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The Influencers 2017: Elige tu propia Internet

Unknown fields en Chernobyl| Foto: Johnathan Gales

Marta Peirano

The Influencers, el “festival de Arte no convencional Guerrilla de la comunicación y Entretenimiento radical” dirigido por Bani Brusadin y 0100101110101101.ORG (Eva & Franco Mattes) investiga cómo las empresas, instituciones y tecnologías influyen en nuestras vidas, invadiendo la cultura popular y modificando nuestro comportamiento con intenciones diversas.

Durante los 13 años del festival, artistas de todas las disciplinas han venido a Barcelona a demostrar sus herramientas y ofrecer mecanismos de resistencia. A veces, si hay suerte, usando la misma herramienta que han venido a desactivar. En los últimos años, el pulso se ha ido centralizando alrededor de nuestro espacio cognitivo, un lugar de poca visibilidad y mucho impacto.

Los procesos desarrollados para la ocupación y manipulación de ese espacio son múltiples, pero dominan dos. Por un lado, algoritmos diseñados para mantener nuestra atención y fomentar la interacción. Por otro, algoritmos diseñados para extraer los datos que derivan de esa relación, comprender nuestro comportamiento y modificarlo a conveniencia del cliente. Las herramientas están cómodamente instalados en nuestros escritorios, nuestros bolsillos y en nuestro entorno.

Las hemos instalado nosotros a cambio de servicios instantáneos y aparentemente gratuitos, pero son invisibles. No por accidente sino por diseño. Seguimos creyendo en un mundo que se rige por las fronteras y las leyes definidas por las naciones estado, pero vivimos en un mundo regido por algoritmos cuyas microdecisiones definidas por multinacionales alteran nuestro lugar en el mundo. Si el periodismo es mostrar lo que los poderosos no quieren que veas, The Influencers es una antología con los mejores trabajos de investigación. Estas son las claves.

1. Ciudadanía algorítmica, legislación extracorporal

En lo más encendido del pulso DIU/155, The Influencers examina el desvaneciente concepto de ciudadanía, cuya acepción más ortodoxa -vínculo de un individuo con un Estado-Nación que genera derechos y deberes recíprocos- está siendo desarticulada por una realidad mixta en la que el mismo individuo puede operar, pagar impuestos, pertenecer y residir simultáneamente en cuatro o más países diferentes al mismo tiempo. O puede permanecer sentado tranquilamente en su sofá mientras sus derechos y libertades viajan por los servidores del mundo, cada parada una oficina de inmigración. Esta atomización de la ciudadanía fragmenta la relación de derechos y deberes entre el individuo y el estado, que ya no puede comprometerse a protegerle siempre, ni esperar exclusividad fiscal, laboral o identitaria. Esta es la cuestión que aborda James Bridle, que cerrará la tarde del sábado.

Británico asentado en Atenas, artista, ensayista e investigador, Bridle ha hecho carrera iluminando los puntos opacos de la última revolución industrial, de los drones a los radares de carretera, de las cámaras de circuito cerrado en los espacios públicos a las deportaciones en caliente en los aeropuertos comerciales. La línea que une todos esos puntos es la manera en la que estas tecnologías alteran las esferas legales de los espacios en los que opera y de los individuos a los que afectan. ¿Qué legislación se aplica a los drones de vigilancia enviados a Afganistán pero operados desde Nebraska?¿Qué leyes rigen a la cámara de vigilancia de una calle de Johannesburgo que almacena y procesa la imagen en un servidor de Utah? Si una persona llega a un pais y es deportada sin testigos, sin un registro y sin dejar rastro; ¿ha entrado y salido realmente? ¿tiene derechos en algún lugar?

Uno de sus últimos proyectos, CitizenEx, es un plugin para Firefox que registra los servidores por los que vamos dejando rastro, en países donde no llega la normativa europea de protección de datos. CitizenEx es el espejo de una ciudadanía algorítmica que se calcula y recalcula en tiempo real, variando a cada instante nuestros derechos y libertades, abriendo canales de explotación a empresas oportunistas, que aprovechan nuestra indefensión legal para robarnos datos y venderlos al mejor postor.

2. La autovigilancia como recurso antivigilancia

Y algunas tienen muchos datos, como las operadoras que conectan nuestros móviles con la máquina. Registran cada segundo de nuestras vidas, conocen todos nuestros movimientos, mientras que nosotros quedamos relegados a nuestra precaria memoria, o al registro manual de nuestras agendas. El problema es que esos datos cuentan una historia sobre nosotros que solo puede ser contradicha por quien tiene los datos.

Hasan Elahi viene a contar cómo, después de entrar por error en una lista negra del FBI, empezó a documentar todos sus movimientos para asegurarse de que, si le acusaban de algo, al menos tenía su propia versión. También para devaluar los datos personales haciéndolos públicos. Este proyecto de autovigilancia se llama Tracking Transience y sus kafkianos resultados reflejan la indefensión del individuo contra el la máquina implacable del Big data.

