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La poesía animada de “La tortuga roja” llega a España
Ganador de un Óscar al mejor corto de animación por “Father and Daughter”, el holandés Michael Dudok se estrena en el largometraje con “La tortuga roja”, una historia poética en la que ha querido demostrar que “la naturaleza somos nosotros, los seres humanos”.
Un hombre que naufraga y llega a una isla abandonada, donde conoce a una tortuga que se convierte en mujer. Ese es el imaginativo punto de partida de una producción que es la primera que los míticos estudios Ghibli realizan fuera de Japón y que se estrena hoy en España.
Una oportunidad única, como asegura en una conversación telefónica a Efe Dudok, que se reconoce inspirado por la magia de la animación de maestros como el retirado Hayao Miyazaki, uno de los fundadores de los Ghibli y autor de joyas como “La princesa Mononoke” (1997), “El viaje de Chihiro” (2001) o “El castillo ambulante” (2004).
“Mi estilo de animación no es para nada japonés. Ellos se caracterizan por sus grandes ojos, por los gestos físicos muy exagerados. Pero hay cosas que tenemos en común, como es la búsqueda de la belleza y de historias muy especiales, difíciles para los occidentales y no supercomerciales”, explica Dudok (Utrecht, 1953).
Además, al igual que las historias que cuentan los filmes japoneses con el sello Ghibli, sus proyectos también muestran “un profundo respeto por la naturaleza”, asegura el realizador holandés.
Por eso, cuando recibió el encargo de los Ghibli para rodar la película -“yo no tenía ambición de hacer largometrajes pero cuando me contactaron fue un shock, hablaba solo, flotaba en el aire, fue un momento de éxtasis”, reconoce- y le dieron carta blanca para hacer lo que quisiera, decidió mostrar ese amor y respeto por la naturaleza a través de la belleza y la poesía.
“Quería explorar el lado más poético posible a través de los colores, los movimientos, el montaje, el juego de sueños y realidad”, explica Dudok de una película que quería que se alejara mucho de sus trabajos anteriores, aunque fueron estos los que convencieron a los responsables de Ghibli que él era el adecuado para encargarse de su primera producción fuera de Japón.
Los productores solo le pusieron unas condiciones básicas. Que no fuera de más de 80 minutos de duración, que se hiciera bajo las leyes francesas -porque respetan más los derechos de autor-, que no se saliera ni del presupuesto que le dieran ni del tiempo fijado de rodaje y que el equipo fuera cien por cien europeo.
“Me dieron total libertad pero no se trataba de confianza ciega. Pedía su opinión, colaborábamos. Hubo una presión respetuosa por su parte y varias veces me sugirieron cambios, pero he hecho la historia que quería hacer”, recuerda el director de cortos tan premiados como “Le moine et le poisson” (1994).
El resultado es “La tortuga roja”, una historia inspirada en un cuento japonés del siglo XIX sobre animales que se transforman en seres humanos, un relato muy emocional con el que Dudok pretende “transportar al espectador a la naturaleza”.
Con colores suaves, una narración hipnóticas y un estilo repleto de delicadeza, “La tortuga roja” se llevó el premio especial de la sección “Una cierta mirada” del último Festival de Cannes y cuenta con opciones para entrar entre los nominados al Óscar a la mejor película animada, que se anunciarán el próximo día 24.
Alicia García de Francisco
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