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“La imagen de España se la han quedado los del viejo modelo de siempre”

El alcalde de Valencia, Joan Ribó.

Adolf Beltran / Carlos Navarro Castelló

Su ejercicio como alcalde de Valencia se inició hace dos años con gestos de profunda renovación en las actitudes que habían marcado el estilo de gobierno de la ciudad durante más de dos décadas de hegemonía del PP. Joan Ribó, de Compromís, preside uno de los ayuntamientos del cambio al frente de un pacto tripartito, denominado Pacte de La Nau porque lo firmaron en el edificio histórico de la Universitat de València su formación, el PSPV-PSOE y València en Comú, plataforma en la que participa Podemos.

La peatonalización progressiva del centro histórico, una concepción de la movilidad que fomenta el transporte público y el uso de la bicicleta, el saneamiento de unas cuentas municipales lastradas por la gran deuda heredada, la regeneración del barrio de El Cabanyal, una vez descartado el empeño del PP de ejecutar una avenida a través de su trazado, la ejecución del Parque Central y la promoción de políticas contra la exclusión social son algunos de los terrenos por los que se mueve su gestión.

Con Manuela Carmena en Madrid, Ada Colau en Barcelona, Pedro Santisteve en Zaragoza y muchos otros, representa la irrupción de nuevas mayorías políticas en las grandes ciudades. Político con larga experiencia, Ribó hace balance a medio camino de su mandato y se pronuncia sobre el grave conflicto generado en Catalunya, donde nació (Manresa, 1947) este ingeniero agrónomo y catedrático de instituto cuya trayectoria profesional y política se ha desarrollado en la sociedad valenciana. Coordinador general de Esquerra Unida del País Valencià en los años noventa, es actualmente uno de los dirigentes de Compromís más conocidos.

En un artículo en eldiario.es defendía que hay que sentarse a hablar. ¿Ve el diálogo posible en el conflicto de Catalunya?

Hay que hablar y caminar, caminar en el lenguaje de don Antonio Machado (“caminante, no hay camino, se hace camino al andar”). Caminar es imprescindible en estos momentos. Lo que me pone muy nervioso es ver cómo se habla de Catalunya antes en Estrasburgo, en el Parlamento Europeo, que en el Parlamento español. ¿Pero dónde estamos? ¿No tenemos un problema grave? Pues vamos a hablarlo. Primero hablarlo y después buscar vías de solución.

Hubo un comienzo de todo esto, de todo este conflicto. Hubo una sentencia del Constitucional contra el Estatut de Catalunya. Esa sentencia no es la Biblia, se puede retocar y se puede repensar. Recuerdo que fui ponente del Estatut valenciano y que nos cruzábamos papeles con los ponentes del Estatut catalán y del andaluz y cómo ocurrió que artículos iguales que en Andalucía y aquí, resulta que fueron declarados en Catalunya inconstitucionales. ¡Hombre, por favor! Yo creo que esa fue la base. Con aquello el señor Rajoy creó la primera gran fábrica de independentistas y me temo que el 1 de octubre la intervención de la Policía ha creado otra gran fábrica de independentistas.

Usted tiene muy buena relación con Ada Colau. ¿Cómo la ha visto en esta situación?

A Ada Colau le pasa como a mí, que no es independentista, pero respeta el derecho a decidir porque piensa que es una cosa que está reconocida a nivel internacional. La he visto coherente con sus planteamientos y la he visto indignada con el despliegue de la Policía porque así no se arreglan las cosas. Las cosas políticas no se arreglan ni con planteamientos jurídicos del Código Penal, ni con planteamientos policiales luchando contra un pueblo. Me parece coherente la posición de Ada Colau con la forma de pensar que ha manifestado de forma reiterada.

¿Pero no le falta visibilidad a esa forma de pensar? Parece como si no tuviera representantes, como si no tuviera espacio.

Bueno, es cierto que hay dos bloques de comunicación muy monolíticos, por decirlo de alguna manera, el bloque catalán y el bloque español, y en medio es difícil estar. La posición de Ada es una posición en la que ella entiende que el derecho a decidir se debería respetar. Está muy escondido, efectivamente ese sector de opinión, porque creo que hay pocos medios de comunicación que de alguna manera lo apoyen, pero por otra parte estoy convencido de que en Catalunya hay mucha gente que sí que lo apoya. Las últimas elecciones demuestran de una forma clara que hay sectores muy amplios que piensan que hay derecho a votar, aunque no votarán a favor de la independencia.

¿Qué piensa de las repercusiones que está teniendo el conflicto en la política española?

