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Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.

'Happy Valley' y 'Poldark' o por qué las series británicas casi nunca fallan

Aidan Turner, protagonista de 'Poldark'

Miriam Lagoa Vidal

A las series de la BBC se les presupone la calidad. Es algo que se ha ganado la cadena británica con su interminable lista de producciones que han dejado huella en la historia de la televisión. Es uno de los puntales de la ficción europea y si hay que destacar dos géneros que domina a la perfección, por los gustos de su audiencia potencial, son las series policiales y las de corte histórica.

A España no llegan todas las que nos gustarían que llegaran pero su presencia se ha multiplicado en los últimos años. Desde ese fenómeno extratelevisivo llamado Sherlock, clásicos muy vivos como Doctor Who (a pesar de la sufrida intermitencia que tienen que sufrir sus seguidores), policiales tan inquietantes como The Fall o Broadchurch o dramas mafiosos ‘Made in UK’ como Peaky Blinders. Hace unos meses se unió Happy Valley, una de las series imprescindibles de 2014 que ha vuelto con una segunda temporada, y desde hoy también Poldark, un drama al estilo clásico que llega avalado por su gran éxito de audiencia y el recuerdo que todavía guardaban algunos espectadores de la serie original de la década de los 70.

Poldark (desde hoy en Movistar+) bebe directamente de una fuentes de inspiración favoritas de la ficción británica. Antes que serie de televisión fue una famosa saga literaria y desde ahí hizo su primer salto a la pequeña pantalla con una serie, que entre sus consecuencias tuvo que unas cuantas niñas nacidas en los 70 tengan el nombre de Demelza.

Para su regreso a la televisión, la BBC ha vuelto echar mano de los ingredientes que mejor maneja y además de una producción cuidada al detalle con los paisajes de Cornualles al fondo, algo que por supuesto ha repercutido en el turismo de la zona, ha añadido algunos toques de modernidad a una historia romántica estilo siglo XVIII.

Después de haber sido dado por muerto en la Guerra de Independencia de Estados Unidos, Ross Poldark vuelve a casa y se encuentra con que su padre ha muerto, las minas de sus familia van camino de la bancarrota y que el amor de su vida se ha prometido con su primo Francis, cabeza de la rama más pudiente de la familia Poldark. En una época en la que riqueza y clase social marcaban todo lo demás, Ross Poldark intentará utilizar los pocos medios que tiene a su alcance y su mal genio para ir recuperando todo lo que le han arrebatado. Poldark tendría todos los números para cargar con la etiqueta de drama romántico a secas, pero como es capaz de conseguir la BBC con la mayoría de sus producciones resulta ser algo más.

La semana de estrenos británicos ha tenido otra cita con la segunda temporada de Happy Valley (ya disponible Movistar+). Una serie que en principio iba ser miniserie pero a la que los premios y el éxito de audiencia le brindaron una segunda temporada. Un regalo para sus responsables pero también un reto: continuar una historia que prácticamente había quedado cerrada en la primera temporada (crítica) y de un nivel que convirtió a Happy Valley es uno de los grandes estrenos de 2014.

En el arranque de la segunda temporada, la historia se permite alguna pizca de humor que no tenía la primera entrega pero sobre todo conserva el magnetismo de Sarah Lancashire como esa policía de vuelta de todo, fuerte y profesional, que trata que su complicada vida personal se mezcle con su trabajo, algo muy difícil de conseguir y no por ella, y el trabajo que hace detrás de las cámaras Sally Wainwright, una de las guionistas de referencia de la ficción británica actual.

Happy Valley sigue conservando esa ironía criminal que tan bien resume su título y la aspereza de los pueblos británicos donde el sol sale poco y sus vecinos están condenados a cruzarse aunque no quieran. Motivos de sobra para celebrar su regreso.

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