El eterno retorno de las series
Después del aterrizaje de los ovnis de Expediente X y de la expectación universal por la tercera parte de Twin Peaks, este fin de semana Las Chicas Gilmore se sumaba a esta etapa de retorno de series históricas. Lo confirmó una de ellas, Lauren Graham, en Twitter.
Las Chicas Gilmore se convirtió en una serie de culto a principios de los 2000. Cumplió bien su función, pero, ¿tiene sentido su vuelta en la época de Girls? La serie, sobre una madre joven y su hija perfecta que conversan sobre amor y literatura mientras maduran juntas, era un tanto conservadora respecto a predecesoras en la temática, como Absolutely Fabulous.
Desde Sexo en Nueva York, que con todos sus fallos al final versaba sobre la amistad entre mujeres (y claro, sobre consumo), las protagonistas femeninas han evolucionado. Otro ejemplo es 2 broke girls, ya alojada en la comedia y lejos del costumbrismo. Está por ver qué ofrecerán los cuatro episodios que Netflix nos tiene preparados de Las Chicas Gilmore.
Algo parecido nos podríamos preguntar sobre Expediente X. ¿Tiene sentido en la era post-Snowden? “La verdad está ahí fuera”, decía el mantra de Mulder y Scully. La paranoia de los 90 era que nos espiaran los extraterrestres; a partir del 2010 nos preocupamos de que nos espíen los gobiernos. Un temor recogido en forma de guiños en esta nueva entrega de la ficción creada por Chris Carter.
El caso de Twin Peaks es algo diferente. Laura Palmer se lo prometió en un sueño al Agente Cooper: “nos volveremos a ver en 25 años”. Los rumores circularon durante todo ese tiempo. Se mezclaba la expectación de los fans con un final que no dejó del todo conformes ni a seguidores ni a creadores. Y es que la posibilidad de dar con el desenlace que contente a todos es un aliciente común para estos retornos.
El factor nostalgia
Para Miriam Lagoa, periodista y colaboradora de eldiario.es, este fenómeno responde a dos motivos. Por un lado, “las cadenas necesitan seguir manteniendo el número de estrenos, que aumenta cada año”. Un hecho cada vez más acentuado por plataformas como Netflix y Amazon, además de por cadenas que antes no emitían ficción y que se suman a las tradicionales.
Y por otro, “resistirse al factor nostalgia es prácticamente imposible”. Ahí está Padres Forzosos, cuyo regreso en 2016 (también a cargo de Netflix) solo se puede achacar a la melancolía de los ochenta. “La televisión juega sobre lo seguro, sobre fórmulas probadas previamente. Nadie se puede permitir fracasar, y eso en proyectos nuevos es más fácil. Pero apostando por series del pasado (también ocurrió con Prison Break), que triunfaron en su momento, al menos se aseguran atraer a una parte de la audiencia”, nos cuenta Lagoa.
Es una jugada menos arriesgada pero que no promete éxitos. Como muestra, Heroes Reborn, que no convenció a la audiencia y no renovará. Al contrario que Expediente X, que ha barrido con los audímetros: My Struggle, el capítulo que estrenaba esta segunda parte, tuvo más de 50 millones de espectadores en todo el mundo.
La burbuja seriéfila
¿Es todo esto síntoma del final de la llamada Tercera Edad de Oro de la Televisión? Desde hace un par de años se habla de una crisis de ideas, alentada también por 'spin offs' (Better Call Saul), 'remakes' (el fracaso de Los ángeles de Charlie) o adaptaciones de películas (Fargo).
A esta última se refiere Lagoa, que para ella “demuestra que un 'remake' no tiene por qué ser una palabra peyorativa, sino que si se hace bien puede resultar algo realmente interesante”. En su opinión, no es tanto una crisis de ideas (de lo que también hay “una pequeña parte”), sino más bien el hecho de que se ha llegado a un punto en el que las televisiones “tienen que intentar mantener su nivel de producción. No hay cabida para tantas ideas nuevas y revolucionarias cada temporada”. Es la burbuja de las series: en 2014 se estrenaron el triple que en 2007 y 2008.
“Expediente X y Twin Peaks relanzaron el sector en los noventa, son el padre y la madre de lo que estamos viviendo ahora”, describe la periodista. Pero la manera de contar las cosas, el lenguaje seriéfilo e incluso el modo de consumo han cambiado. De hecho, Lagoa también alude a la madurez de la ficción televisiva, que ya se puede permitir “apuntar a determinados grupos de audiencia. Ya no es necesario intentar atrapar a todo el mundo con otros formatos familiares”. Ahí tienen un hueco Mulder y Scully.
Pero el final de los años dorados no ha llegado, según Lagoa. “Ya pasó cuando acabaron Los Soprano o The Wire. Entonces dijimos, ¿qué va a ser lo siguiente? Pues llegaron Mad Men y Breaking Bad. Y después de ellas, Fargo”, recuerda. “Todos los años estamos descubriendo una nueva serie que sigue demostrando que la ficción televisiva está en muy buen momento, y que dure”, concluye Lagoa.
Un final nunca es suficiente
¿Cuál será la siguiente? La eterna reunión de Friends nunca termina de llegar, a pesar de que durante los últimos 12 años (los que han pasado desde el último café en el Central Perk) no se ha parado de hablar de ello. El último revuelo se dio por el programa especial en honor al director de 'sitcoms' James Burrows, donde faltó Mathew Perry. Otra serie que ha estado siempre envuelta entre rumores de regreso es Lost. Una prolongación que podría arreglar aquel polémico final, con el riesgo de que vuelva a ser un desastre para los losties. En 2014, el productor ejecutivo y coguionista de la serie Carlton Cuse ya dijo muy seguro que el remake era “inevitable”.
¿Y en España? ¿Sería posible un fenómeno similar? Los experimentos en este sentido no han salido muy bien parados. Farmacia de guardia volvió a abrir sus puertas en forma de telefilme en el año 2010. Solo congregó a un 16,2% de cuota de pantalla en un espacio más fragmentado con muchas cadenas compitiendo por el share, pero lejos del 60% que rondaba en los 90. Recientemente fue muy comentada, entre nostalgia y cachondeo, la foto que Eva Santolaria colgó de un encuentro de casi todos los protagonistas de Compañeros (faltaba Antonio Hortelano). Es complicado imaginar un regreso con el reparto original que permita olvidar esa segunda etapa con otros actores que terminó en fracaso. Pero con la nostalgia como un valor televisivo al alza nada es imposible.