3. Manipula las elecciones de EEUU, pero no con hackers sino con trols

Cuando pensamos en hackear unas elecciones, pensamos en maneras de manipular los vehículos de esas elecciones: las papeletas, las máquinas de voto o las personas o artefactos elegidos para contar, mover o proteger cualquiera de ellos. La ficción ofrece dos modelos: House of Cards requiere agentes corruptos y mucho dinero; Mr. Robot necesita hackers, código mágico y proximidad. Pero su investigación llevó a Adrian Chen a una película muy diferente: granjas de trols reconvertidas en máquina de propaganda al servicio del gobierno ruso, operando en las Redes Sociales con un enjambre de infinitos bots.

Su centro favorito de operaciones es Facebook, cuyo sistema de gestión publicitaria a la carta permite generar campañas muy concretas para usuarios con un perfil muy definido. Por ejemplo, extender la falsa noticia de que Barack Obama no es ciudadano estadounidense pero solo entre los supremacistas blancos. O que el papa Francis apoya a Trump en la candidatura, pero solo entre conservadores católicos. La estrategia es alimentar la convicción previa de un colectivo que que retroalimenta compartiendo una noticia que refuerza su prejuicio inicial, pero sin alarmar a aquellos capaces de desmentirla hasta que sea demasiado tarde. Los dos ejemplos son reales. Chen consiguió entrar en contacto con la famosa granja de Trols rusa, cuyas oscuras campañas de desinformación son a menudo vinculadas con el triunfo del Brexit o la presidencia de Donald Trump. Pero hay muchas más, y están diseñadas para hackear nuestros sistemas de participación democrática.

Como contrapunto Daniel Keller, un troleaor troleado cuyo proyecto antropológico está centrado en las subculturas nacidas de la Red. Keller ha investigado el extraordinario y aterrador fenómeno alt-right, un segmento ultraconservador fuertemente agresivo cuyas múltiples ramificaciones incluyen teorías de la conspiración, campañas de suprematismo blanco, negacionismo medioambiental. Pepe La Rana y un despliegue articulado y mayormente destructivo de apoyo a la candidatura de Donald Trump.

Desde la sociología más comprometida, Alice Marwick presentará un trabajo que hizo para la Data & Society en el que se examinan los prejuicios que esconden los algoritmos, y su relación con el laberinto de provocaciones y desinformación que hemos agrupado como 'posverdad'. Supuestamente neutrales, una investigación sistemática revela observaciones de clase y de raza que parasitan y alimentan la polarización política de los medios tradicionales.

4. Ingeniería crítica contra las estructuras invisibles

El académico serbio Vladan Joler lleva años trabajando con su colectivo Share Lab para generar un “atlas tentativo de la arquitectura de la red que hace posible internet”. En numerosos proyectos, usan técnicas de análisis forense para visibilizar la topografía de las Redes Sociales; organismos irredentos de espionaje masivo y de “propaganda algorítmica” al servicio de las agencias de las grandes plataformas comerciales online. La forma de ese tráfico revela una macroeconomía de dependencias, objetivos, intervenciones y recursos donde se entrelazan lo público y lo privado, y se pierden los derechos del usuario en un laberinto de procesos y servidores remotos. El They Rule de la era del espionaje masivo y desinformación.

Danja Vasiliev, hacker ruso afincado en Berlín, también lleva años trabajando en la visibilización de lo invisible. Junto con el neozelandés Julian Oliver, invitado en una edición pasada del festival, Vasiliev ha conseguido materializar los paquetes de datos que inundan nuestro espacio vital (Men in Gray) y manipular el contenido de cualquier cabecera de noticias en tiempo real (Newstweek).

En los últimos años ha estado superponiendo las topografías de red a entramados preexistentes de gran visibilidad. En netless, Vasiliev convierte el sistema de transporte público en un vehículo de información libre, abierto, distribuido y f2f (friend-to-friend). Esta semana estará impartiendo un taller de Ingeniería Crítica para montar un servidor funcional, personal y protegido. Los no iniciados aprenderán a usar la consola y escribir Línea de comandos. Se llama “Construye tu propia Nube”, dura dos días y requiere un portátil o una RaspberryPi.

5. Catálogo de No-lugares

Unknown Fields Division, el estudio de nómada de Kate Davies y Liam Young, produce documentales sobre los lugares secretos del progreso, aquellos espacios remotos donde tienen lugar los procesos no digitales que general y alimentan el rápido ciclo de consumo de la era de la información. Lugares como los campos de petróleo de Texaco en las Amazonas Ecuatorianas; los portacontenedores llenos de circuitos que transitan el Mar de China Meridional o los pozos de zafiro de Madagascar. Esta semana están en Barcelona por partida doble: hablando sobre su proyecto en el festival y con una instalación sobre el impacto de la industria textil en Después del fin del mundo, la exposición recién inaugurada en el CCCB.

También en el programa, A Walk in Fukushima, una vídeoinstalación inmersiva del colectivo Don't Follow the Wind que permite adentrarse en la Zona de Exclusión que rodea al complejo nuclear.

The Influencers es una de las cinco organizaciones enredadas en The New Networked Normal, un consorcio dedicado a explorar, vigilar y procesar los aspectos relativos a los derechos civiles, la pertenencia a naiones estado a través del arte, el ensayo y la tecnología. Las otras cuatro son Abandon Normal Devices (UK), Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (ES), transmediale (DE) y STRP (NE).

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