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Cervantes sin caspa

La 'Cervantina' de Ron Lalá en el Teatro de la Comedia // Foto: Ceferino López.

Paula Corroto

La compañía Ron Lala, dirigida por Yayo Cáceres, lleva veinte años quitándole la caspa a los clásicos. Dos décadas en las que Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher y Álvaro Tato, que empezaron con el café-teatro en salas madrileñas como la Triángulo o el Alfil, han pulido el verso, limpiado la escena y mostrado a unos Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina o Miguel de Cervantes como si fueran autores nacidos en este siglo y no hace cuatro.

Hace unos meses, la Compañía Nacional de Teatro Clásico que dirige Helena Pimenta les programó En un lugar del Quijote en el que en poco más de una hora resumían todo el texto cervantino. En semanas se convirtió en uno de los espectáculos de la temporada con una gira que aún continúa. Ahora el éxito está a punto de producirse otra vez con el estreno en el Teatro de la Comedia de Cervantina, un montaje ingenioso, divertido, con un ritmo imparable que no sólo homenajea a Cervantes sino a la literatura española y a todos nuestros clásicos. Con los encendidos aplausos que se llevaron este miércoles en el preestreno, los Ron Lalá volvieron a romper la máxima: ¿quién dijo que el teatro en verso era rancio y para señoras de abrigo almidonado?

Como la fórmula de la compañía no es la de la Coca-Cola aquí van algunos puntos que explican cómo a Cervantes, Lope y tantos otros se les puede quitar toda la naftalina sin necesidad de montajes con chupas de cuero y jerga de ayer por la tarde.

1- El verso es divertido (y actual)

Las declamaciones en verso a veces quedan anquilosadas, viejas o lo que es peor, forzadas. Los Ron Lalá, sin embargo, juegan con este lenguaje e introducen matices que todos podemos reconocer hoy en día. Como sucede en Cervantina en la que hasta en verso aparecen los Reyes Magos de Carmena, el famoso IVA cultural del 21% y expresiones que no quedan para nada introducidas con calzador y que todos soltamos alguna vez. En definitiva, el verso, como por ejemplo sucede en el hip hop, mola.

2- La música en directo

La compañía echa mano de guitarras, laúdes y cajones de percusión para contar las historias. Y su música tampoco suena a rollo palaciego renacentista. Tiene un corte muy popular –por ejemplo, con estribillos muy pegadizos- y como señala el director Yayo Cáceres, “nos ayuda a contar la historia, pero no con criterios historicistas del Renacimiento español”. En Cervantina casi todas las escenas tienen números musicales que casi animan al espectador a bailar, y eso que en tiempos de Cervantes tampoco hubieran desentonado demasiado.

3- Humor sin barreras

Los clásicos no son serios ni aburridos. Al menos si te los muestra esta compañía que, sin caricaturizar ni parodiar, ofrece escenas de las Novelas Ejemplares o El Quijote que podrían estar en cualquier show cómico. En su último montaje, casi desde el primer minuto el espectador ríe a carcajadas. Y ojo porque el texto es el de Cervantes.

4- Los clásicos son para todos

Sí, no sólo para los que los han leído. Como asegura Álvaro Tato, uno de los miembros de Ron Lalá, “los textos clásicos tienen algo muy popular. Son una fiesta porque estaban escritos para gente que no sabía leer. No eran un teatro intelectual. Si escuchas a Cervantes estás sobre todo con un colega”. Y eso es lo que te encuentras en la escena, una recreación que puede reconocer cualquier espectador también hoy, carnavalesca, muy de fiesta de barrio y verbena. Para eso fueron escritos: para divertir a todos.

5- Los clásicos hablan de lo que ocurre hoy

Los Ron Lalá saben cómo escarbar en los textos para que cuenten conflictos que tenemos también en la actualidad. Por ejemplo, en Novelas Ejemplares como El celoso extremeño o el entremés El viejo celoso, se pone sobre la mesa el más rancio machismo –y violencia contra las mujeres-, en La gitanilla se habla de la igualdad de razas y en el Hospital de los podridos nos encontramos hasta con la petición de una regeneración política y una crítica a la corrupción. Como dice el actor Íñigo Echevarría en Cervantina, “en El coloquio de los perros, Cervantes puso a hablar a dos perros cuatro siglos antes que Disney hiciera La dama y el vagabundo”.

En el Reino Unido cae un Hamlet al menos tres veces al año, haya o no aniversario. Como señala Yayo Cáceres, “allí, al igual que se llenan los estadios de fútbol, también se llenan los teatros. No es cuestión de fútbol contra cultura”. A él le gustaría que en este país ocurriera lo mismo con los clásicos, con Lorca o Valle-Inclán. Si lo hacen ellos, el éxito está garantizado. No hay más que escuchar los aplausos del miércoles con un Teatro de la Comedia que un poco más y se viene abajo.

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