012, provocando que la diversidad escasee y te dé la sensación de ver a los mismos asistentes cada año. Pero aún con la pérdida de un gran cabeza de cartel, los conciertos estuvieron a la altura. Y es que un equipo de humildes y voluntariosos también puede sacar una noche adelante.
Así fue el festival
Los momentos más interesantes comenzaron alrededor de las 19.00 horas, cuando Bombay Bicycle Club apareció en el escenario para ofrecer un concierto correcto pero nada excitante. A la banda británica le siguió la española Russian Red, que aun con su problema de oído y sus gritos fuera de tono acertó con la selección de sus temas. La gran banda que tenía detrás también ayudó a que Lourdes Hernández se luciese y fuese soportable en un ambiente que buscaba saltar y bailar. La hora feliz en cerveza justo antes de su concierto también ayudaría. También tiene mérito en que tuvo que luchar contra la propia organización, que decidió retransmitir en una pantalla gigante un partido de fútbol.
A las 21.20 fue el turno de Jake Bugg, que dio paso a las horas más emocionantes y divertidas. El joven británico de 20 años dio un concierto impecable y lleno de ritmo, demostrando por qué es uno de los músicos con más futuro que existen. A pesar de que se mostró tímido entre canción y canción, cuando cogía la guitarra y se ponía delante del micrófono se transformaba hasta parecer un rockero de 50 años que sabe cómo manejar al público que tiene delante. Por algo le comparan ya con Bob Dylan.
Bugg dio paso al cabeza de cartel, Beck, que supo gestionar muy bien su energía y mantuvo el nivel que había impuesto su predecesor. El problema es que el más veterano de los participantes en el Dcode fue de más a menos, al escoger para sus primeros minutos sus canciones más potentes, para después tirar de lo más tranquilo para la segunda parte de su actuación. Sus últimos minutos recordaron a los primeros, al demostrar que es de los pocos que se atreve con varios estilos y que sabe cómo versionar temas míticos de bandas como los Rolling Stones.
Lo mejor de la noche lo ofrecieron los españoles Vetusta Morla, que demostraron su gran calidad y dejaron claro que son unos maestros del directo. Los grandes éxitos de sus discos como La cuadratura del círculo, Lo que te hace grande, Sálvese quien pueda, Maldita dulzura, La deriva o Golpe maestro provocaron la explosión del público, que no paró en la hora y cuarto de concierto. Antes de acabar, Pucho anunció que la banda se atreverá el próximo 23 de mayo a actuar en el Palacio de Deportes de Madrid. Un paso adelante que, de salir bien, colocaría a Vetusta Morla como la mejor banda de España. La actuación de este sábado deja claro el porqué.
La noche comenzó a terminarse con La Roux, que aunque no contó con una gran multitud aclamándola fue capaz de mantener activa a los que ya empezaban a bostezar. CHVRCHES, que fueron víctimas del horario, no llegaron a convencer, mientras que el Dj Set de Digitalism acabó de reventar a los que aguantaron toda la noche.
A la salida, la sensación que dejaba el Dcode era la del “quiero y no puedo”. Un festival que busca de la manera más loable ser grande, esforzándose en traer a grandes artistas con la intención de convertirse en ese grande que le falta a Madrid. Pero que no puede, porque comete los mismos errores que debería haber enmendado en su segunda edición. Veremos si el quinto aniversario es el la consolidación.
Información elaborada con la colaboración de Mónica Zas