El espionaje en tiempos convulsos

Hubo una época en la que las historias de John Le Carré casi eran visualizadas como material para una adaptación cinematográfica antes de que la novela llegara a las librerías. Sobre todo en el cine pero también la televisión gracias a varias miniseries alumbradas por la BBC. Pero se acabó la Guerra Fría, o por lo menos el contexto que le daba nombre, y también las adaptaciones televisivas, de las que la última estrenada se quedó en 1991.

Para paliar esta sequía llega El infiltrado (ya disponible en AMC España), una coproducción apadrinada por la cadena estadounidense AMC y por supuesto la británica BBC. Junto con el sello Le Carré, El infiltrado llega con el gran reclamo de un reparto potentísimo encabezado por Tom Hiddleston, que no se dejaba ver (de forma continua) en televisión desde sus inicios en Wallander, y Hugh Laurie, que para algunos siempre será House pero que se ha esforzado por probar otros registros y sobre todo volver al ser el actor versátil que ya era antes del papel con el que se mimetizó para muchos espectadores.

Ellos dos solo son la punta de un proyecto que destila por los cuatro costados aroma british y añade el buen hacer de las (mini)series británicas en general y de la BBC en particular. Por quién alumbra la historia, por un reparto en el que destaca también Olivia Colman, una de las actrices británicas más pluriempleadas de los últimos años y que se encarga de un personaje que en la novela era un hombre, y por los debates éticos y los juegos políticos que sirven de motor a la historia.

Puede que El infiltrado no tenga tantas caras o por lo tantas subtramas semiocultas como The Honourable Woman, una de las series con las que podían trazar paralelismos para apoyar una recomendación, pero su punto de partida es la mezcla de los conflictos personales y éticos que impulsan al personaje de Tom Hiddelston, el night manager del título original de la serie y de la novela, a hacer lo que considera que es su deber ante la conspiración que empieza a gestarse delante de sus narices.

John Le Carré escribió la novela en 1993, cuando el ambiente inspirador de ficciones de la Guerra Fría todavía estaba directamente conectado con la actualidad informativa. La serie traslada la historia al presente colocando a Jonathan Pine (Tom Hiddleston), un exsoldado reconvertido en conserje de un hotel de lujo, en los primeros días de la Primavera Árabe.

Mientras trata de garantizar la seguridad de sus huéspedes descubre que Richard Roper (Hugh Laurie), uno de los mayores filántropos del mundo también es un traficante de armas y la mano en la sombra de otros muchos negocios turbios. Su alto sentido del deber y una consecuencia personal de los chanchullos de Roper propician que Pine se ponga en contacto con los servicios secretos de Reino Unido y ahí se ponga en marcha un juego de intereses entre los que quieren detener al magnate a toda costa y los que consideran que su caída podría tener consecuencias más nefastas.

En la forma, con producción lujosa, cabezas de cartel con mucho gancho y la dirección de Susanne Bier (ganadora de un Oscar), y en el fondo, un thriller de espías conectado con la actualidad, El infiltrado sigue la línea muy clásica y se aprovecha de su formato de miniserie, o como parece que fue concebida, de ser una película larga dividida en seis entregas y haber reunido a el grupo de actores indicado para un duelo interpretativo.