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El Cabanyal tras el primer año de Joan Ribó: Entre la desesperanza y la ilusión

El Bloc dels Portuaris, un degradado y emblemático edificio del Cabanyal, visto desde un solar adjunto.

Carlos Navarro Castelló / Voro Maroto

La elección de Joan Ribó como alcalde de Valencia fue recibida con alborozo por parte de los vecinos del Cabanyal, uno de los barrios más degradados de la ciudad tras 24 años de gobierno de Rita Barberá. Con la salida del PP del poder, el plan para partir el barrio y derribar 1.600 viviendas quedaba definitivamente enterrado.

Los partidos que gobiernan ahora la ciudad -Compromís, PSPV-PSOE y València en Comú, plataforma donde está integrado Podemos- asumían el compromiso no solo de parar la megalómana conexión del centro de la ciudad con la playa, sino de regenerar un barrio con buena parte de sus vecinos viviendo en la marginalidad y muchas calles con problemas de desorden, suciedad, escombros, solares, basura o tráfico y consumo visible de drogas.

16 meses después, el gobierno Ribó es visto entre la desesperanza y la ilusión. Desesperanza por la nula visibilidad del trabajo desplegado para el barrio. Ilusión porque, con todo, hay constancia de la voluntad de regenerar la zona y de la tarea hercúlea que la administración afronta. Los responsables del ayuntamiento se defienden, aunque dicen entender la impaciencia y las quejas vecinales. Ribó ya dijo que no tenía una “varita mágica” para revertir décadas de abandono, pero es optimista. “Sabemos que están esperanzados y no vamos a defraudarles; el Cabanyal-Canyamelar-Cap de França tiene lo mejor de los pueblos marineros y de la ciudad; no debe dejar de lado su identidad propia, y poco a poco irán viéndose los cambios con mayor profundidad”.

El alcalde ha garantizado que “el empeño del gobierno municipal por mejorar sustancialmente la calidad de vida del Cabanyal es  firme desde el minuto 1”.  Y fuentes del gobierno municipal defienden la “intensa labor” hecha para sentar las bases de un Cabanyal dinámico, cohesionado y rehabilitado. Es cierto, justifican, que hasta ahora se ha realizado “una labor más técnica y administrativa consistente en elaborar y tramitar proyectos para su posterior ejecución, así como el diseño del nuevo Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI), cuya licitación se encargará en breve, y que respetará y protegerá la trama urbana y los valores patrimoniales del barrio que el PP quiso destruir”.

De la degradación al tratamiento especial

“El Cabanyal ha pasado de ser un barrio abandonado y degradado por el PP a tener un tratamiento especial”, dicen fuentes municipales. Que enumeran algunas acciones positivas: En lo que a limpieza se refiere,  aseguran que ha habido un incremento considerable, con una frecuencia diaria, baldeo y adecentamiento semanal de solares (el doble que el resto de la ciudad) y que la idea es incrementar la limpieza el año que viene, al igual que en resto de barrios.

En alumbrado, dentro del plan de eficiencia lumínica aprobado, en el Cabanyal se renovarán 1.247 farolas y luminarias, con la instalación de lámparas de led. Y sobre servicios sociales, uno de los principales problemas del barrio por el tráfico de  drogas y la exclusión de muchas familias,  el programa Romed para la formación de mediadores gitanos. Varios trabajos de reurbanización comenzarán en el último trimestre de 2016.

Maribel Doménech es la presidenta de Salvem el Cabanyal, la asociación vecinal que ha luchado durante lustros contra la antes todopoderosa Barberá para evitar la demolición del 30% de viviendas del barrio. En su opinión, Valencia tiene una “posibilidad histórica de dignificar el barrio, de recuperar todo lo perdido” tras una etapa de abandono total.

“Espero el futuro con ilusión, pero es cierto que hasta ahora no hemos visto ninguna de las mejoras” que se esperaban con el cambio político. “Áreas como la zona cero [la parte más degradada del distrito] están ahora peor que hace un año”. Al menos en parte de los miembros de Salvem, hay enfado con la lentitud de la administración. Así lo refleja, por ejemplo, su cuenta de Twitter.

Emiliano García, hostelero de referencia en el Cabanyal -dueño de Casa Montaña- y expresidente de la asociación de comerciantes de la zona, también es, pese a todo, positivo. “No se ha atacado la venta de droga y los comportamientos incívicos de algunos vecinos siguen; la limpieza, aunque hay más, no es suficiente, y echo en falta policía de barrio y servicios sociales. Sin embargo, soy optimista”.

“Es imposible regenerar de forma rápida un barrio tan degradado, maltratado durante tanto tiempo”, dice García, que cree que se están “sentando las bases” para la recuperación del barrio. “La mejora es incipiente y debe ir a más y más rápidamente, pues hay voluntad e ideas” para darle la vuelta a la zona. “El primer año no ha sido fácil para el gobierno local, para los vecinos tampoco. El curso que empieza ahora debe ser el punto de inflexión en el Cabanyal”, dice Doménech.

La presidenta de Salvem deja clara su posición sobre cómo debe ser el Cabanyal del futuro. “Lo que ha sido siempre, un barrio popular. Aquí nadie quiere un barrio burgués, gentrificar [el desplazamiento de vecinos pobres por otros nuevos y con más dinero que se puede producir en zonas regeneradas] al estilo Russafa, sino recuperar lo perdido, lo degradado. Rehabilitar una casa no es gentrificar”.

Este es un problema clave en el barrio, donde hay 676 inmuebles de titularidad pública y en torno a 150 viviendas ocupadas ilegalmente, la mayor parte (entre 80-100) de propiedad privada. En el caso de las públicas, se han inciado los trámites de desalojo. En los casos de familias sin recursos, se les ofrecerá una alternativa, pero el ayuntamiento, en sintonía con los vecinos, quiere acabar con las ocupaciones. El consistorio invertirá 500.000 euros para rehabilitar viviendas públicas,  que se destinarán a alquiler social.

En CabanyalHorta, un proyecto para recuperar espacios públicos en el barrio, no esperan demasiado de la administración. “Creemos más en el trabajo de calle, en la acción social”. “Aunque se pierden en política de fachadas, los actuales gobernantes, al menos, no generan problemas. Es cierto que parece que pasará un tiempo antes de que se vean cambios, pero no lo es menos que se han encontrado problemas por encima de sus posibilidades”.

Tras la era Rita Barberá (1991-2015) “no hay dinero para darle la vuelta al barrio”. Otros vecinos, sin embargo, creen que no todo es un problema de presupuesto. Hablan de desidia policial a la hora de abordar conductas incívicas (fogatas en plena calle, fiestas en viviendas hasta altas horas de la madrugada, niños sin escolarizar), actos de delincuencia menor (robos en casas abandonadas, hurtos, menudeo de drogas) o de mejoras casi imperceptibles en la limpieza.

Bastantes, o al menos algunos de los 20.000 vecinos del Cabanyal, están entre la ilusión y la desesperanza. Otros muchos ya abandonaron el corazón del distrito marítimo. El barrio ha perdido el 20 % de sus vecinos en las últimas décadas.

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