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2014: otro annus horribilis para educación

Chus Villar

La recuperación económica que Rajoy vende fuera de nuestras fronteras mientras pasea por Washington –digo yo que será porque sabe que dentro no cuela– no se está notando en ningún sector, y hay algunos en los que la cosa va a mucho peor, como en educación (pública, se entiende). Que sí, que ya sé que esto no es un sector productivo al uso, sino una inversión a demasiado largo plazo para algunos y un sacaperras sin fondo digno de “reajustarse” para esos mismos.

Sufren estos una miopía de bastantes dioptrías, que no les deja ver que la educación crea empleo, mueve otros sectores asociados y que, por encima de todo, crea riqueza económica y social para el futuro próximo. Así que ahí siguen, como rompetechos irredentos dándose choques –con mucha menos gracia que el entrañable personaje de Ibáñez- contra las paredes de su propia tozudez.

En la Comunidad Valenciana, y por muchos aumentos que les pongan a sus lentes, más pequeña se hace su visión. Con 2014 no empieza el curso educativo, pero sí presupuestario, así que enero es un buen mes para hacer augurios para el año, y al ver las cifras, comprobamos que la típica cuesta de este mes es, en educación, muy empinada, y que las rebajas siguen siendo la estrella de la temporada.

Un 8% menos de presupuesto desde 2012

El presupuesto en educación en la Comunidad ha disminuido un 8,2% acumulado en dos años (de 2012 a 2014), o si lo expresamos en moneditas contantes y sonantes, 356 millones de euros. Para ser exactos y veraces, este año el presupuesto crece respecto al anterior, hay que reconocerlo: un pelín por encima del cero, algo es algo: un 0,2%. ¡Enhorabuena por el esfuerzo inversor!

Vamos por partes. En las partidas destinadas a Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato, sólo crece el dinero para la enseñanza concertada, no para la escuela pública. Especialmente chocante es el caso del Bachillerato, donde se aumenta el gasto en conciertos en un 6%, a pesar de que esta etapa educativa no es obligatoria.

En triste contaste, se congelan las ayudas para el primer ciclo de educación infantil, de 0 a 3 años (pregunten luego por qué las familias y, especialmente, las mujeres, no podemos compaginar el trabajo y el cuidado de los hijos), las ayudas individuales de transporte o las ayudas para gabinetes psicopedagógicos municipales (vuelvan a cuestionarse, esta vez, por qué se hace tan difícil atender adecuadamente a los alumnos con necesidades educativas específicas). Con otras partidas no se molestan en congelar, sino que las tiran directamente a la basura, como las correspondientes a la gratuidad de libros de texto (no se pregunten nada más, los cerebros normales pueden explotar cuando no pueden procesar irracionalidades).

Si nos centramos en la enseñanza universitaria, entendemos los escapes al extranjero de nuestros estudiantes: hay una reducción de casi 12 millones de euros, a lo cual se suma la subida de las tasas académicas. Se congelan las partidas destinadas a becas para la exención de tasas y también la convocatoria de ayudas para I+D+I (que se reduce un 4,5%, acumulado a un anterior recorte del 14,2%), así como otras ayudas (transporte universitario, programas Erasmus, actividades universitarias para mayores, entre otras).

Cierre de centros

Los centros en sí no salen mejor parados de la debacle contable. Se disminuye casi un 5% el presupuesto para su mantenimiento, pero además la propia continuidad de diversos colegios públicos está cuestionada. La Conselleria de Educación acaba de proponer, en su último arreglo escolar, suprimir 187 aulas de infantil para el próximo curso, lo que implica, que aquellos colegios que sólo tienen una línea (es decir una sola clase por curso) acabarán desapareciendo cuando los alumnos lleguen al último curso de primaria. Los que tienen más de una línea también se verían seriamente disminuidos, lo que podría ser el paso previo a su futuro cierre. Ejemplos concretos de centros que, si se mantiene la propuesta actual, cerrarán son Santa Quitèria, de Almassora; Sara Fernández, de Valencia, Ciutat de Cremona, de Alaquàs o Josep Camarena, de Gandía, por mencionar sólo algunos.

Esta propuesta, aún está en fase de alegaciones, y los centros y entidades como representantes de padres, sindicatos o Escola Valenciana se han manifestado en contra. Aunque no sabemos en qué quedarán las cifras definitivas, la Conselleria nos ha dado un adelanto en forma de nota de prensa, en la que tacha de mentirosa a Escola Valenciana cuando se queja de que se las líneas más atacadas son aquellas en las que se imparten las clases en valenciano (el 80% de las aulas de infantil que se suprimen lo son en esta lengua). También afirma Educación, mareando con datos mediáticos pero que no ha colocado por escrito con su sello oficial, que la cifra de clases infantiles eliminadas no será tan alta, dice que “sólo” habrá 62 cierres; se ve que esta no les parece una cifra elevada.

Más de 6.000 docentes menos

Además del cierre de colegios, la supresión de aulas supone una considerable bajada del empleo docente: una oleada más de paro en un sector que ya ha perdido al menos 6.000 docentes en sólo tres años (2009-2012).

Esto no es todo, aunque vamos a ir acabando, porque el papel presupuestario lo aguanta todo, pero sus corazones, estimados lectores, sean corazones de padres, estudiantes, docentes o de simples ciudadanos preocupados por el futuro de nuestra sociedad, deben estar al borde del infarto de “cifrocardio”. Por eso no voy a hablarles de la cesión de suelo público para la construcción de nuevos centros educativos concertados de gestión privada, eufemísticamente llamados CIS o centros de iniciativa social, de los ya hay siete proyectos previstos para 2014. Mejor vayan entrenando sus musculaturas cardiacas y les informo de ello en otra entrega de esta macabra crónica.

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