Un año de proclamas incendiarias del arzobispo de Valencia
El cardenal Antonio Cañizares lleva un año y diez días como arzobispo de Valencia, aunque a muchos les parece que su presencia se pierde en los orígenes de los tiempos, por el contenido de sus proclamas. Su intervención este miércoles ha sido especialmente polémica por ver a los refugiados como una amenaza, pero tocó diversos temas con los que ha polemizado en el último año.
Cañizares, en su toma de posesión del cargo el 10 de octubre de 2015, ya dio pistas de lo que iba a ser su gestión: “Estamos atravesando tiempos nada fáciles, los miremos por donde los miremos”, con lo que advertía que “proclamaré sin descanso, me gastaré y me desgastaré”; además abogaba por una Iglesia con enviados “mansos y humildes de corazón, no violentos e impositivos, pero tampoco ingenuos, sabiendo que los lobos son lobos y que los hay y muchos”.
Al poco tiempo Antonio Cañizares empezó sus proclamas contra el matrimonio homosexual. Así en una misa por la familia en plena Navidad y ante centenares de niños el cardenal instó en “promover y defender el matrimonio único e indisoluble entre un hombre y una mujer” frente a “políticas irresponsable y suicidas, producto de las ideologías y cultura dominantes” que a su juicio “distorsionan a la familia”.
En la siguiente polémica continuó con el rechazo a la homosexualidad, pero también añadió uno de sus blancos preferidos, el aborto. En marzo afirmaba así que era “juvenil” y “progresista” el “defender la vida, el amor entre un hombre y una mujer unidos en matrimonio”, y que “lo demás es ser ya vejestorios”.
Pero en un año de elecciones Cañizares no se quiso mantener al margen y aprovechó para arrimar el ascua a su sardina. Tras la victoria de las fuerzas progresistas el cardenal arzobispo de Valencia hizo una cierta advertencia afirmando que si los partidos políticos que han ganado las elecciones municipales y autonómicas en la Comunitat Valenciana “defendieran la ecología, no estarían a favor de cuestiones como el aborto o la ideología de género”.
Con la entrada de los gobiernos progresistas, y con el de Joan Ribó en Valencia como principal referencia, el ayuntamiento marcaba distancias con la Iglesia, especialmente en lo referente a fiestas, y celebraciones tan simbólicas como el 9 d'Octubre, Día de la Comunitat Valenciana, en la que Ribó advertía que impulsaria cambios hacia la laicidad de las fiestas. Entre las acciones concretas sacar la procesión cívica de la Catedral de Valencia para asistir el acto del 'Te Deum' instaurado por el gobierno de Rita Barberá (PP). La respuesta del cardenal Cañizares fue recurrir a colectivos culturales ultraconservadores para conseguir la presencia de la senyera valenciana en el templo para dicho día.
En temas culturales valencianos Cañizares también fue crítico con un 'obsequio' de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) cuando la institución oficial que regula la lengua le regaló un 'Oracional valencià' en el que se recogen textos evangélicos en valenciano. Pero el arzobispo hizo desprecio de la obra afirmando que “pienso que esto no conduce a la paz social que se necesita”. De esta forma el prelado rechazaba el trabajo de la academia que se basa en la unidad lingüística con el catalán, mientras semanas después sí se aceptaba un trabajo en línea similar presentado por entidades conservadoras partidarias del secesionismo.
Volviendo a la política, si los partidos progresistas recibían los dardos de la Iglesia, también los tenía que recibir el proceso independentista catalán, por lo que el cardenal arzobipo de Valencia fue quien más levantó la voz en la Iglesia para repudiar los postulados secesionistas. Así convocó para días antes de las elecciones catalanas una vigilia para rezar “por la unidad de España”, afirmando que no hay “ninguna justificación moral” para la independencia de Catalunya.
Contradicciones
En la conferencia pronunciada este miércoles por el cardenal Cañizares el prelado se contradijo en cierto modo con proclamas anteriores que ya hizo.
Así cabe recordar que antes de advertir de la “invasión” de emigrantes presuntamente refugiados que no son todos “trigo limpio”, Cañizares lamentaba el pasado mes de enero “¡Qué terrible lo que está aconteciendo en Irak, en Siria... en tantos lugares! ¡Qué cruel el exterminio sistemático, exilio y persecución de cristianos en tantos lugares ante la pasividad, de hecho, de otros países o fuerzas internacionales!”.
Por otro lado, Cañizares se ha convertido en un apóstol más de la pretendida recuperación económica al afirmar que no cree que haya aumentado la pobreza en España en “las proporciones tan enormes que dicen” porque no ve “a la gente más que antes en la calle ni viviendo debajo de un puente” y ha calificado de “exagerada” esa afirmación. No obstante el pasado mes de febrero el purpurado advertía en una carta pastoral sobre la situación social y económica que atraviesa Valencia, que asegura que es “grave y dolorosa”, por lo que llamaba “a la conciencia de los católicos” para ser “samaritanos” ante las nuevas pobrezas“. Además proponía a la diócesis a hacer un ”importante esfuerzo“ para combatir esas pobrezas y ayudar a superar el paro promoviendo iniciativas para crear empleo”; Cañizares llegó a hacer recomendaciones concretas como dedicar el 10% del presupuesto de la diócesis a “atender a los pobres” o incluso vender algunos bienes patrimoniales de la Iglesia para “destinarlos a los pobres”.