El eterno aspirante a conseller que se estrelló contra Gürtel
Ricardo Costa fue una joven promesa que estaba llamado a ser un destacado dirigente de la derecha valenciana en los tiempos de la bonanza económica. Hermano de Juan Costa, ministro de Aznar, hijo de concejala del PP en la ciudad de Castellón y cercano a la todopoderosa familia de Carlos Fabra. Llegó a diputado de las Corts Valencianes con sólo 23 años en 1995 con la primera victoria del PP en la Comunitat Valenciana, fue el número 2 de Francisco Camps dentro del PP valenciano cuando en 2007 alcanzó la secretaría general del partido con 35 años, y portavoz del grupo popular en el parlamento autonómico un año después.
Pero la estrella de 'Ric' (como lo llaman sus más allegados) se apagó pronto también, el mayor escándalo de corrupción que ha salpicado al PP le golpeó de lleno cuando estalló en 2009. La mano derecha de Camps estaba embadurnado en el caso de presunta financiación irregular del PP, y junto con el mismo Francisco Camps fue juzgado por el que se conoció como 'caso de los trajes'.
Si de las conversaciones de Camps con 'el Bigotes' se recuerdan expresiones memorables como “amigo del alma” o “lo nuestro es muy bonito”, la proximidad de Costa con el mismo responsable de la trama de Gürtel en la Comunitat Valenciana no se queda corta. El todavía diputado del PP pidió a 'el Bigotes' que le consiguiera caviar para un compromiso personal en Navidad, e incluso le imploró que, dada su influencia con el expresidente, intercediera ante Camps para que le hiciera conseller, un cargo al que nunca accedió. Pero sus relaciones con la trama también llegarían a Ricardo Correa, quien al parecer en 2007 le habría conseguido un curso de inglés de lujo (3.000 euros por una semana) en Londres.
La caída
La caída de Ricardo Costa fue dolorosa y rocambolesca. En 2009, con toda la marea negra de Gürtel empapando al PP valenciano, Génova presionó a Francisco Camps para que destituyera a su mano derecha, pese a las reticencias de éste fue cesado temporalmente de su cargo a costa de romperse la unión Camps-Costa, un cese temporal que se convirtió en definitivo. Pero Costa llegó a desmentir su defenestración, una rebelión que le costó una apertura de expediente desde Madrid y una suspensión de militancia durante un año; de portavoz del PP a pasar a la última fila, el diputado 98.
No obstante en 2011 no existían las manidas 'líneas rojas' contra la corrupción, y un imputado podía ser perfectamente candidato, y así pasó con Francisco Camps y Ricardo Costa. El PP revalidó otra mayoría absoluta y al poco tiempo Camps dimitía para que, al menos, la figura del President de la Generalitat no se sentase en el banquillo.
En aquel momento todo apuntaba a que Camps iba a declararse culpable del delito de 'cohecho impropio' por el caso de los trajes para así evitar la foto del presidente sentado en el banquillo y juzgado. Así se vaticinaba después de que dos imputados en el mismo caso, el exvicepresidente Víctor Campos y el ex alto cargo de Turismo, Rafael Betoret, se autoinculparan. Pero lo debían hacer todos, y Ricardo Costa se resistía, cuando dijo que no se declararía culpable Camps también se resistió; habría juicio.
El juicio de los trajes llegó en diciembre, y tras seis semanas de juicios con escuchas vergonzantes y gestos de reproches, tanto Camps como Costa fueron declarados no culpables de los cargos que se les imputaban.
En segunda fila
En ningún momento ni Camps ni Costa perdieron su acta de diputado, pero ambos han pasado a una segunda fila parlamentaria alejada de sus responsabilidades de hace cinco años. Entre sus últimos logros conocidos: se casó a principios de mes con una 'Bellea del Foc' de Alicante.
Costa es todavía uno de los cinco diputados valencianos que mantienen su acta pese a estar imputados, una resistencia numantina que tendría fecha de caducidad, en enero. La acusación de fraude electoral y financiación ilegal del PP acabará con su carrera en las Corts, donde ha pasado media vida, pero no podrá llegar a completar los 20 años con su quinta legislatura.