H. G. Wells publicó ‘La guerra de los mundos’ en 1898. Por aquel entonces, José Segrelles tenía 13 años. Una edad tan tierna como propicia para ponerle imágenes al fantástico relato de la invasión marciana de la Tierra. Algo que sin duda fue madurando con el tiempo, en medio del aluvión de imágenes que hizo de Segrelles un pintor e ilustrador de fama mundial. Fama que consiguió primero en Nueva York, donde estuvo entre 1929 y 1935, y que luego fue ampliándose por Europa hasta alcanzar su Albaida natal, la Barcelona donde vivió y Valencia. Murió en 1969, año en que aquel cielo alienígena de su infancia era surcado por el Apolo IX.
El MuVIM recorre todo ese espacio sideral del que se nutrió en vida José Segrelles, en la más amplia retrospectiva dedicada al artista valenciano que compitió en fama con Sorolla y Blasco Ibáñez. Recorrido que se inicia precisamente con pinturas e ilustraciones evocadoras de ‘La guerra de los mundos’. Una de ellas, prácticamente calcada por Steven Spielberg en una de las secuencias de su versión cinematográfica (2005) del clásico de Wells. Calco no reconocido, pero sin duda explícito en la comparativa de imágenes que sirve de arranque de la exposición ‘José Segrelles. El laberinto de la fantasía’.
Como sí reconoce Guillermo del Toro, “Segrelles es conocido y estudiado por creadores visuales de todos los países y todos los medios incluido, claro está, el del cine”. Creadores como Spielberg, John Howe, por ‘El señor de los anillos’, o William Stout y el propio Del Toro, por ‘El laberinto del fauno’. El director de ‘Mimic’ no escatima elogios hacia el artista de Albaida: “Segrelles pertenece a la más selecta lista de los grandes de la ilustración mundial: Doré, Rackham, Dulac”. Incluso va más lejos: “Es un creador total, un maestro de la narrativa y un tesoro mundial”.
Gran parte de ese tesoro, con 260 obras originales y más de 300 ejemplares entre libros y revistas que recogen sus innumerables ilustraciones, se muestra en el MuVIM, haciéndose eco de tan brillante legado. Un legado que abarca desde sus ilustraciones más fantásticas, a las realizadas para editoriales como Araluce, ilustrando novelas como La Eneida, Fausto, La Divina Comedia, Lazarillo de Tormes, Cuentos de Edgar Allan Poe, algunas de Blasco Ibáñez y, por encima de todas, las del Quijote o Las 1001 noches. Ilustraciones que lejos de acompañar tan sobresalientes narraciones, disputan en calidad con ellas.
De nuevo, Del Toro: “Segrelles transforma el texto y crea imágenes que se vuelven definitivas; reclama para sí gran parte de la gloria de contar esas historias entrañables”. Todo lo que tocó Segrelles se elevó por encima del género que trabajaba, como se puede igualmente comprobar en los carteles publicitarios que realizó para numerosas revistas entre 1920 y 1939 e incluso para las Fallas. Hasta se le recuerda como cartelista oficial del Fútbol Club Barcelona.
Tras el desastre de la Guerra Civil española, Segrelles se dedicó a realizar encargos de pintura religiosa. Pintura, una vez más, que transforma el motivo en objeto de una singular percepción estética, de nuevo próxima a la ensoñación fantástica. Ensoñación que no abandonó hasta el final de su vida, atareada en reflejar la carrera espacial de la década de los 50. Fue la manera que tuvo José Segrelles de cerrar el círculo que le llevó de ‘La guerra de los mundos’ a la conquista del espacio. Espacio que sin duda conquistó con sus sobresalientes creaciones. El MuVIM, cual isla del tesoro, las acoge hasta finales de mayo.