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El aura de los sonidos, las palabras, las personas y las cosas

María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca | Julio Albarrán para ZEMOS98

Marta Peirano

Empiezan con una mentira: un Bolero de Ravel que lo es, pero no. El MinusBolero de Johannes Kreidler reproduce, nota por nota, el más famoso bolero de todos los tiempos pero quitándole la melodía principal. La magia es que se oye, pero está en tu cabeza, como un miembro amputado que duele. Kreidler, el niño terrible del nuevo conceptualismo alemán, tiene 35 años y se la presentó tal cual al ECLAT Festival de Stuttgart: Ravel, sin la frase. Y se la compraron.

El tema da para hablar de todo: propiedad intelectual, neurología, estructuras jerárquicas en una orquesta clásica. A Salgado y MM les interesa el fantasma, lo que pasa cuando escuchamos algo que ya no está. Acto seguido presentan Words and Music, una opera experimental de Samuel Beckett y Morton Feldman donde tratan de resolver, precisamente, la tensión que define el trabajo de la poeta y el músico: que ni la palabra ni la música bastan para expresar lo necesario.Cuando lo que está es inexpresable.

Este proceso engancha limpiamente con Alvin Lucier y su famoso I am sitting in a room (1981). El compositor está, efectivamente, sentado en una habitación y, con dos grabadoras en la mano, recita este texto, que es también la descripción del proceso:

Estoy sentado en una habitación distinta a la habitación en la que estas tu. Estoy grabando el sonido de mi voy y la voy a reproducir en la habitación una y otra vez hasta que las frecuencias reverberantes de la habitación se hacen fuertes y cualquier indicio de mi pronunciación, con la posible excepción del ritmo, es destruido. Lo que oirás, entonces, son las frecuencias de las reverberaciones naturales de la habitación, articuladas por el discurso. Contemplo esta actividad, no tanto como una demostración de un hecho físico, como una manera de suavizar cualquier irregularidad que tenga mi pronunciación.


Para María y Fran es un ejemplo de un recitado que se convierte en música. Lo mismo que le ocurre al poeta canadiense Jordan Scott pero desde un proceso completamente distinto. Scott es tartamudo. Y, lejos de suavizar las irregularidades de su pronunciación, las convierte en la estrella de un experimento donde la forma del sonido y el fenómeno físico que lo produce son parte intrínseca de su contenido semántico. Cada “accidente” cambia el significado de la frase. Cada vez que recita un poema, es un poema distinto. Cada palabra que pronuncia, cambia el lenguaje poético. La poesía es el medio más dependiente del ritmo y la perfecta pronunciación.

Otros han escrito sobre el tartamudo literario y su particular revisión no-intencionada de la lengua -Marc Shell, por ejemplo- y Scott es el primero que lo hace en verso. Pero este tipo de experimentación, que parece obvia cuando se aplica a lo musical, nació para la poesía en el regazo de una americana en París llamada Gertrude Stein, una de las heroínas de María Salgado. Escuchamos a Stein en If I told him, un retrato “total” de Picasso en el que casi la vemos esculpir con la lengua los bordes afilados de las señoritas de Avingon.

En algún lugar entre Stein y Lucier llega Steve Reich, pionero del minimalismo y unas grandes influencers de la música contemporánea. Primero se hizo famoso por usar loops (hoy diriamos samplers) de audio como frases musicales recurrentes, repetitivas. El más famoso es It's Gonna Rain ((1965), donde la estrella es un fragmento de un sermón apocalíptico de un predicador callejero pentecostés. Después cambió la historia de la música clásica con una partitura impensable llamada Different Trains.

¿Se puede “escuchar” la forma de lo político?

Reich es un judío neoyorquino cuyos padres se separaron cuando tenía un año. Su madre se fue a California y Different Trains es un proyecto que compara los trenes que cogía de niño entre New York y California entre 1939 y 1941 con los que habría cogido si hubiera estado en Alemania, donde los niños judíos iban en trenes que les conducían a la muerte. La base de la composición son entrevistados que hablan de los años que rodearon el Holocausto, tanto en Alemania como en EEUU, y las experiencias de tres supervivientes de los campos de concentración.

María y Fran lo enlazan con Voces y Piano de Peter Ablinger, una serie de composiciones para piano y grabación en las que el piano imita exactamente la entonación de la voz que habla. El proyecto incluye 50 discursos icónicos de escritores como Jorge Luis Borges o Apollinaire, cineastas como Passolini o políticos como Mao Tse-tung. María y Fran escogien a la carismática líder afroamericana Angela Davies.

Para quitarse de enmedio y no contaminar la interpretación, Ablinger construyó más tarde un piano conectado a un procesador capaz de leer voces como quien lee partituras. De esta serie, llamada QUADRATUREN, viene Una carta de Schoenberg (2008). El piano “lee” una carta en la que el compositor austríaco -padre de la escuela de Viena- se despacha a gusto con su discográfica por publicar una versión de su Oda a Napoleón interpretada por una mujer, “cosa que encuentro espantosa”. A este proceso de automatización le sigue el escanner de Johannes Kreidler, que “lee” tipografía y la convierte en sonido.