Las repercusiones son muy negativas. La primera es el impacto sobre la sociedad catalana. La segunda es, para mí, muy importante. Y se refiere a la imagen de España. En su momento, defendí la Constitución, hice campaña a favor de la Constitución, voté a favor de la Constitución como la inmensa mayoría de los catalanes, más del 90%, pero ahora tengo la sensación de que, después de estas actuaciones, la imagen de España ha quedado profundamente deteriorada. Hasta la ONU nos pide explicaciones, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, gobiernos como el de Finlandia, etc. Todo esto tiene un castigo para la imagen de una España democrática y plural, una repercusión muy negativa. Dicho de otra manera, da la sensación de que la imagen de España se la han quedado los del viejo modelo de la España de siempre, y eso es terriblemente negativo.

¿Y para los intereses valencianos qué consecuencias puede tener el conflicto en Catalunya?

El País Valenciano y la ciudad de València compartimos lengua, tenemos elementos culturales comunes y... ¡atención a la economía! Nuestras entradas y salidas a Catalunya son las más importantes. Lo que está ocurriendo puede tener un impacto muy negativo. Por eso siento profunda preocupación y alarma. También indignación por la incapacidad del señor Rajoy de hacer unos planteamientos políticos para avanzar. Y creo que no es solo Rajoy. Se han juntado un poco dos voluntades de no hablar. También, lo he de decir, por parte del gobierno catalán. Pero Rajoy ha manifestado de una manera muy clara que es incapaz o que no quiere avanzar en la resolución de este problema. Y los políticos están para arreglar los problemas, no para dejar que se pudran. Por tanto, que se mueva o que se dedique a otra cosa.

Estas dificultades son extremas, pero ya fuera del problema catalán, ¿los ayuntamientos del cambio como el suyo se han encontrado con dificultades porque, de alguna manera, el contexto y el resto de la política no han acompañado ese cambio?

Los ayuntamientos del cambio han sido la muestra más genuina del cambio político en el Estado español, que también se ha manifestado con más cambios a nivel autonómico, pero la manifestación más genuina es la de los ayuntamientos. Evidentemente tenemos problemas, en primer lugar con el señor Montoro. Esos son evidentes, no en el caso de València solo, sino también en el caso de Madrid por ejemplo. Las polémicas permanentes que tiene con la alcaldesa Manuela Carmena sobre los temas fiscales y la capacidad de invertir, de no invertir, nos han perjudicado mucho a todos. Nos ha lastrado, nos ha impedido hacer cosas.

Aquí estábamos en un plan de ajuste que puso en marcha en su momento la señora Barberá, porque hacía falta, estábamos en el 150% de endeudamiento, pero en este momento estamos saliendo de la situación y, pese a todo, nos mantiene en ese plan de ajuste y no hay manera de salir de él. Tenemos muchos problemas en esa dirección. He de decir a continuación que con la Generalitat Valenciana [gobernada por el PSPV-PSOE y Compromís con apoyo de Podemos] no hay ningún problema. Ha habido un elemento de cordialidad, más allá de que en algún momento nos haya costado sacar adelante determinadas cosas. Los problemas se han producido fundamentalmente con el Estado y concretamente con el señor Montoro por su competencia de Hacienda y Administración Pública.

También está después la falta de inversiones del Estado, ¿no?

Las inversiones son otra cosa que ha resultado un desastre en València. El otro día le recordaba al PP en el debate del estado de la ciudad que de qué protestaba en relación con las inversiones del Ayuntamiento cuando el Gobierno, además de presupuestar una miseria, ha ejecutado tan solo un 43%. ¿De qué protestan? La situación es muy grave, es intolerable. También tengo que decir que el nuevo ministro Íñigo de la Serna tiene otra actitud que habrá que comprobar si va más en serio o menos en serio en los próximos presupuestos, pero hay que decir sobre su actitud que por lo menos se puede hablar y hacer proyecciones. Parece que las cosas cambiarán, pero cuando lo veamos en los presupuestos nos lo creeremos.

En estos dos años, ¿de qué cosas está más contento y de qué cosas menos?

Mi máximo descontento es la lentitud de los procesos administrativos. Estamos trabajando para acelerarlos, pero cuesta mucho, los procesos son muy lentos y cuesta mucho poner en marcha las cosas. Pero se están empezando a notar cosas en jardines, en movilidad -donde está habiendo cambios muy importantes-; se está notando de forma significativa en temas sociales, con las ayudas a comedor escolar, las ayudas para que no corten el agua, la luz o el gas a familias sin recursos, las ayudas para que no desahucien a personas por el tema de las hipotecas... Hay una mejora de los servicios sociales, en ese nivel se está notando de una forma muy clara.

