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“Implantar el sistema de retorno de envases en Alemania costó 750 millones y no ha logrado cumplir sus objetivos”

Stephan Roesgen, responsable de asuntos institucionales del Grupo Ardagh y experto en el sistema de retorno de envases alemán.

Carlos Navarro Castelló

La anunciada implantación en la Comunitat Valenciana del sistema de depósito, devolución y retorno de envases (SDDR) por parte de la Conselleria de Medio Ambiente de cara al año 2018 ha abierto un intenso debate sobre su conveniencia.

En este contexto, la Plataforma Envase y Sociedad ha organizado este jueves en Valencia la jornada “Viabilidad de la implantación de un SDDR obligatorio en la  

Comunitat Valenciana“, que se ha celebrado en el salón de actos de la  

Fundación ADEIT.

Stephan Roesgen es uno de los ponentes de la Jornada. Responsable de asuntos institucionales del Grupo Ardagh, la mayor empresa fabricante de envases alemana, vivió en primera persona el proceso de instauración del sistema de reciclaje con contenedores y la posterior implantación del sistema de retorno de envases.

¿Cuándo y cómo empezó se empezó a reciclar en Alemania?

En el año 1991 se publicó la ordenanza sobre envases, que fue el punto de partida de la recogida selectiva en puntos verdes, es decir, en contenedores, de la que se inspiraron la mayoría del resto de los sistemas europeos. Cuando se instauró el sistema de retorno de envases en el año 2003 ya se estaban recogiendo los envases durante 12 años con los contenedores con una tasa de reciclaje del 80%.

¿Por qué se implanta el SDDR con esa tasa de reciclaje?

El sistema de depósito no tiene ningún fundamento ambiental en Alimania. En la ordenanza original ya se decía que se podría implantar un sistema de depósito si la tasa de reciclado de envases bajaba del 72%. Ese era el ideal o el objetivo de uso de envases de bebidas reutilizables, llegar a una tasa del 72%. A quien más le interesaba que se alcanzara una alta tasa de reutilizables es a las pequeñas empresas cerveras. En España hay unas cuantas compañías gandes, pero en Alemania en cada región hay una pequeña cervecera, en total unas 1.300, y les viene muy bien el reutilizable. En parte se implantó por eso, para defender y proteger a estas pequeñas empresas. Dando una excusa ambiental, en realidad tuvo una motivación comercial.

Pero si el SDDR no hubiera funcionado en Alemania, se podía haber suprimido y, sin embargo, sigue funcionando más de una década después. ¿Por qué?

Porque se había invertido mucho dinero. Ponerlo en marcha en todo el país costó unos 750 millones de euros en la compra de máquinas y en el sistema de recogida y transporte, de recuento de envases, de almacenamiento, etc...

¿Quién realizó esa inversión?

Principalmente el comercio, las cadenas de distribución y la industriade las bebidas. La administración no puso ni un euro. Además, los usuarios que no retornan el envase y pierden los 0,25 céntimos que han abonado previamente (en la Comunitat serían 10 céntimos).

¿Ha supuesto el SDDR menos abandono de estos envases en calles, playas y montes en Alemania?

No, esto es una custión de civismo y de educación. Los envases son una mínima parte de todo el volumen de residuos que se abandonan. En Frankfurt, por ejemplo, solo un 0,45% de la suciedad que se recoge son envases de bebidas que entran en el SDDR. Hay muchos estudios que dicen que los envases de bebidas representan una mínima parte de la suciedad ambiental.

¿Puede servir por ejemplo para acabar con la suciedad que genera el botellón, que es uno de los argumentos que se utiliza aquí para implantar el SDDR?

Lo único de un botellón que se podría incluir en el SDDR y que por tanto podría ser susceptible de no ser abandonado en la calle o en la playa serían los envases de refrescos. Ni los de licores, ni los de los hielos, ni los vasos de plástico entran en el sistema de retorno, por tanto el problema de suciedad es el mismo. Esto es un problema de comportamiento social, de educación. La gente debe recoger sus envases y depositarlos en los contenedores porque es bueno para el medio ambiente y porque el final todo es materia prima.

Entonces, ¿no ha supuesto el SDDR un ahorro en limpieza en las ciudades?

Por supuesto que no. Ni ha habido reducción en la suciedad, ni por tanto en los costes de limpieza. La limpieza viaria tiene un coste fijo muy amplio, haya un poco más o menos de suciedad. Por quitar unos cuantos envases no vas a limpiar con menos frecuencia. Según un estudio de la Federación de Municipios Alemanes, la mejor manera de reducir el coste de la limpieza viaria es mejorar el mobiliario urbano, es decir, la situación y limpieza de las papeleras y contenedores.

¿Qué resultado ha tenido el SDDR en Alemania en estos años?

El reutilizable ha bajado. Cuando se puso en marcha en 2003 la tasa de uso de envases reutilizables ya había bajado al 65%. Diez años después la tasa de uso de envases reutilizables era del 45%. En cuanto al reciclaje total de envases, en el año 97 la tasa estaba en el 80% y 10 años despúes, seguía en el 80%, con lo cual el SDDR no contribuyó a incrementar ni los reutilizables, ni el reciclaje ni a reducir la suciedad ambiental. En Alemania, solo un 2,7% de los envases entran en el SDDR.

¿Por qué cae tanto el uso de envases reutilizables?

Porque el de un solo uso ha mejorado mucho en sostenibilidad, en calidad y en tecnología de reciclado. De hecho, el Gobierno federal ha dejado de fijar un objetivo de referencia en la tasa reutilizables que antes tenía en el 80%. Ahora, la paradoja es que el Gobierno cree que promoviendo el reciclado los objetivos ambientales son mejores que promoviendo la reutilización.

¿Del total de envases que entran en el sistema de retorno alemán, cuántos acaban devolviéndose?

Se supone que la tasa es muy alta, pero en Alemania no dan datos oficiales, aunque se supone que está en torno al 90%. En Noruega, por ejemplo, la tasa es del 86% en latas de bebidas y del 88% en las botellas de plástico.

¿Cómo acogió la sociedad alemana el SDDR?

Al principio hubo una confusión terrible, la gente no sabía cómo funcionaba, qué envases debía devolver o dónde podían hacerlo. Tardó tres años en asentarse. Además, es una complicación añadida porque las botellas deben estar en buen estado y al final es un problema de espacio en las casas, donde ya hay tres o cuatro cubos para reciclar, además hay que añadir una bolsa o espacio para guardar los envases susceptibles de ser devueltos. Lo mismo en los comercios y supermercados para poner la máquina o la bolsa para almacenarlos.

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