No studies #1 (2013) del madrileño Alberto Bernal es una pieza musical donde lo que se “lee” es una imagen, la foto de un hombre en una manifestación que sujeta una pancarta con la palabra NO. El trabajo aquí es una “degradación digital de la imagen para recodificar su información visual en material sonoro”. Este bloque se cierra con un fragmento de un poema de Ted Berrigan para el proyecto Dial-a-Poem, una ocurrencia visionaria de poesía-por-demanda del poeta estadounidense John Giorno.

Se le ocurrió hablando con el poeta del cortapega, el gran William Burroughs: y si alquilamos quince líneas de teléfono, cada una conectada a un contestador automático, cada contestador con un fragmento de un poema grabado para su discográfica Giorno Poetry Systems. La gente podría llamar para oír recitar a Allen Ginsberg, Ted Berrigan, John Cage o John Sinclair, entre muchos otros. Fue un proyecto decididamente visionario: era 1968 y lo petó. María y Fran seleccionan un fragmento de los sonetos de Ted Berrigan, donde describe un día de su vida en Brooklyn y te parte el corazón.


15. Ted Berrigan | from The Sonnets (2:35, Recorded Berkeley Poetry Conference, CA, July 19, 1965)

El violento arte de la performance

A partir de aquí, entramos en terreno performativo. Este es el espacio donde lo que hacen María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca se vuelve grande y transformador. Como no puede ser de otra manera, sus referencias son adecuadamente extrañas e inquietantes, empezando por la colaboración entre el famoso productor teatral Bob Wilson y un poeta adolescente y autista llamado Christopher Knowles.

En 1973, Wilson escuchó una cinta donde el poeta de 13 años recitaba un poema sobre su hermana. Decía: “Emily likes the TV, because she watches the TV, because she likes it”. Mesmerizado, la transcribió y descubrió algo que había intuído antes “Si mirabas el papel desde lejos, podías ver que el uso del lenguaje era matemático. Había patrones en vertical, horizontal y diagonal”. El gran productor trabajó con Knowles en numerosos proyectos, incluyendo la opera experimental Einstein on the Beach, con libreto de Knowles, música de Philip Glass y coreografía de Lucinda Childs. Pura aristocracia de la escena de contemporánea. Wilson, por cierto, es tartamudo.

En The Sandance Kid, los dos se enzarzan en una conversación exasperante que en realidad es un recital de un poema de Knowles. Inevitablemente, esta colaboración nos retrotrae a otro héroe autista de las artes y las letras; el cantautor californiano Daniel Johnston. Salgado y Cabeza de Vaca eligieron la famosa Poor you, que es como un hijo extravagante del poema de Ted Berrigan y la Danse Russe de William Carlos Williams. Su irregularidad es un trastorno bipolar.

Mírame a los ojos: la palabra como arma arrojadiza

Kathleen Hanna no tiene trastornos de ninguna clase, aunque muchas veces la han llamado loca. A sus 46 años, sigue siendo una de las artistas más impactantes de la música internacional pero, antes de convertirse en la cantante de Bikini Kill y, después, de Le Tigre y, en general, de la líder carismática de un movimiento punk-feminista llamado Riot Grrrls, Hanna era poeta. Y la proto Riot Grrrl poeta sonaba así y así:

Me llamaste puta y no me conocías de nada / Me llamaste puta porque no sabías mi verdadero nombre, grita Hanna Y: No pude reventar tu arma porque es una parte de tu jodido cuerpo pero puedo reventar cosas / puedo cargarme el cristal que te protege para que otras chicas puedan tirarte piedras, puedo cargarme la ventanilla de tu Chevy porque me pones furiosa. La idea de las palabras como arma, como piedras que se tiran para desarmar a un enemigo que se protege con ironía, postmodernismo o estructuras jerárquicas domina el resto del Código.

En lugar de Pati Smith, María reivindica a La Mala Rodríguez -sin duda una de las grandes poetas de nuestro tiempo- en Con los ojos de engañá. Le sigue el vídeo de los estudiantes chilenos tomando el congreso: Lo que pasó antes de que Bulnes se fuera del ex Congreso. El Senador Ruiz Esquide ha dado la orden de que la prensa no entre en el ahora ex-Congreso. Los jóvenes, unos niños que tienen 20 años y no estan locos, entran y les hacen salir a la calle por la puerta de atrás.

La lección es obvia: hay poder en la palabra. Hay poder en el nombrar, en la repetición, en la convicción, en la entrega. Aunque sólo sea poder de convocatoria, un arma de importancia vital en los tiempos que vivimos. El poeta y el músico cierran su armario de musas con un vídeo que es en realidad un unicornio; el del loco solitario que, con su poder de repetición, de convicción y de entrega arrastra a todo un festival.

Si aún no lo pillan, vayan por favor a ver a María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca a la Sala de Arte Joven de la Avenida de América este 23 de mayo, donde además tienen la instalación Estábamos, venía, o el fin de semana del 26 y 27 de junio con La Ribot en el teatro Valle Inclán de Madrid. Ahí hay poder de la palabra y otras cosas para las que, como intentaba decir Samuel Beckett, la palabra ya no llega.

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