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José Luis Olivas, visto para sentencia el político que se convirtió en “bankero”

El expresidente de Bancaja, José Luis Olivas, junto a la Ciudad de la Justicia de Valencia.

Voro Maroto

Valencia —

José Luis Olivas Martínez (Motilla de Palancar, Cuenca, 1952) ha sido uno de los próceres del PP valenciano durante casi 30 años. Conseller de Economía, presidente de la Generalitat y luego presidente de Bancaja, el exvicepresidente de Bankia puede cerrar su existencia con años de miseria tras otros de gloria.

Este miércoles ha quedado visto para sentencia el primer proceso de su calvario judicial: La Fiscalía pide contra él tres años de prisión por fraude fiscal. Olivas, cuando era presidente de Bancaja, la caja de ahorros quebrada durante su mandato, cobró 580.000 euros por intermediar en la venta de unas acciones de una empresa de energías renovables.

Las participaciones eran de Sedesa, compañía de Vicente Cotino, sobrino de Juan Cotino, expresidente de las Corts Valencianes procesado por la visita del Papa a Valencia. Y el potencial comprador, Iberdrola , empresa participada por Bancaja. Olivas era miembro del consejo de administración de la compañía eléctrica en el momento de la operación, 2008. Su remuneración era un porcentaje del beneficio generado: una plusvalía de 39,3 millones de euros.

“Defendía los intereses de Bancaja y Cotino, también los de Iberdrola, que quería tener un parque eólico en la Comunidad Valenciana. No tenía ninguna incompatibilidad”, declaró durante el juicio, sin ningún empacho, Olivas. Ni hacienda ni la Fiscalïa le creen. Dado su desconocimiento del negocio de la energía, las conversaciones iniciadas por ejecutivos de las compañías implicadas y sus cargos en Bancaja e Iberdrola, Olivas, sostienen, no pudo tener un papel relevante o remunerable en la operación.

Es más, creen que el asesoramiento pagado con medio millón de euros “no existió” y se hizo únicamente para ayudar a Cotino a pagar menos dinero al fisco. Y van más lejos: Olivas recibió la contraprestación en pago por un “favor inconfesable”. La abogacía del estado, que también acusa al expresidente de la Generalitat, tampoco se corta: “Merece un reproche ético por representar a todas las partes, a compradores y vendedores en la misma operación. Su posición queda bastante en entredicho”.

Olivas no ha ocultado su indignacion con esa acusación, pero la operación con Cotino se revela ahora -aunque los hechos se remontan a 2008 la investigación arrancó en 2013- como el inicio de su descrédito. Antes lo había sido todo. Licenciado en derecho en la Universidad Complutense, Olivas tuvo una larga carrera política en Valencia. Comenzó en la UCD, de la que fue concejal, pero con la desaparición del partido de Adolfo Suárez se enroló en las filas del PP. En 1987 ya era concejal en la oposición y, cuatro años después, en 1991, responsable de hacienda en el gobierno de Rita Barberá.

En 1995, fue elegido por Eduardo Zaplana, que aquel año inauguraba cuatro lustros de gobiernos valencianos del PP, como conseller de Hacienda. Tenaz y de gran instinto de supervivencia, según un conocido del partido, ya estaba en el núcleo duro del poder.

En 1999 fue vicepresidente en el segundo gobierno Zaplana. Cuando éste abandonó la Generalitat para ser ministro de Trabajo con José María Aznar, fue elegido como presidente, de transición, de la Generalitat. Zaplana ungió a Francisco Camps como sucesor –con el que luego rompió relaciones- pero necesitaba un diputado autonómico que ocupara el Palau desde julio de 2002 hasta las elecciones autonómicas de mayo de 2003.

Olivas aceptó ser comparsa. A cambio pidió la presidencia de una caja de ahorros valenciana, algo al alcance de la mayoría absoluta del PP autonómico, que ya había cambiado la ley para que Bancaja y CAM (sólo menos grandes que La Caixa y Caja Madrid) estuvieran al albur del poder político. Con su nombramiento como mandamás de Bancaja, aunque en ese momento nadie, ni él mismo, lo vislumbrara, comenzó su declive.

Ahora, con poca vida social y menos aún profesional, intenta defender su honor en los juzgados. “Ha habido permanentemente insinuaciones sobre mi comportamiento, sobre qué escondía esa factura, cuando queda clarísimamente, es evidente, que esa factura se debe a una operación en la que yo intervine y en la que Bancaja ganó 33 millones de euros, y Cotino, que tenía mayor participación en la sociedad, 39 millones de euros”,  ha dicho Olivas, informa Europa Press.

El calvario judicial de Olivas

 A la espera del fallo, la peculiar relación de Olivas con Vicente Cotino puede ser el menor de los problemas para el fugaz expresidente de la Generalitat. Por su participación en el pufo de Bankia -la fusión forzada entre dos cajas quebradas, Bancaja y Caja Madrid,  está imputado por falsedad, administración desleal o fraudulenta, maquinación para alterar el precio de las cosas, y apropiación indebida y administración desleal.  El banco le ha costado al contribuyente más de 20.000 millones de euros.

Olivas también está investigado en otros asuntos: la gestión en Bancaja y Banco de Valencia y la ampliación de capital del Valencia Club de Fútbol. El que recibiera tratamiento de Molt Honorable es repudiado ahora por la sociedad valenciana.

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