¿Qué asuntos prioritarios tiene ahora mismo su gobierno entre manos?

Estamos programando cambios muy significativos en el barrio de El Cabanyal que ya se están empezando a ver con obras y actitudes, y en la zona de Natzaret en una fase más incipiente. Estamos trabajando en las grandes plazas de València como las de la Reina y Ciudad de Brujas, y se está notando mucha más actividad en la calle para hacer fiestas y actos culturales, se nota que la ciudad está mucho más viva en todos los barrios. Estamos haciendo un esfuerzo por mantener la excelencia de la cultura en los barrios con el tema de la ópera o de la rehabilitación de las pérgolas, que puede parecer un tema menor, pero no lo es, porque el hecho de que puedan dar allí conciertos los domingos me parece una actividad muy interesante.

Nos queda por sacar adelante el tema de las escuelas municipales infantiles que queremos impulsar el año que viene. Hemos esperado a que acabe el concierto, para no tener conflictos legales, pero el año que viene vamos a municipalizar tres escuelas infantiles. A mí la gente me dice que el cambio ya se está viendo, pero queremos que se vea mucho más.

De aquí al final de mandato, ¿qué grandes objetivos considera que deben estar finalizados o muy avanzados?

Uno ya lo he comentado, a nivel urbanístico, la reurbanización de las plazas de la Reina y de la Ciudad de Brujas. En el caso de la plaza del Ayuntamiento, se trata más de empezar a hacer proyectos y avanzar. Otro elemento urbanístico fundamental en el que queremos avanzar es la fachada marítima, que va desde El Saler, pasando por la ZAL [Zona de Actividad Logística del puerto] en La Punta, que se está mejorando con pasillos verdes y con la rehabilitación de alquerías y de algún chalet, y por Natzaret, donde va un gran parque. Antes de que acabe este mandato vamos a ver cosas, no vamos a ver todas las cosas, pero vamos a ver cosas. Y luego está La Marina de València, donde existe una losa con la deuda de 450 millones, pero cuya gestión ya acabaremos este año con un balance económico positivo.

Los vecinos del Cabanyal siguen descontentos. ¿Cómo evolucionará la situación allí?

Hay que resolver muchos temas sociales, problemas de convivencia, pero estamos en ello. Hemos puesto el retén de Policía Local, estamos haciendo mucha mediación, ayudando a la gente y al mismo tiempo pidiéndole a la gente que tiene que cumplir unas normas y en eso se está avanzando. Quizás menos rápido de lo que quisiera la gente, pero estos temas no se pueden resolver a lo bruto. Hay que resolverlos respetando los derechos humanos de todo el mundo y lo que se desarregló en 24 años no se puede arreglar en dos días.

Curiosamente me viene ahora el PP y me dice que quiere volver al proyecto antiguo. Pero señores míos, si estando el Gobierno de España, de la Generalitat y del Ayuntamiento del mismo color político no fueron capaces de deshacer el problema que se les creó, ¿qué van a a hacer, someter a 20 años más de castigo a ese barrio? Es intolerable la desfachatez y la falta de realismo del PP, incluso con contradicciones internas entre ellos porque ni los propios concejales del grupo popular están planteando estos temas. Que vuelvan a decir que quieren volver a abrir la avenida, cuando la gente está comprando viviendas otra vez en la zona, es un indicador perfecto de la falta de realidad en la que vive ese partido o de las múltiples realidades en las que vive.

El problema del Cabanyal es un problema complejo, es un problema que no se resuelve en dos días. Se va resolviendo introduciendo dinero, con proyectos europeos, con labores de mediación, de policía. También debería ayudar un poco más la Policía Nacional, porque los problemas de drogas no son de la Policía Municipal, y los estamos abordando seriamente.

En cuanto al Parque Central, no todo el mundo comparte el proyecto. ¿Cómo quedarán finalmente las torres de viviendas proyectadas?

Un gobierno de cambio lo que no puede hacer es reescribir la historia. A mí eso ya me ha pasado con el tema de la ZAL. Cuando se te llevan hasta la flor de la tierra del primer metro de huerta, no puedes volver a echar hacia atrás para restaurarla, es imposible. El proyecto aprobado del Parque Central desde hace muchos años está ahí, y nosotros podemos retocar algo para mejorarlo, pero no podemos cambiarlo. Eso lo tiene que tener en cuenta la gente. Está aprobado hace mucho tiempo y ya hay unos derechos. Dicho eso, las torres se pueden modificar, se pueden mover, se puede estudiar que tengan determinadas características, pero los elementos base están descritos ya y aprobados por este Ayuntamiento.

