“Nosotros dijimos 'sí se puede' 100 años antes que Obama”
Dar voz a quienes estuvieron implicados en la trayectoria de la CNT y, por ende, en los altibajos de ilusión y desesperanza de todo un siglo de historia: ése es el objetivo de Memoria Viva, la primera co-producción del sindicato anarquista en casi 80 años.
Crear una voz colectiva es la idea central para el director Antonio J. García de Quirós (Cádiz, 1980), al pie del cañón desde que el proyecto echara a andar en 2009. “Durante el documental no aparecen los nombres de los 50 protagonistas. De esta manera, representan también a quienes ya han fallecido, a familiares, a personas que no han tenido la oportunidad de hablar.” El resultado, una polifonía de voces que de manera llana van desgranando el relato de cómo llegaron a tocar la utopía con la punta de los dedos.
El documental parte del proyecto de elaborar un archivo con los testimonios de los militantes más veteranos de la organización anarcosindicalista, tras cumplirse los 100 años de su fundación. “A nivel personal, también contó que mi abuelo estuvo afiliado a la CNT. Yo no pude recoger su testimonio, pero sí que grabé en su momento a mi abuela,” relata el director. “Fue una experiencia muy enriquecedora, que me hizo ver el valor de grabar a la gente mayor que ha estado silenciada.”
El fallecimiento de varios entrevistados nonagenarios a lo largo del rodaje da fé de la urgencia con que esta historia oral debía ser recabada. El adiós más reciente fue para el bilbaíno Félix Padín. Su militancia, con 12 o 13 años, comenzó durante la dictadura de Primo de Rivera, en los tiempos en que los pistoleros a sueldo acallaban con sangre cualquier reivindicación laboral.
“Además, existe un vacío en lo que se refiere a la historia de la CNT de antes de la guerra, que casi se conoce mejor en el extranjero que aquí, donde queda el cliché de la violencia del conflicto,” precisa García de Quirós. Los protagonistas de Memoria Viva, en cambio, rememoran cómo lograban organizar huelgas en las que se solidarizaban todos los trabajadores industriales, buceando en una historia vinculada desde el principio a las conquistas sociales. Gracias a la huelga de La Canadiense, en Barcelona, se logró la jornada de 40 horas semanales, mientras que poco antes de la Guerra Civil en Andalucía los jornaleros obtuvieron las 6 horas diarias.
El advenimiento de la República decepcionó rápidamente a nuestros protagonistas, que con su militancia no buscaban únicamente una mejora de las sueldos de miseria, sino “una utopía de la que enamorarse”. En las sedes de la CNT florecían los Ateneos, donde los compañeros se formaban los unos a los otros y discutían sobre el cambio social. Así, Andrés García Crespo, era por entonces un adolescente “que apenas sabía leer, pero que algo iba pillando”. Por las noches el padre le interrogaba: “¿Estás despierto? Háblame del comunismo libertario”. Lleno aún de idealismo, evocando los ojos abiertos como platos de su progenitor, que no quería perder detalle, Andrés responde lo mismo que entonces: “Pues mire usté, papa: es una sociedad compuesta por hombres productores, que trabajan según sus fuerzas y consumen según sus necesidades”.
Después vino el golpe de estado, y, como reacción, la revolución social. Las fábricas y las tierras abandonadas por los patronos y señoritos fueron transformadas en colectividades. Los protagonistas describen el término con llaneza: “Cuando no trabajas sólo para ti, sino para todos. ”Cuando no hay mandos, sino responsables, y decide la asamblea.“ ”Lo mejor que me ha pasado en la vida“.
Pero vino la derrota, propiciada por la indiferencia de la comunidad internacional de la época. Los que se quedaron fueron objeto de torturas, interrogatorios, cadenas perpetua o ejecuciones sumarias. “Quedarse era la muerte,” dicen los exiliados, cuyo calvario levanta ecos tristemente actuales. Los supervivientes rememoran la huida a pie, las fronteras cerradas, la desesperación. Y, tras llegar a Francia, los campos de concentración en los que se dormía en la arena y se comía pan seco mojado en agua de mar.
Algunos de los testimonios de la brutal represión de la posguerra, que no figuran en el documental, han sido incluidos en sumario de la querella impulsada en Argentina contra los crímenes del Franquismo. “Las entrevistas completas son de una riqueza impresionante,” explica García de Quirós. “Ya no queda nadie más que pueda hablar; no habrá más testimonios de los inicios, de la República, de la Guerra...”
La CNT logró también sobrevivir a la clandestinidad, aún reducida a su mínima expresión. Tras la Transición, se produjo un breve florecimiento, pero el polémico “Caso Scala” y la escisión de la que nacería la CGT abocaron al sindicato a un nuevo periodo de hibernación, del que despierta poco a poco a lo largo de la última década.
Relevo generacional
Una de las ideas clave de Memoria Viva es, para García de Quirós, el traspaso intergeneracional. “Muchos de los protagonistas tenían abuelos que ya militaban en el movimiento obrero. Entre aquellas generaciones hubo un intercambio, compartieron el proceso. Pero la derrota y la represión rompieron esa cadena,” señala, citando a modo de ejemplo la historia de Clodoaldo García, que resultó una sorpresa total para sus propios hijos.
“Hubo un genocidio ideológico que logró en borrar, en gran medida, la historia,” remacha. “Y ese legado, que no sólo pertenece a la CNT, sino que es parte de la historia de nuestro país, aún no se ha recuperado del todo.” Y la historia, en esta caso, no es sinónimo de agua pasada. “100 años después, muchos planteamientos, como el funcionamiento asambleario, vuelven a estar en boga. No se trata de repetir el mismo desenlace, sino de aprender de cara al futuro. Lo que nos dicen estos abuelos es que unión, solidaridad y autogestión son las únicas alternativas.” Una idea en la que inciden los propios protagonistas: “Lo de que 'Sí se puede' ya lo dijimos nosotros antes que el tal Obama”. Ilusionados al ver el renacimiento de una juventud consciente, quieren lanzar un mensaje: “La libertad no viene del voto, sino de la lucha y del sentirse rebelde.”
Un trabajo coral
Memoria Viva es el resultado 12.000 kilómetros de viajes por España, Francia y Reino Unido, y del esfuerzo de varios equipos de trabajo que han desempeñado una labor en gran medida desinteresada. El propio García de Quirós, amén de director, ha ejercido de guionista, montador y operador de cámara. “Como no sabíamos qué nos íbamos a encontrar, no partíamos de un guión claro.” explica Félix Méndez, coguionista. “Hicimos unas 80 entrevistas, y reunimos unas 300 horas. La labor de guión ha sido muy dura, ya que había que sintetizar una historia de 100 años en 120 minutos.” El resultado final transcurre a ritmo ameno, lo sin embargo no impide que cada fotograma desprenda esmero y ternura.
El preestreno de Memoria Viva tendrá lugar el 23 de Octubre en la Seminci, y contará con la presencia de uno de sus protagonistas, Juan Mariné, un cineasta que ya participara en la colectivización de la industria del espectáculo en tiempos de la Guerra Civil. La siguiente parada será el Festival de Cine y Derechos Humanos de Barcelona, seguido de la Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia. Y luego, al extranjero, aunque la promoción y la distribución dependerán en gran medida de la campaña de crowfunding que está en marcha. “En gran medida, nuestro espíritu es el de la autoproducción, explica García de Quirós. ”Nuestra filosofía ha sido no depender nunca de nadie.“