¿Tienen claro ya cómo se va a financiar el canal de acceso de los trenes, que será la obra más inmediata?

Con el ministro hemos hablado del compromiso del Gobierno de hacer el canal de salida, no hemos hablado aún de la estación, y sí que hemos hablado del canal de acceso, para el que estamos estudiando la participación del Ayuntamiento. Nosotros hemos dicho que queremos participar como han participado otros ayuntamientos. Sabemos que otros ayuntamientos han participado y lo haremos. El elemento fundamental de este canal es que empiece y que empiece pronto porque a mí me parece que es fundamental para la ciudad liberar toda la playa de vías que va desde el bulevar Sur hasta el puente curvo porque eso nos permitiría enlazar la ciudad de una forma fundamental. ¿Eso supondrá una inversión para el Ayuntamiento? Posiblemente sí, una parte sí, pero se puede hacer de muchas maneras. En primer lugar, tiene unas plusvalías que pueden ayudar a pagar, si no totalmente, parcialmente ese acceso. Luego hay que ver de qué forma se hace, porque se puede pagar de muchas maneras, a tocateja o a 40 años, con un interés o con otro. Estos temas están por negociar y nosotros queremos verlo, queremos negociarlo y queremos plantearlo dentro de unas obras de conjunto. No tendría mucho sentido hablar del canal de acceso si no hablamos de la salida de los trenes por el túnel pasante y de la estación soterrada. Por tanto, hay esperanza de que lo dicho por el ministro de Fomento vaya adelante rápido, pero queda mucho por hacer y vamos a estar muy atentos. Si no avanza a la velocidad que debe, nos va a oir.

¿Cómo ha ido la experiencia de tres partidos en un mismo gobierno municipal, que es una cosa sobre la que no había costumbre? Aquí parece que, con sus diferencias, sí que está funcionando.

Me parece que el secreto está muy claro: la voluntad de los tres partidos de saber que la sociedad ha cambiado. Que el tiempo del bipartidismo de derecha o izquierda, ponga puntos suspensivos se ha acabado. La sociedad española sabe que es así, y la pluralidad en la izquierda es amplia. En la derecha también ha aumentado la pluralidad al existir el PP y Ciudadanos. Lo que queremos es ser eficaces. Tenemos la obligación la gente de izquierdas progresista de entendernos porque, si no nos entendemos, la alternativa es nefasta. Por otra parte, cuando estás en un gobierno de tres con una alcaldía que tiene un planteamiento muy piramidal, es imprescindible que pienses qué harán los otros socios y qué mínimas necesidades tienen.

Por eso hemos planteado desde el principio determinados elementos de visibilidad de los compañeros de los otros partidos como por ejemplo los plenos, en los que va rotando la presidencia, porque queremos la visibilización de todos. Otro elemento es que en las juntas de gobierno salen los portavoces de los otros partidos a detallar los acuerdos tomados. Además, cuando aparece un problema, que los hay, no queremos resolverlo de forma autoritaria, sino buscando una solución dialogada, buscando consensos. De hecho, entre los ayuntamientos importantes somos los primeros en aprobar presupuestos.

Otra idea es que, aunque yo soy el responsable de todo, cuando doy las competencias lo hago y solo si aparece un problema llamo, pero no por cualquier cosa. Así dejo un margen de autonomía para que cada uno pueda trabajar. La idea es respetar la autonomía de los diferentes grupos y que cada uno vaya planteando temas. Cuando no hay acuerdo en alguno, se habla. De momento las cosas han ido bien. Es un argumento de necesidad. O demostramos a la sociedad valenciana que somos capaces, que de momento somos capaces, que la izquierda se puede poner de acuerdo para gobernar la ciudad en una línea progresista, o la gente se preguntará: ¿y entonces para qué sirven? Además hay que poner mecanismos para que el funcionamiento se ágil.

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¿Mantiene su intención de presentarse como candidato a la alcaldía en 2019?

Lo que afirmé es que me iba a presentar a las primarias de Compromís, y eso lo sigo manteniendo. Si en las primarias de Compromís me dicen que adelante, yo me presento, por supuesto que sí. Creo que en cuatro años es difícil acabar los proyectos fundamentales. Ahora bien, también creo que se debería prohibir constitucionalmente que más de ocho años nadie continuara al frente de una institución.

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